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Crítica de Videojuego: The Political Machine 2012

The Political Machine 2012 nos pone en la piel de uno de los candidatos a las elecciones a la presidencia norteamericana en 2012, pudiendo escoger entre los diversos candidatos reales o crear el nuestro propio. A nivel de jugabilidad, el juego es un poco pobre, pero desde la perspectiva sociológica tiene algún elemento interesante.

El primero es el énfasis que pone en la disparidad del campo de batalla. Estamos habituados a que un candidato electoral europeo más o menos lleve el mismo discurso vaya a donde vaya en campaña, llenando los lugares a donde va con sus propios seguidores. En las elecciones americanas esto no pasa, ya que los candidatos se van a dar discursos a distintas zonas del país y en cada una de ellas priman/importan ciertos elementos, completamente distintos a los de otros sitios, de modo que los discursos sobre temas de seguridad quizás son los que abundan en los meeting en Texas, mientras que hablar de inmigración quizás centrase los que tienen lugar en Florida, etc.

A mayores, los discursos son dados delante de los seguidores, pero también muchas veces se acude a la sociedad civil, a organizaciones importantes localmente. Se trata de ganar su favor y, al hacerlo, conseguir que ayuden a los miembros de la campaña en la zona, o que donen dinero. En esas ocasiones, por tanto, los discursos se dirigen a ese colectivo concreto (sindicato de cineastas en California, ganaderos en Wisconsin, etc.) con lo que se habla de los temas que les interesan a ellos.

Otra parte que el juego refleja bien, aunque quizás un poco escaso, es el papel de los medios de comunicación en las elecciones. A diferencia de España, donde los medios sólo ponen los anuncios y retransmiten unos debates muy preparados de antemano y encorsetados, los medios de comunicación norteamericanos son más libres, de modo que los debates incluyen elementos polémicos, preguntas incómodas, etc. Y no sólo los debates, sino también las entrevistas que se conceden en los talk shows de por la noche en horario de máxima audiencia. Los políticos norteamericanos deben saber, así, discutir y debatir en público, ajustarse a las demandas de los medios de comunicación y salir victoriosos, mientras que la cercanía de los medios a los partidos tradicionales en España les hace eso demasiado suave a los políticos españoles.

Uno de los aspectos que mejor relata, sin embargo, es la existencia de feudos. Aunque a nivel de discurso se habla siempre de conquistar a todos los estados americanos, la verdad es que las campañas raramente lo hacen. Por la ideología y posiciones de los candidatos, hay Estados que se inclinan siempre hacia un candidato, de modo que gastar recursos en dar discursos o pagar anuncios ahí no se suele hacer, al no valer la pena la relación coste-beneficio. La afinidad del centro/sudoeste con el Partido Republicano y del noreste con el Demócrata es una pieza muy importante a la hora de diseñar las estrategias de los partidos.

El juego, sin embargo, deja fuera un aspecto importante de las elecciones americanas: la guerra sucia. La lucha por sacar a flote los trapos que el oponente quiere ocultar, dañar su imagen y desprestigiarle apenas aparece en el juego y, sin embargo, tiene una presencia importante en una campaña electoral americana.

También está bastante ausente el papel de la financiación, uno de los pilares de toda campaña electoral americana. Reunir fondos es una de las tareas principales que todo candidato debe saber llevar adelante y cómo se gastan en anuncios, instalaciones, personal… con el papel central también de la maquinaria del Partido en este aspecto apenas aparecen de refilón en el juego, cuando ha sido motivo del abandono de muchos potenciales presidentes y base del encumbramiento de otros.

Y, tratándose de las elecciones de 2012 (las segundas de Obama), la parte de redes sociales no aparece cuando, en cambio, fueron la base de la elección del Presidente en 2008. Así, un aspecto central de la comunicación política de las elecciones en el siglo XXI apenas ha sido contemplado.

De modo que, aunque el juego muestra algunas de las cosas importantes del sistema electoral democrático norteamericano, deja más fuera que dentro e incluso lo que representa lo hace de modo simplón. Hay fuentes mejores con las que aprender divirtiéndose, como El Ala Oeste de la Casa Blanca.

Costán Sequeiros Bruna

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