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Crítica de Serie: House of Cards

Primero Aaron Sorkin nos mostró cómo debía ser la política en su Ala Oeste de la Casa Blanca, que ilustraba perfectamente el funcionamiento del sistema político americano y cómo debían comportarse sus diferentes piezas si fuesen más o menos ideales. Tras él, Berlanti nos ofreció la breve Political Animals, que bien podría ser considerada el Ala Este de la Casa Blanca, y que nos mostraba el precio personal del poder.

Ahora, un nutrido grupo de guionistas y directores nos ofrecen House of Cards, la puesta al día americana de una mini-serie anterior británica, y que bien podría llamarse las Cloacas de la Casa Blanca.

En gran medida, House of Cards es el opuesto al Ala Oeste de la Casa Blanca, ya que nos ofrece lo contrario al mundo ideal. Ya desde su planteamiento (es una historia de venganza), lo que nos aleja es del mundo ideal de la política y la negociación de los partidos en el marco de las instituciones. Al contrario, lo que nos lleva es a encontrarnos de cara con los aspectos más cínicos y descarnados de la política: la presión, el chantaje, la manipulación, la ambición…

Es importante recalcar que no es realista, en la misma medida que el Ala Oeste no lo era. En política, ni todo es negro ni todo es blanco. Pero el discurso que se puede entresacar de la serie si es realista, y si es aplicable perfectamente al mundo en el que vivimos, porque el poder en su perspectiva más cínica si que existe, y la visión maquiavélica del mismo no está demasiado alejada de la verdad de muchos políticos.

Así que salteadas a lo largo de la serie nos encontramos continuamente elementos vitales del funcionamiento del poder: la necesidad de tener gente leal sea o no adecuada, la capacidad de seducir o de ser generoso como fuente de poder, o los límites y formas de enfrentarse a los problemas. Todo entremezclado con el propio funcionamiento de las instituciones políticas, de los sindicatos, la prensa, etc. porque el poder no existe en un vacío, sino que existe según cómo se utilice, dónde se utilice, con quien… y eso, a menudo, pasa por el condicionamiento de las instituciones.

Así que, cuando nos sentamos ante un capítulo de House of Cards, más allá de la trama o la brillante interpretación de Kevin Spacey, nos sentamos ante un trago amargo de cómo el mundo de la política funciona a menudo. Pero, más importante, cómo se justifica a sí mismo para creerse una forma de trabajo válida y una aproximación adecuada. A menudo, como en El Ala Oeste de la Casa Blanca, importa mucho más lo que se dice y cómo se dice, que lo que se hace. Al fin y al cabo, ese es el mundo de la política.

Costán Sequeiros Bruna

Y tú, ¿qué opinas de esta serie?

2 replies on “Crítica de Serie: House of Cards”

Ahora toca recomendar la segunda temporada (y final) de la serie, que narra no sólo la continuación, sino un montón de cosas adicionales respecto al poder, el conflicto, el precio, los daños colaterales, y la manipulación. Economía versus política brillantemente mostrada en 13 capítulos.

A estas alturas, todos sabemos que la segunda no fue la última temporada. Vamos por cinco y quizás se renueve para la sexta. Es interesante el desarrollo, aunque señalando que los límites de lo creíble son empujados cada vez más lejos, de modo que muchos elementos son cada vez menos creíbles. Pero eso no quita que la serie sigue teniendo muchas reflexiones e ideas muy interesantes.

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