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Reflexiones personales

El Cambio y la Lucha en la Sociedad

Heredera de CambioSocialla conversación de anoche, es hora de ahondar en los mecanismos de cambio de la sociedad. Desde el principio de este blog, uno de los temas centrales siempre han sido los mecanismos de dominación y el poder de las élites, que incluso bautizan al blog. Y no es para menos. Pero, ¿cómo puede existir cambio en las sociedades controladas por las élites en el poder? Obviamente, ¡ellas están en contra de todo cambio!

Y, en efecto, así es, pero ellas no pueden controlarlo todo. En las sociedades el cambio viene normalmente de abajo a arriba, de élites que no son y quieren serlo hacia las que sí lo son. Así lo explicó Pareto, por ejemplo, en su teoría cuando dice que “la historia es un cementerio de élites”. Y un vistazo a la historia le da bastante la razón: los burgueses lideraron gran parte de los cambios sociales del siglo XVI, los ilustrados lideraron al pueblo francés en el siglo XVIII, etc. Pero, ¿qué es lo que hace que puedan en un momento dado derrotar a la élite en el poder y no en otro?

Para entender eso, hay que bajar más la escala. Foucault ya nos explicó que el poder en una sociedad radica en los miembros de la misma, en la masa que acepta el sistema y entre si lo apoya y transfiere su poder a las instituciones y organismos legitimados. En las sociedades actuales, eso ocurre principalmente mediante el voto, pero también aceptando y acatando las leyes, comportándonos tal como está reglado, etc. Así es como el poder mantiene su control, ya que es más importante cómo conforma nuestras identidades y lo que nos gusta que sus medios de imposición. El poder construye nuestras personalidades a su gusto.

1318675228_581822_1318702794_album_normalEntonces, ¿cómo llegamos al cambio? Porque el poder no es perfecto a la hora de conseguirlo, sólo lo intenta. Siempre existen rebeldes, antisistemas, opositores. Y, a mayores, existen cambios estructurales de consecuencias imprevistas: cambios en la forma de producción, nuevos modelos familiares, etc. Estos cambios normalmente no aparentan ser contrarios a los poderes establecidos, incluso a menudo son propiciados por ellos mismos (por ejemplo, Internet es un cambio estructural brutal, creado por el ejército norteamericano), sólo que una vez suelta la pelota en la ladera, va cogiendo inercia y fuerza, cambiando la forma de pensar de la gente de formas inesperadas.

Y aquí regresamos a los antisistemas, rebeldes, intelectuales críticos y demás: esos cambios estructurales son los que posibilitan que los discursos calen en la gente, en la medida en que sirvan para explicar y dar salida a las inquietudes de los ciudadanos, y organizarlos. Así, armados con los argumentos necesarios, y la imagen de a dónde quieren llegar, los ciudadanos pueden avanzar.

Pero, hay un último elemento que debe confluir: la deslegitimación del sistema como tal. No vale que no nos gusten los partidos políticos, o los banqueros, o las multinacionales. A la hora de cambiar de modo real, hace falta que el sistema como conjunto comience a deslegitimarse. De no ser así, las alternativas que surgirán para cambiar las cosas tendrán que jugar con las reglas del sistema, lo cual hace que por el camino su potencial revolucionario va a ser truncado: partidos políticos que necesitan financiación para conseguir campañas y que, por ello, deben favores; plataformas de la sociedad civil que necesitan acceso a los medios de comunicación para difundir su mensaje, pero este mensaje es pervertido por dicos medios, etc.

orga-8934Por tanto, necesitamos la confluencia de las tres cosas: cambios estructurales que ofrezcan la posibilidad y abran la puerta, ideas que sirvan de alternativa y destino a lo que tenemos, y un sistema deslegitimado que la gente crea que debe ser modificado. Ante esas tres piezas, colocadas en su sitio, el cambio social puede alcanzar su máximo exponente, así es cuando cambian sistemas políticos, se producen revoluciones, etc. Si no se consiguen las tres piezas, el sistema seguirá siendo estable, hará modificaciones menores para ajustar una u otra dimensión crítica, pero continuará avanzando tal como lo está haciendo.

Y, hoy día, ¿dónde estamos? Desde luego, está claro que tenemos los cambios estructurales: el mayor acceso que nunca a la información, el crecimiento de la transparencia, medios de comunicación más difíciles de controlar centralmente,… Sin embargo, el sistema aún no está deslegitimado como tal, aún hay gente que cree que es culpa de los políticos o los banqueros, en lugar de un sistema completamente desequilibrado que precisamente da la opción a políticos y banqueros de aprovecharlo a su favor y en contra de los ciudadanos. Lamentablemente, lo que más nos falta es una imagen de a dónde queremos llegar, incluso los sectores más deslegitimizadores no tienen claro a dónde quieren ir, como muestra la falta de un ideario claro en movimientos como el 15-M u Occupy Wall Street. Existen ideas en el aire (democracia participativa, anarquismo en red, etc.) pero, de momento, no han conseguido suficiente poso como para que la sociedad como conjunto las acepte como destinos deseables, en vez de sólo sectores menores dentro de ella.

Por tanto, podríamos decir que tenemos la mitad del camino andado: conseguimos el cambio estructural, tenemos la mitad de la deslegitimación del sistema (deslegitimado está, pero no como conjunto, hace falta la transferencia final) y tenemos un ideario que puede servir pero no ha calado en la población. El resto, trabajo de concienciación de la población, de lucha y oposición con las herramientas de la razón y el convencimiento, deslegitimando al sistema un poquito más cada día y con cada escándalo, resistiendo los intentos del sistema de relegitimarse, y solidificando la ideología a la que queremos llegar.

¿Fácil? Desde luego que no, pero la verdad es que las cosas fáciles no suelen ser las que importan.

Costán Sequeiros Bruna

Y tú, ¿qué opinas?

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