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Reflexiones personales

El Mandato Representativo vs el 15-M

La historia de la construcción de la democracia es la historia de la construcción de un tipo de mandato u otro, pues esta es la base de los distintos modelos. Así, el primero que existió fue el mandato imperativo, según el cual la gente elegía a los candidatos de modo directo, y estos eran responsables antes sus votantes. Además, estaban obligados a actuar conforme los deseos de sus votantes, y por ello carecían de independencia.

Entonces llega John Stuart Mill, y comienza a exponer que ese era un sistema equivocado. En un mundo enormemente iletrado e inculto, dejar que el pueblo decidiese era peligroso e inadecuado. Por el contrario, los líderes políticos debían tener independencia una vez elegidos para actuar según considerasen necesario. Gracias a ello, los políticos (que debían ser una élite cultural, ideológica y por capacidad) podrían tomar las mejores medidas para la sociedad como conjunto, incluso contra los deseos de un pueblo mal formado. Se creó así el sistema de mandato representativo, que rige hasta el día de hoy.

Así, la democracia se creó como un sistema para eliminar a una oligarquía (gobierno de un grupo cerrado): la nobleza. Sin embargo, en su lugar instauró otra, ya que los partidos políticos se volvieron independientes de su electorado y comenzaron a desarrollarse con sistemas de promoción internos. Así, la partitocracia se convirtió en el centro del desarrollo de los políticos, premiando no a los mejores sino a los que mejor sabían competir con los demás y pegar puñaladas traperas. Con ello se anuló el sistema de Mill en su justificación, porque los políticos demostraron no ser necesariamente más aptos para el gobierno que los demás (su bajo nivel formativo, donde muchos sólo tienen educación secundaria, es claro en este sentido). Se convirtieron en una clase por derecho propio, y así se convirtieron en una oligarquía para sustituir a la que había sido eliminada.

Ahora, muchos demandan que la sociedad regrese a un mandato imperativo, que permita a un pueblo mucho más formado controlar eficazmente a sus políticos. Así aparece en muchos de los autores que defienden los modelos de democracia fuerte o participativa, por ejemplo.

Sin embargo, creo que hay que ir más allá. Para lograr una sociedad verdaderamente democrática no debemos regresar a un mandato imperativo (que, desde luego, es mejor que el representativo, eso si), sino que debemos desarrollar un nuevo mandato democrático. Uno no basado en transferir nuestra capacidad de decisión a unos políticos con mayor o menor independencia, sino que se base en que nosotros mismos decidamos democráticamente. La participación directa, que se puede canalizar de muchas maneras gracias a los nuevos modos de comunicación, ya está siendo empleada para conocer nuestros gustos, para sondear nuestras opiniones, etc. Ahora sólo hace falta que esas opiniones se transformen en medidas políticas, como ocurre en el caso de Islandia.

Sólo cuando deje de haber mandatos de cualquier clase existirá democracia, porque un mandato siempre implica una jerarquía de un tipo u otro, y con jerarquía no puede existir una igualdad, necesaria para una democracia sólida y participativa. No estoy abogando por la anarquía, que creo que no funcionará jamás, sino en un modelo de sociedad más horizontal, donde todos decidan de un modo directo en los asuntos de importancia para la sociedad. Esta sería así la base para un “nuevo mundo”, más legítimo y probablemente justo. Obviamente, tendrá sus propios problemas, dificultades e injusticias, pero al menos habrá dejado atrás un buen puñado de los problemas del actual.

Costán Sequeiros Bruna

Estos son los comentarios del antiguo blog:

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