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Reflexiones personales

La Hegemonía del Dollar (1)

Es habitual oir en cafeterías, en discusiones de amigos, o en los analistas de la televisión la afirmación de que el dinero es lo que mueve el mundo hoy en día. Ya no importan ni la política, ni la opinión pública, ni nada, el dinero está detrás de todo y su hegemonía es absoluta.

Lo cierto es que esta afirmación es más propia de una novela cyberpunk (para los interesados en ellas, les recomiendo Neuromante de Gibson) que de la realidad. Las sociedades modernas (como todas) se fundamentan sobre un trípode de poder, y cada uno de los poderes se basa en la posibilidad de ese poder de controlar algún aspecto necesario de la vida social.

El primero es, ciertamente, el económico, que se basa en el hecho de que quien tiene poder económico tiene objetos y servicios que los demás quieren. Los dueños de este poder son las grandes empresas.

El segundo es el poder político, que se fundamenta en el uso de la fuerza, y en la disposición de medios para usarla (armas y fuerzas militares/policiales). Este poder es detentado por los Estados, que en las sociedades modernas son los únicos que pueden usar la fuerza legítimamente.

Finalmente, el tercero es el poder cultural, que se ha ido desarrollando especialmente desde el siglo XVIII, y que se basa en el control y manipulación de los símbolos (véase la “lucha por la bandera” que inició el PP hace no mucho). Este es un poder mucho más difuso y menos claro que los otros dos, pero es cierto que gran parte del mismo está en los medios de comunicación.

La percepción común de esta situación, sin embargo, es que el poder económico es absolutamente hegemónico, que a los políticos se les compra con dinero y que los medios de comunicación sólo están interesados en las audiencias. Esto se debe a una errónea percepción de la sociedad, basada en una serie de elementos coordinados.

Y es que, hoy por hoy, en gran medida diferenciar los poderes es muy complicado. Los medios de comunicación son empresas, pero también tienen intereses políticos; los políticos quieren dinero, pero al mismo tiempo tienen que usar los medios de comunicación para sus campañas; y las empresas necesitan la estabilidad que otorga la política así como ciertas políticas económicas (aranceles por ejemplo) y al mismo tiempo necesitan los medios de comunicación para la publicidad que les permite generar marcas. Así que, aunque cada uno de esos campos en su funcionamiento es independiente (como ya describió Bourdieu si alguien quiere leer al respecto), en su funcionamiento práctico esos campos están estrechamente interrelacionados y unidos. Interdependencia es una de las palabras clave en la sociedad moderna y global, al fin y al cabo, y esto no escapa a ello.

Además, hay otro efecto que hace que parezca predominante el poder económico: todos nos pegamos con él de vez en cuando cuando a finales de mes la cuenta está vacía, pero pocas veces nos pegamos con los otros dos. Y es que, aunque el poder comunicativo y político afectan a nuestras vidas enormemente, lo cierto es que los sentimos como algo distante, alejado de nosotros y de poca importancia. Y prueba de ello es la alta abstención en las elecciones, que demuestra la baja importancia que en España se da a la política y la poca implicación ciudadana.

E incluso hay un tercer efecto, que se basa en la visibilidad por conflicto. Las empresas entran en conflicto abiertamente por las ventas, y en esas luchas usan su poder de modo obvio (compra de empresas, bajadas de precios…) como medio de establecer su superioridad. El poder político por su parte lleva años (desde el fin de la dictadura) más o menos sin tener que hacer uso de su fuerza en España, e incluso a nivel global la mayor parte de las veces en que la fuerza se usa es lejos, de modo que parece que no nos afecta en la vida (ya se olvidó la importancia de la Guerra Fría y el miedo al uso de esa fuerza en forma de armas nucleares); incluso, cuando aparece, generalmente se lo ve de nuestro lado y en cosas pequeñas, como la lucha antiterrorismo o contra la droga. Finalmente, el poder comunicativo no entra en lucha frecuentemente porque está disperso por la sociedad, y cuando lo hace generalmente es mediatizado por los otros dos (véase la memoria histórica, por ejemplo, completamente politizada).

Así que, el efecto visible del exterior es que ni política ni comunicación hacen nada significativo, sino que todo lo hace la economía. Por tanto, obviamente, la economía domina el mundo (más visible todavía gracias a la globalización). Pero lo cierto es que la balanza de poderes está lejos de estar tan clara, y aunque la economía pueda estar ligeramente más fuerte que los otros, la verdad es que estamos lejos de ver un mundo donde sólo importe la economía. Al menos por ahora, el cyberpunk sigue siendo ciencia-ficción.

Costán Sequeiros Bruna

Y tú, ¿qué opinas de esta hegemonía?

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