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Explicando tu vida

El Eterno Aumento de Nuestros Gastos

Finalmente has conseguido ese ascenso que tanto ansiabas, y podrás empezar a pagar las hipotecas con comodidad, llegar holgados a fin de mes, quizás incluso ahorrar un poquito. ¿No? Pues no, la verdad es que no, pasas a gastar más, a endeudarte más, ¿por qué? ¿Por qué ese aumento de gasto cuando eras ya más o menos feliz con lo que gastabas antes? Cierto, algun caprichito te hubiera gustado, ¿pero todo el aumento de sueldo hacía falta?

La respuesta es que no, no hacía falta, sólo que aquí convergen dos procesos combinados que nos impelen a gastar cada vez más, desaforadamente. No importa cuánto gastes, sólo importa gastar cada vez más. Uno de estos efectos es psicosocial, el otro macrosocial. Vamos a verlos.

Psicosocialmente, el impulso que nos lleva es parejo, aunque básicamente tiene que ver con la comparación. En nuestra vida en sociedad, nos comparamos continuamente con quienes nos rodean, intentando demostrar ser superiores, agradar, ser queridos. Y en las sociedades modernas, como analizó Veblen, la comparación que se emplea es básicamente la pecuniaria, osea, el vil gasto. Las relaciones entre la gente hoy día son demasiado fugaces y a menudo superficiales, de modo que el gasto claro y visible en ropa, complementos o actividades es lo que nos permite indicar la fuerza de nuestra posición en la sociedad, nuestro éxito. Así que podríamos decir que gastamos más para demostrar un mayor éxito sobre nuestros vecinos y compañeros de trabajo.

Pero no sólo eso, debido a que en general no nos comparamos sólo con los de nuestra clase, sino con los de la superior. Queremos ser como ellos, tener sus objetos, sus experiencias, sus vidas (de ahí el éxito de la prensa rosa, por ejemplo). Así que nos comparamos con ellos y como gastan más, debemos gastar más para alcanzarlos porque, como vimos antes, la comparación se basa en el gasto. Pero el problema radica en que, si los alcanzamos, pasamos a compararnos con la categoría superior a la que tenemos, de modo que procedemos a necesitar gastar más de nuevo para alcanzar a los que están por encima de nosotros y, así, progresar.

El otro lado que nos afecta, el macrosocial, fue muy estudiado por Merton. Las sociedades otorgan a sus miembros una serie de objetivos sociales a alcanzar y una serie de métodos para alcanzarlos (ya trataremos los métodos en otro momento). Antiguamente, a cada clase social se le otorgaban una serie de objetivos adecuados a ella, alcanzables: un campesino buscaba labrar sus tierras y llevar una vida tranquila en su pueblo, un noble buscaba aumentar sus títulos, un monje quizás llegar a abad o incluso progresar en la Iglesia. A un campesino, ciertamente, no se le ocurriría soñar con llegar a ser Rey, eso sólo sale en las películas de Hollywood.

El problema es que en las sociedades modernas, con la televisión emitiendo lo mismo para todo el mundo, a todos nos venden los mismos objetivos: ser ricos y famosos. Nos enseñan que hasta el más tonto del pueblo puede llegar a ser rico por una herencia, y el hijo tirado de padres alcohólicos llegar a estrella de rock; y hay casos que lo prueban, ciertamente, una minoría tan super-minoritaria que es despreciable estadísticamente, pero cuyo éxito nos repiten a bombo y platillo a diario. Si ellos pudieron, ¡tú puedes lograrlo, con la habilidad adecuada y un poco de suerte y trabajo!

Mentira. Socialmente, el ascenso vertical de clase es hoy en día ciertamente más fácil que en el pasado, lo cual no implica que sea fácil o incluso probable.

Y el ascenso, como vimos antes, se mide en capacidad de gasto. De manera que la sociedad misma nos impulsa a gastar, porque el dinero es el objetivo social dominante por excelencia hoy día. Y, de hecho, casi únicamente. Ganar dinero, gastar dinero. Más y más y más.

Es por todo esto que, siempre que podemos, aumentamos los gastos de nuestra casa. Que entramos en hipotecas a largo plazo para irnos de vacaciones a Cancún en vez de a Valencia, y tener un BMW en lugar de un Seat. Gastar, gastar y gastar. Es lo que nos vende la televisión con anuncios, con series que incluyen a gente que tiene de todo, con programas que muestran novedades a visitar en el cine… Gastar. Porque con el gasto demuestras tu superioridad y alcanzas el éxito en la sociedad.

Una enorme falacia, ciertamente, pero con una campaña publicitaria a su favor apabullante. Así que gastamos, y gastamos, y gastamos, más y más, sin control, sin parar, sin razonar.

Costán Sequeiros Bruna

Y tú, ¿qué opinas de esto?

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