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Sociología

¿Cómo Funciona el Sistema Electoral Español?

Ahora que se acercan las elecciones, es importante saber cómo nuestros votos se traducen en una cantidad concreta de escaños en el Congreso. Así que vamos a echarle un vistazo al proceso.

Todo comienza con que nosotros vamos a un colegio electoral en un lugar concreto según estemos censados. Este colegio pertenece a una Circunscripción Electoral (básicamente, una Provincia), que es donde todo el proceso se da. Cada uno de nosotros vota a los representantes de un partido que se presenten en esa Circunscripción, con lo que en realidad, la mayor parte de nosotros no votaremos ni a Rajoy ni a Rubalcaba directamente. En sistemas electorales como el británico esto es muy importante, pero en el español no porque las listas son cerradas, y además los congresistas tienen la disciplina de partido que hace que tengan que votar lo que el partido quiera. Con lo que, básicamente, da igual un congresista de Pontevedra de un partido que un congresista de las Baleares del mismo partido.

Una vez se ha votado se juntan todos los votos de una Provincia y aquí es donde se aplica la famosa Ley D’hondt. Primero, en base al número de habitantes de una provincia se le asignan un número de congresistas (mínimo 2, excepto para Ceuta y Melilla que es 1). Una vez hecho eso, se reparten los escaños en base a una fórmula matemática que va asignando en base a mayorías: el que más tiene se lleva uno y se le resta una cantidad concreta de votos; después de esa resta, el que más tenga se lleva otor, y a este se le resta una cantidad de votos; etc. Así hasta que se han asignado todos.

Como es obvio, los partidos mayoritarios en cada Circunscripción se llevan más escaños como es natural. Pero esto, al aplicarse a nivel provincial y no de todo el país, deforma el resultado. ¿Por qué? Porque en provincias pequeñas se reparten pocos escaños. Imaginemos una provincia con poca población en la que se repartan dos escaños: uno iría para el partido con más votos, el segundo para el mismo (si la diferencia fue muy alta), o para el segundo con más votos. Esto hace que el tercer partido y siguientes, da igual cuantos voyos hayan cosechado, se pierden todos. Esto genera dos efectos:

Por un lado, causa un exceso de representantes de los partidos regionales. Esto se debe a que ellos tienen mucho peso en sus Comunidades, de modo que les es sencillo llegar a ser primera o segunda fuerza en esas provincias. Por ello, aunque su número de votos a nivel estatal es relativamente bajo, tienen muchos escaños.

Por el otro lado, deja a los terceros y cuartos partidos estatales muy debilitados. Es el caso tradicional de Izquierda Unida, que consigue muchos votos por todo el país, pero todos ellos dispersos, de modo que se traducen en escaños sólo en las provincias grandes donde hay muchos escaños a repartir, y se pierden todos los demás.

Como se ve, por ello, la culpa de la poca proporcionalidad del sistema no es tanto de la Ley D’hondt, como del hecho de que la circunscripción electoral sea la provincia y no el país completo (como pasa, por ejemplo, en las elecciones europeas, donde partidos como Izquierda Unida tienen mucho más éxito y los regionales muy poco).

Este es el modelo completo, pero hay dos elementos más que hay que explicar porque a menudo están mal entendidos. Por un lado, la abstención. Esta es importante, porque en la Ley D’hondt, el valor que se usa para calcular muchas cosas es la “población censada en edad de votar que haya votado”: osea, los que no se abstuvieron. Si te abstienes, por tanto, es lo mismo que si no existieses, lo cual reduce la cantidad de votos que se pierden con cada escaño entregado, y por tanto se beneficia a los partidos mayoritarios.

El otro elemento es el voto en blanco. Los votos en blanco y los nulos se computan juntos, pero se cuentan como votos emitidos, con lo cual no reduce el número de votos que se pierden con cada escaño. Sin embargo, estos votos blancos y nulos no se suman a nadie, de modo que realmente son los votos que salen del sistema. Su mensaje, y la lectura política que les corresponde es: “queremos votar, nos gusta la democracia, pero no ninguna de las alternativas”. Por ello, si llegan a ser suficientemente altos, pueden implicar que incluso queden vacantes escaños en el Congreso, al ser “asignados a nadie” según el modelo explicado.

Y con ello completamos este rápido vistazo a como funciona el sistema electoral español. Ahora, conociendo el sistema, ya podréis votar sabiendo las implicaciones de cada una de las opciones, y podréis interpretar los resultados cuando sean publicados.

Costán Sequeiros Bruna

Estos son los comentarios del antiguo blog:

post 98-1

post 98-2

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