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Explicando tu vida

¿Amor Eterno?

Ves una película cualquiera y los protagonistas, tras un millón de giros y desencuentros, acaban por estar juntos y con un beso sobre una banda sonora adecuada se juran un amor eterno e imperecedero. La película acaba. Pero, ¿y después?

Preguntale a una persona cualquiera cuales son las cosas más importantes de la vida, y seguro que amor es una de las cinco primeras (junto con dinero, estabilidad, felicidad y seguridad, probablemente). Sin embargo, lo cierto es que el romanticismo como nos lo pintan como objetivo a alcanzar en la vida es complicado y, cuanto menos, contradictorio, porque debajo de esa palabra existen dos impulsos opuestos. Por un lado está el que voy a llamar el amor, el impulso irracional, apasionado, que nos vincula a una persona. Soñamos con ella y deseamos estar con ella. Uno de los principales impulsores de esto es la química humana, en forma de feromonas, capaces de generar esos intensos estados de excitación, deseo y unión.

Este sin embargo es un impulso de origen biológico. Del otro lado, e igual de unido en el romanticismo, está la imagen de pareja que permanece fiel y unida ante todo tipo de adversidades a lo largo del tiempo. Este principio de fidelidad es contrapuesto al anterior, pues el amor biológico (especialmente en los hombres) no contempla la fidelidad como un objetivo a alcanzar; por el contrario, la fidelidad es una idea racional creada por la cultura de la sociedad, en concreto por las instituciones de la familia y la religión especialmente (de ahí que haya sociedades donde las familias se estructuran de diferentes modos).

Cada uno de estos pilares contrapuestos tienen una base que los sustenta (la química por un lado, las instituciones por el otro), que crean dos fuerzas que se oponen y combaten en un equilibrio que cambia con el tiempo. Al principio, durante la adolescencia, con la locura de las hormonas el amor apasionado es el que domina, de ahí que los amores de adolescencia se recuerden como tan “locos” y que, a la hora de la verdad, raramente duran mucho y la fidelidad no se mantiene tan a menudo. A medida que va pasando el tiempo, las hormonas se van tranquilizando y la gente empieza a buscar otras cosas además de ese amor romántico, de modo que la balanza se tiende hacia un punto central. Finalmente, hacia la vejez, lo que se busca generalmente es una vida tranquila (esperemos) junto a la persona con la que hemos compartido toda la vida.

Y es que bajo esta disyuntiva hay una balanza mucho más complicada que subyace a casi cualquier conflicto social (y no nos equivoquemos, el amor es un conflicto no sólo entre estos impulsos opuestos, sino entre gente en competencia por las mismas personas): en el fondo de todo, hay un conflicto entre cambio y estabilidad. El amor pasional es cambio, porque las pasiones irracionales no se controlan y nunca se saben ni cuanto duran ni por quién van a decantarse; por el lado contrario, la fidelidad racional y social es estabilidad, porque busca reducir el número de riesgos exteriores y crear una unidad sólida que se apoye.

Incluso hay otra balanza pareja a esta que es la de enfrentar de un lado al idealismo, a la búsqueda de la perfección, con el realismo de lo que tenemos. Las pasiones son ideales, siempre buscan ese ideal inalcanzable del “Príncipe/princesa azul”. Por el lado contrario, la fidelidad lo que busca es conocer al otro en sus virtudes y defectos, de modo que se puedan unir dos partes imperfectas.

Irónicamente, realmente es cierto que el ideal a buscar es no el equilibrio entre ambas fuerzas, sino tener ambas maximizadas todo lo posible. El cómo ya es cosa de cada uno.

Costán Sequeiros Bruna

Y tú, ¿qué opinas de ello?

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