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Reflexiones personales

Cambiando el mundo (I): Democracia con mayúsculas

democracia 1Vivimos un momento de efervescencia y cambio político, eso es algo innegable. No es una cuestión solo española, aunque será el ejemplo que use en este post, pero los vientos del cambio barren desde Oriente Medio a América Latina, África o Asia y, sin duda, Europa y Estados Unidos. Este viento de cambio viene alentado por una crisis económica que lleva causando estragos en la legitimidad de los sistemas políticos occidentales, así como una globalización cultural que ha puesto en jaque la legitimidad de muchos sistemas políticos fuera de occidente (como la demanda de democracia en los países árabes).

Pero, si este viento de cambio ha venido en occidente destapado por la crisis económica lo innegable es que ha mostrado una crisis política de un calibre mucho más profundo. Sistemas corruptos, pueblos cuyo voto es ignorado a las semanas de salir de las urnas, instituciones electas y foráneas con más peso que los gobiernos elegidos en las elecciones… nada que no hubiera sido visto antes en las crisis de los tigres asiáticos, o en las sucesivas crisis de América Latina como tan bien muestra Naomi Klein, pero que se sentían como imposibles en las cunas del mundo rico y democrático que se suponía que era Europa. Una suposición que, como tantas otras, la realidad se encargó de desementir y romper la idea de la excepcionalidad europea.

En España, que usaré como ejemplo en estos posts que inicio hoy en torno a la respuesta necesaria a la crisis política en la que vivimos, la demanda de cambio inicialmente no se notó hasta que comenzaron los cambios en el gobierno de Zapatero e, inevitablemente, se materializaron las mareas y el 15-M. El grito se institucionalizó con el tiempo en diversos colectivos sociales (la PAH, la marea de la educación, las asambleas de barrios), muchos de los cuales convergieron de diversos modos en torno a la figura de Podemos.

Ya sabéis, sin duda, que Podemos no es santo de mi devoción: pese a muchos de los puntos que comparto con ellos, su giro hacia la socialdemocracia y al modelo de partido tradicional me parecen un error. Aunque probablemente se lleven mi voto en las próximas elecciones, como menor de los males, creo que Podemos ha conseguido convertirse en el actor central de la demanda de cambio y, en ellos, se va a jugar la esperanza de ese cambio. Si consiguen cambios profundos habrán cumplido con la expectativa pero, si por constreñimiento estratégico (ampliar los votos y caladeros políticos, o pactos), por imposibilidades materiales (falta de dinero, ideas…) o cualquier otro motivo se ven limitados en el impacto y profundidad de sus cambios, con ellos probablemente se defraudará buena parte de la sociedad y la puerta de oportunidad del cambio social profundo se habrá cerrado. Bienvenido los avances menores que se consigan, sin duda, pero se habrá perdido la posibilidad del cambio de verdaddemocracia 2.

Y hay varias señales de que se van a contentar con cambios menores o de escala media en vez de ir hacia los cambios necesarios. Como respuesta a la crisis económica ha surgido un discurso que reclama la recuperación de los servicios sociales perdidos (una visión socialdemócrata), la protección de los ciudadanos (por ejemplo, frente a los deshaucios), la anulación de los recortes, etc. Una serie de visiones que, pese a ser innegablemente positivas y necesarias, son insuficientes.

Si la crisis es de la política (del modo en que, entre todos, nos gobernamos y decisimos sobre los asuntos comunes), actuar sobre las acuciantes demandas y necesidades sociales y económicas no va a ser suficiente. Si en la batalla entre economía y política luchamos contra la economía para volver a ponerle las antiguas cadenas sin duda habremos equilibrado un poco la balanza pero, desde luego, no va a ser suficiente.

Conseguir los cambios que vuelvan a someter a la economía frente a la política no pasan por limitar parcialmente la economía sin cuestionar el ordenamiento internacional del orden económico o el papel del pueblo frente al mercado. No basta con ello, es necesario reconstruir un nuevo orden político, armado con una legitimidad reforzada y capaz de actuar con una mejor eficacia a la hora de transmitir la voluntad ciudadana.

A esbozar las piezas claves de este le dedicaré los próximos posts, que iré subiendo a lo largo de los siguientes días. Porque cada una de esas dimensiones principales requiere un análisis profundo pero, en última instancia, se podría resumir en una idea: hay que democratizar las partitocracias actuales. Y democratizar en el sentido radical del término: traer el gobierno del pueblo por encima de los partidos, por encima de las empresas, de los consorcios y conseguir que el orden internacional responda al pueblo global.

democraciaSin duda no son cosas pequeñas, pero si algo ha mostrado la historia es que el pueblo, cuando actúa organizado y decidido, puede conseguir logros que serán recordados siglos después con envidia y admiración. Derribar regímenes monárquicos armados, extender derechos sociales, políticos y económicos, defender nuevos valores… Nada es imposible con trabajo, esfuerzo e ideas, compartidas y luchadas desde el conjunto.

Es hora de un cambio político que no sustituya solo a unos partidos por otros. Como se requería desde el 15-M, es hora de una democracia real… ¡y ya! Comenzando por un nuevo papel y espacio para la sociedad civil.

Costán Sequeiros Bruna

Y tú, ¿cuales crees que serían los cambios principales?

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