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Crítica de serie: The Crown

The Crown - portadaThe Crown es la serie que narra como la reina Isabel de Inglaterra llega a su puesto y cómo es reinar a partir de entonces durante la época de mediados del siglo XX. En línea con el cine más intimista, es una serie lenta, muy pausada, sin grandes momentos de tensión o de drama, que se toma su tiempo para ir desarrollando el ambiente y los personajes con cuidado. Los actores cumplen muy bien, el guión está bien llevado en su estilo, la fotografía, ropajes y dirección están muy bien y las localizaciones igual. El resultado con ello es una serie que es como una biografía, lenta y bien llevada, que vale la pena.

Sociológicamente si que es más relevante, ya que trata muchas cosas que todavía nos afectan hoy en día. Así, como con todas las obras históricas, una primera parte de interés sociológico se encuentra en cómo The Crown retrata una época distinta a la nuestra, permitiendo así contrastar los cambios sociales que han ido ocurriendo. Igual que en Mad Men, por ejemplo, cosas como el papel de la mujer son muy relevantes en la serie, si bien quizás no tanto como en la serie de los publicistas ya que ellos están más en contacto con el “mundo diario”. 

Pero el cambio social es en The Crown uno de los aspectos de mayor interés para mi, en la medida en que es uno de los ejes argumentales de la serie: la necesidad de la modernización de la corona británica. Esto lanza directamente a la arena multitud de elementos sociales de importancia, como la sacralización de los símbolos en el capítulo relativo a la coronación, los debates constitucionales en torno al papel de la corona y del gobierno, la educación, etc. Todo ello refleja el modo en que una institución obsoleta como es la monarquía debe enfrentarse a un tiempo nuevo, cambiando inercias ancestrales, luchando contra tradiciones y, a menudo, también cediendo a las mismas.

Porque uno de los aspectos más claros de The Crown es precisamente la relación entre gobierno y corona y cómo, en buena medida, las manos de la monarca están atadas. La corona es la institución dignificada y no la eficaz (que es el gobierno), de modo que lo que se espera de ella es que no haga nada y aparezca en las fotos, pues su papel es simplemente el de ser un símbolo de unión para la Commonwealth… pero bajo eso, sigue habiendo una persona que vive, y además que debe actuar en ocasiones.

Y otro de los aspectos centrales de la serie es precisamente el modo en que las personas en esas posiciones tan simbólicas (como el emperador japonés) no tienen realmente una vida propia como tal. El día a día es una sucesión de lo que hay que hacer, lo que hay que decir, etc. a menudo ni siquiera porque ellos quieran sino porque es dictado por otras instituciones o por las necesidades de la opinión pública. The Crown muestra así el peso de la corona que, continuamente, exige cosas que la persona bajo la misma no querría hacer: palabras a traicionar, amigos y aliados a los que hacer daño, etc. todo no por el poder, sino por la apariencia.

Porque siendo una institución principalmente simbólica, la apariencia lo es todo. El escándalo se convierte así en la mayor amenaza a la que se enfrenta la corona continuamente, como muestra que el Duke de Windsor tuvo que abdicar la corona a favor de su hermano por querer casarse con la mujer que amaba (y que estaba divorciada).

Lo cual engancha directamente con los numerosos discursos que tiene en torno a la modernización, especialmente de los medios de comunicación. El modo en que los periódicos dan santicidad o no a la corona, el hecho de que se retransmitan cosas por televisión, todo eso abre y expone a la corona al mundo real, y despierta muchos miedos de que se pierda su poder simbólico. Pero es a la vez inevitable, en un mundo donde los medios de comunicación crecen a toda velocidad, llegando más lejos y más fuerte que nunca, cambiando con ello los usos y costumbres de una corona anclada en el pasado.

Todo esto hace que The Crown, aunque no sea una serie que probablemente enganche a nadie durante horas y horas sin poder despegar los ojos de la pantalla, si es una serie que vale la pena ver y digerir con la tranquilidad que ella misma tiene. De ese modo pausado, da tiempo a reflexionar sobre algo tan importante como es el cambio social en el mundo en el que vivimos.

Costán Sequeiros Bruna

Y tú, ¿qué opinas de The Crown?

One reply on “Crítica de serie: The Crown”

A nivel sociológico, la segunda temporada es probablemente menos interesante que la primera. Al fin y al cabo, buena parte de los planteamientos sociales son más sencillos o ya están vistos, después de la historia de cómo la Reina llega a serlo, de modo que la temporada es en mayor medida un drama más clásico sobre las vidas de sus protagonistas. Sigue teniendo capítulos interesantes sociológicamente, como los dedicados a diversos escándalos, pero con menor enjundia de lo visto con anterioridad.

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