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Burkini y libertad

burkini 1Desde que el debate se ha abierto en Francia sobre la prohibición o no del burkini, se han vertido opiniones de todo tipo. Desde los que sienten miedo y creen que debe ser prohibido, a los que lo prohibirían porque “no es nuestra cultura”, los que lo permitirían porque es espacio de cada persona cómo se viste, o por reducir la cantidad de injerencias del Estado en la vida de la gente, etc.

Yo voy a verter mi opinión vertebrada principalmente en tres direcciones. La primera es la que corresponde a la libertad religiosa y de culto. Ya expuse en otra ocasión como la libertad o se tiene o no se tiene, no permite espacios intermedios. Si hay libertad de credo y religión en un país (como se supone que ocurre en Europa) hay que respetar todas las religiones en sus modos de expresarse; no cohartando la libertad de otros (por ejemplo, con las caricaturas de Mahoma), pero desde luego tampoco dictándoles desde fuera cómo deben rezar o cómo deben comportarse en su fe.

En este sentido, si su manera de comportarse con arreglo a su fe incluye que ellas se vistan con burkinis cuando van a la playa, ¿quienes son los demás para decirles que no? No es dañino para nadie, ni molesto ni nada, de modo que su libertad para usar el bañador que deseen en ningún momento coharta ni limita libertades de los demás ni supone perjuicio alguno. Entonces, ¿por qué se hace? ¿Por qué entrar en esta polémica?

Europa se supone que es un entorno de respeto y multiculturalidad, donde cada uno pueda vivir con arreglo a su identidad sin importar si es catalán, francés o polaco. Sin embargo, pese a que ese es el dicurso oficial, lo cierto es que la multiculturalidad europea se construye sobre bases culturales homogéneas en muchos puntos, frutos de experiencias similares (como el Imperio Romano o la Edad Media) y bases ideológicas compartidas (el cristianismo, la Ilustración, etc.). De modo que somos muy multiculturales entre nosotros que nos diferenciamos realmente más bien poco, pero cuando se trata de otras culturas más distantes de la nuestra los choques se producen rápidamente.

Así, se ve surgir las fuerzas del nacionalismo, la xenofobia y el atrincheramiento en las ideologías “de los buenos europeos” con fuerza y rapidez por todo el continente, espoleadas por la migración y los atentados terroristas causados por unos pocos. El miedo es irracional y busca cualquier discurso que lo justifique y le de alas a la hora de defenderse. Así que, sobre las crestas del miedo de una sociedad demasiado habituada a vivir bien y ver los desastres por televisión retransmitida de sitios lejanos, las fracturas en la idea de una Europa multicultural se refuerzan y se revientan las costuras que mantenían esa idea unida.

burkini 2Hay una tercera dimensión, a menudo más soslayada, que tiene que ver con el hecho de que la sociedad se arroba el derecho a decidir por la gente sobre sus formas de vivir “correctas e incorrectas”. Por medio de leyes y normas sociales, estas formas se establecen y extienden, haciéndose presentes en todo momento y lugar aunque no nos demos cuenta.

En este sentido, la sociedad ha construido una serie de normas en torno a la forma de vestir de hombres y mujeres. En el caso de las mujeres que ahora nos ocupa, y como resultado de la liberación sexual de las mismas dentro del marco de un mundo machista, se ha pasado cada vez a entender como mejor el hecho de que vayan más desnudas que vestidas. En parte como liberación de ellas, en parte como sexualización/objetivación, el resultado es que la sociedad las impone usar ropas sugerentes y a menudo muy sexualizadas… algo que choca de frente con el burkini, fruto de otra sociedad que dicta normas distintas (machistas también, pero por el otro lado) acerca de cómo debe vestir la mujer.

El resultado de todo esto es que el debate es básicamente inevitable. Entre quienes opinan (como yo) que la libertad debe ser lo más total posible y aquellos que creen que no se puede permitir cuando atenta contra “nuestro modo de vida”. Entre los que creen realmente en la multiculturalidad y aquellos que la rechazan o solo la aceptan “cuando no es nada malo o escandaloso”. Entre aquellos que quieren dejar que cada uno vista como quiere y los que quieren imponer una vestimenta a los demás.

Como se ve, las tres dimensiones están interrelacionadas y no siempre se hablan. Aunque es relativamente fácil hablar de las convenciones del mundo en que vivimos, pocos aceptarán realmente que no son multiculturales o que están dispuestos a cortar los derechos de los demás cuando “se vienen a vivir aquí”. Como supongo que será bastante claro a estas alturas, yo soy de los contrarios a las injerencias en los derechos y libertades de los ciudadanos cuando no se salvaguarda un derecho o libertad mayor… y este no es el caso. Asi que yo creo que no debería prohibirse el burkini ni ninguna otra prenda, por mucho que eso pueda mejorar la valoración de un partido ante cierta parte de su electorado.

Costán Sequeiros Bruna

Y tú, ¿qué opinas al respecto del burkini? ¿Prohibirlo o no?

2 replies on “Burkini y libertad”

Por supuesto, totalmente de acuerdo en que la libertad es o no es y por defenderla voy hasta el final. Pereo tampoco perdamos de vista, cuando dos creencias choquen, que por lo “políticamente correcto”, nos volquemos en los derechos de la minoría en contra de los derechos de la mayoría. Difícil encontrar el equilibrio, pero no por ello debemos dejar de buscarlo.

Completamente de acuerdo en que no hay que privilegiar los derechos de la minoría por encima de los de la mayoría, pero en este caso como en muchos otros no hay ningún derecho de la mayoría que se esté viendo amenazado. No se han prohibido los bikinis, por ejemplo, solo se ha prohibido un pequeño trozo de la libertad de la minoría a la hora de elegir cómo vestirse para ir a la playa.

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