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Reflexiones personales

El Fin del Paso de las Edades

Antiguamente, el tiempo vital de una persona estaba claramente estructurado gracias a las ceremonias religiosas. Usaré el ejemplo del cristianismo para ilustrar esto, ya que todo el mundo lo conoce.

Nacías, y te bautizaban. Cumplías la infancia temprana y comenzabas a trabajar, y hacías la comunión. Te convertías en joven y hacías la confirmación. Te volvías independiente y generabas tu propio hogar con el matrimonio. El siguiente paso nunca lo veías, pero el funeral era importante para cerrar el ciclo a ojos de todos los demás de la sociedad. Obviamente, la vida de una persona tiene fases que no aparecen aquí, especialmente tras el matrimonio, pero a efectos sociales no son relevantes, dado que su lugar en la sociedad más o menos va a permanecer igual. Como mucho, el inicio del nuevo ciclo para los hijos marca también pasos para los padres.

Pero bueno, en cualquier caso, eso era un ejemplo ilustrativo. Lo que importa es que, antiguamente, toda persona sabía en qué fase de su vida se encontraba, qué deberes y derechos tenía en ella, y qué cabía esperar de la misma. Pero eso ya no es así, como han dicho ya muchos sociólogos y antropólogos.

Hoy día eso ya no es así. ¿Dónde acaba realmente la infancia y comienza la adolescencia? ¿Y la juventud cuando da paso a ser un adulto joven? ¿Y de un adulto a un hombre mayor? Sigue habiendo algunas marcas en el camino, como la entrada en los diferentes grupos de estudios (preescolar, primaria, secundaria y superior), la mayoría de edad y el retiro, pero ya no son suficientes para explicar cómo se debe comportar el individuo en cada momento, qué guía debe seguir.

Y, para complicar esto más, la televisión y los medios de comunicación nos venden que, independientemente de la edad que tengamos, la edad perfecta a la que aspirar son los 20-30. Los mayores quieren parecer jovenes y se visten como adolescentes, se maquillan, usan cremas. Los adolescentes quieren parecer mayores, y fuman, se visten como mayores, y hacen “cosas de mayores” (como beber). Se buscan unos límites que no corresponden a sus edades, ni a lo que debieran hacer en ellas, y ello genera las famosas crisis de los 20, 30, 40, 50, y todas las demás que han ido apareciendo.

¿Cuándo aprenderemos dónde nos corresponde estar, sin que una fuerza exterior nos lo diga? Lo cierto es que depende de la fuerza de voluntad del individuo, capaz de resistir y analizar críticamente los mensajes que mandan desde los medios de comunicación, pero también de todas partes a su alrededor. Pararse a pensar, y sentir, que cada edad es especial, y tiene sus propias cosas que probar y experimentar. Estancarse en una implica rechazar los dolores y placeres de las otras, y eso implica rechazar un poco lo que es ser humano, no aprovechar la vida “a tope”.

Costán Sequeiros Bruna

Estos son los comentarios del antiguo blog:

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