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Reflexiones personales

Deshumanizar al otro

Deshumanizar al otro, el proceso por el cual una persona deja de ser persona a ojos de otros.
Deshumanizar al otro.

Mira a tu alrededor y verás que la sociedad está compuesta por millones de personas, con sentimientos, sensaciones, dudas, miedos, gente que les quiere, problemas… en resumen, con vidas, como tú o como yo. Esa es una verdad innegable. Hay muchas cosas más en la sociedad que personas: instituciones, conceptos, valores, hechos sociales… Pero en cuanto a gente se refiere, solo hay personas. Y esta es una verdad muy incómoda para muchas cosas que ocurren en la sociedad.

Ahi es donde entra deshumanizar. Deshumanizar es el proceso por el cual se le quita a una persona la categoría mental de persona, de humano, y se le asigna en su lugar otra categoría para poder realizar ciertas acciones sobre ella justificadamente. Es el extremo más grande al que lleva la diferenciación entre nosotros (las personas) y ellos (las no personas).

Primero, debemos tener una categoría mental que nos sirva para ello. Por suerte, el propio funcionamiento del cerebro nos ayuda en ello ya que se basa en arquetipos y estereotipos, de modo que cada persona que vemos siempre le asignamos un arquetipo (o más) en base a lo que nos han inculcado sobre esas personas. Y, una vez percibimos a esa persona a través del arquetipo, actuamos con relación a esa persona a través de los métodos que nuestro arquetipo define como apropiados (a una persona mayor intentaremos cuidarla, de un criminal nos alejamos, etc.).

Ahora que tenemos un arquetipo hemos de dar el siguiente paso: deshumanizar a ese arquetipo. A través de una serie de caminos y métodos, nos han enseñado quienes son los nuestros y quienes no, y a aquellos más perniciosos les negamos el rango de humanos. De momento, no tiene por qué ser negativo, pero es sin duda un hecho importante.

El uniforme de los cuerpos de policía sirve para deshumanizar al que lo lleva, y al que está frente al mismo.
Deshumanizar a través del atuendo: el caso del uniforme.

Un clásico ejemplo son los uniformes, en especial de la policía. Cuando un agente está de uniforme, no es la persona con su vida que lleva adelante su trabajo, está actuando como un representante corpóreo de los sistemas de represión y protección del Estado. Sea evitando un crimen, o dando una paliza a un disidente, el agente ha sido deshumanizado, y se ha convertido en una pieza del engranaje que es el aparato político que gobierna un país. Al hacerlo se le asigna un número de placa, un uniforme igual al de todos los demás (a menudo incluso con protectores o máscaras faciales) y su individualidad como persona desaparece bajo la fachada que el Estado ha creado con él y todos los que son como él. Así, cuando estamos en una manifestación y vemos una hilera de antidisturbios, escudo en mano, casco bajado y avanzando, no estamos parándonos a pensar sobre las vidas de cada uno de ellos, dudas y miedos… no son personas, son un ejército que viene a imponer lo que les hayan ordenado.

Pero ese es un proceso bidireccional. Deshumanizados como están, los que llevan el uniforme pasan a actuar con una cierta deshinibición de las normas morales normales. Al fin y al cabo, solo están cumpliendo órdenes, es un trabajo, las decisiones las toman otros… y todo el resto de posibles razonamientos. De hecho no fue hasta Nüremberg (si no recuerdo mal) que se tipifica que un soldado debe llevarle la contraria a su superior si este le da una orden inaceptable, o sino es responsable de los actos que lleve a cabo mientras cumple esas órdenes.

Pero el policía no solo se siente una parte del cuerpo general de la policía a la que pertenece, sino que ante él no hay una manifestación de ciudadanos pacíficos con una serie de vidas, valores y conceptos… ante ellos hay un otros diferente: maleantes, independistas, extremistas, etc. Cada conflicto usa una u otra narrativa, pero lo que importa es que igual que los manifestantes tienen un arquetipo deshumanizado para el cuerpo de policía, el cuerpo de policía también lo tiene para los ciudadanos que tiene delante.

Y esto es terrible. Porque al deshumanizar al otro, al retirarle el rango de persona, cualquier cosa vale. Cosas que consideramos inmorales o reprobables con otra persona, dejan de serlo cuando no lo haces a una persona. Al fin y al cabo, matar está mal, pero matar a un cerdo para comer no se considera matar en esos términos morales. Y si ese individuo frente a ti no es un individuo, sino que es un ente abstracto personificado (un inmigrante, un policía, un manifestante, un judío…) nuestra moral no entra en juego ni lo hace nuestra empatía; al fin y al cabo, empatía es ponerte en el sitio de la otra persona, pero si lo que tienes en frente no es una persona, no tienes que ponerte en su sitio, ni entender su sufrimiento, ni respetarlo.

Menciono a los judíos porque uno de los casos más extremos y brutales de deshumanización es el Holocausto. Cuando en vez de ver a una persona ves a un judío, adecuadamente emblemado con esa estrella en la banda, tienes permiso como miembro de las SS para hacer lo que quieras. Al fin y al cabo, lo estás haciendo por el bien de tu país, de tu gente, por la pureza de los tuyos y para eliminar a los judíos que son los culpables de todos los males. Son monstruos, tu deber es limpiar el mundo de esos monstruos. ¿Qué puede haber de malo en ello? Salvo, claro, cuando entendemos que esos “monstruos” son seres humanos como tú o como yo, entonces no podríamos gasearlos ¿no?

Los conflictos, de clase o del tipo que sea, se alimentan de deshumanizar al otro, para poder llevar adelante el conflicto sin remordimientos.
Cualquier conflicto, como el conflicto de clases, se alimenta de deshumanizar al rival.

Sin llegar a esos extremos, deshumanizar al otro es un fenómeno enormemente extendido en la sociedad, allá donde hay un conflicto entre dos o más partes. El ejemplo del policía y los manifestantes es muy visible, pero podríamos usar muchos más. En el conflicto de clase clásico, tu jefe desaparece bajo el logo de “burgués opresor y acaparador” mientras que él puede explotarte impunemente porque eres “un sucio obrero”. Se puede echar a los inmigrantes del país porque no son personas que huyen de situaciones de penuria en sus países de origen (como guerras) sino que son entes que vienen a robarnos el trabajo y a vivir a nuestra costa y hacérnoslo pasar mal.

Allá donde un colectivo choca con otro y le echa la culpa de sus males, inmediatamente se lo deshumaniza en distinto grado. Porque el otro se ha convertido en el enemigo, y para poder luchar contra el enemigo es importante hacer lo que haya que hacer… aunque eso no fuese algo apropiado para el resto de personas. ¿Desahuciar a una familia que no tiene donde vivir porque no tienen trabajo? No son personas, solo son cifras en una base de datos de impagos, ejecutad un comando de ordenador y listo.

Y así, al reducirnos a todos unos a otros al rango de “cosas”, es como nosotros mismos renunciamos a la humanidad que se supone que atesoramos. Porque, bajo todos los uniformes, todas las máscaras, todos los arquetipos, al final solo hay humanos. Como tú, o como yo.

Costán Sequeiros Bruna

Y tú, ¿qué opinas de deshumanizar a los demás?

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