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Reflexiones personales

Confianza: el Cemento de la Sociedad

El profesor Richard Griffis, en sus lecciones de la semana pasaada dentro del curso Configuring the World, puso sobre la mesa una cuestión fundamental que, me he dado cuenta, no había abordado aún en el blog. Así que voy a permitirme coger el ejemplo y parte de su argumento, porque realmente es muy claro e interesante.

Imaginemos una sociedad donde fuese imposible confiar en los demás. En ese mundo, nadie podría cooperar porque la traición sería inevitable. Por ello, cada persona tendría que ser autosuficiente, ya que no podría confiar en que otros le pagasen por su trabajo, o que no le fuesen a atacar simplemente por salir a la calle. De hecho, más allá de eso, en unun mundo sin confianza, no tendría sentido la sociedad: ¿para qué inventar un lenguaje si no vale la pena comunicarse con nadie? ¿Para qué crear símbolos, gobiernos o Estados si es imposible cooperar en el interior de ellos para garantizar nuestra seguridad y el acceso a los bienes que necesitamos? Si realmente vivimos en un mundo donde “el hombre es un lobo para el hombre”, como dijo Hobbes, es imposible que surja ningún tipo de Estado o cooperación que limite eso (lo siento, Hobbes, el Leviathan nunca habría aparecido porque nadie confiaría en él).

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Actualidad

Soberanía y Globalización: Escocia y Más Allá

Cuando en 1648 las potencias europeas se sentaron a negociar la Paz de Westphalia, lo que realmente estaban haciendo (aunque probablemente en ese momento no se diesen cuenta) era sentar las bases para las relaciones internacionales que vendrían a partir de entonces. Y, el más importante de esos pilares era la soberanía: la revolucionaria noción de que los asuntos internos de un Estado eran competencias exclusivas suyas, y que los demás no deberían intervenir en cómo se manejaban. Las relaciones internacionales han avanzado mucho desde entonces, ha aparecido un campo propio de las mismas, y sin embargo (pese a las muchas veces que ese principio ha sido violado) la idea de la soberanía estatal exclusiva sigue siendo el pilar del orden internacional.

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Sociología

La Importancia de la Demografía

Desde hace muchos siglos, los gobiernos, Reinos y Estados han dedicado infinidad de esfuerzos a contar cuantos habitantes tenían sus territorios. Hoy en día contamos con censos muy acertados de las poblaciones más estables de muchos países del mundo y, aunque la inmigración ilegal/oculta pueda distorsionar la imagen, el resultado sigue siendo una imagen bastante acertada de la población del mismo. Y a raiz de esta imagen han sonado numerosas alarmas en todas partes, alertando de los riesgos que plantea la demografía para nuestras sociedades como las conocemos. Pero, ¿cómo puede ser que haya riesgos simplemente por el número de habitantes?

Para empezar, la clave es que ningún Estado ni Reino tiene sentido sin la población que lo habita. El número de habitantes determina cuánta gente puede trabajar en la industria o los servicios, condicionando así directamente la capacidad económica del país; también condiciona cuánta gente puede ser reclutada para el ejército, y con eso su capacidad militar, lo cual impactará directamente en su capacidad diplomática; y la cantidad de científicos que produce es la clave para el avance científico del país. Estos son sólo algunos ejemplos, pero sirven para ilustrar el punto.

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Sociología

¿Qué es la Ciencia?

A raiz del post del otro día sobre si la psicología era o no una ciencia, se plantea la cuestión inevitable de qué características tiene la ciencia en si misma. Lo principal es que la ciencia es uno de los muchos tipos de conocimiento que tenemos los seres humanos; si reflexionamos generamos conocimiento filosófico, si meditamos conseguimos conocimiento interior, si rezamos tendremos conocimiento religioso, si nos relacionamos con otras personas conocimiento humano… y si seguimos el método científico generaremos conocimiento científico. Esto no lo hace ni inferior ni superior al resto de conocimientos, pero sí le da muchas otras características que hacen que sea preferible a los demás para muchos ámbitos. Así, la ciencia puede tratar de algo tan grande como las reacciones en el núcleo de una estrella, o tan pequeño como una reacción química entre átomos; algo tan concreto como el estudio de un partido político, o tan abstracto como una fórmula matemática. Todo ello, siempre que se haga científicamente.

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Biblioteca

Poder y Vigilancia en los Videojuegos

Hoy comparto con vosotros el último artículo que he escrito, en colaboración con Héctor Puente Bienvenido. Fue publicado por la revista Teknokultura en su último número, y trata sobre cómo se construyen los mecanismos de poder y vigilancia en el interior del mundo de los videojuegos y cómo estos van cambiando con el tiempo. Y es que, como uno de los principales campos de producción y consumo cultural de la actualidad, el mundo de los videojuegos refleja los cambios profundos que se dan en las sociedades en las que vivimos, y podría dar algunas claves de cara a el futuro que nos espera. Si queréis leer el texto completo:

Link  en Academia

Link original en la revista Teknokultura

Costán Sequeiros Bruna

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Reflexiones personales

Genética Social

He de reconocer que este es un post menos sociológico de lo que debería, sino casi más poético o algo así. Pero no doy más vueltas, la idea me surgió leyendo la saga de novelas Marte Rojo, Verde y Azul, de Kim Stanley Robinson. En un momento dado, entre sus elucubraciones de genética y terraformación, plantea la idea de que la sociedad se perpetúa de un modo genético, pero no lo desarrolla más allá de esa idea. Y es una idea que, científicamente, me repulsa, porque la sociología hace mucho que se ha ido separando de los sociobiologicismos propios del siglo XVIII, demostrando que la sociedad no se comporta como un ser vivo. Pero, por un post, vamos a jugar con esa idea.

El código genético de un ser vivo está compuesto por dos cadenas de ADN entrelazadas, cada una de ellas con una serie de cromosomas. Todos estos codifican en su interior todos los elementos que constituyen el cuerpo y las funciones del ser vivo: su color de pelo, cómo se comportan los órganos, qué músculos van dónde y qué elementos son necesarios para construir hueso. Todo ello, codificado en sus pequeños paquetitos de información genética, cada uno pudiendo estar en una posición de cuatro: A, T, C o G.