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Reflexiones personales

El Poder del Miedo

Hace unos días expuse cómo la confianza es la base necesaria para construir cualquier sociedad. Pues bien, hoy toca exponer la otra cara de la moneda, el miedo. El miedo es una de las emociones primordiales del ser humano y surge ante la sensación de falta de control de nuestras vidas, de la existencia de amenazas que nos sobrepasan, del riesgo a una pérdida irreparable inmediata, etc. Es un instinto gravado en la parte más primitiva de nuestros cerebros, que nos impulsa a correr, a ponernos a salvo, a protegernos del peligro y nos llena de adrenalina para enfrentarnos a lo que viene. Sin embargo, aunque a nivel individual es útil, a nivel social es desastroso.

Cuando la gente tiene miedo, su primera preocupación es la supervivencia suya y de aquellos que quiere. El mundo se puebla de amenazas contra las que poco puede hacerse, y la confianza en la capacidad de la sociedad para hacerlas frente se mengua. Inevitablemente, crece el egoísmo, ya que la gente se centra en su propia supervivencia y la del conjunto, y la atención se enfoca en las necesidades más inmediatas y básicas.

En los casos en que el miedo se extiende y abarca al conjunto de la sociedad y llega a niveles muy elevados, Naomi Klein dice que la sociedad entra en estado de shock. Una sociedad entra en este estado ante las grandes tragedias, como las guerras, los huracanes, etc. que llevan el miedo al corazón de porciones muy amplias de la ciudadanía, destrozan las instituciones, anulan a los mediadores. Al hacerlo, la sociedad deja de vigilar las condiciones en las que viven: los discursos de los políticos suenan lejanos, las noticias internacionales no importan, el mundo entero se centra en entender lo que ha ocurrido y en luchar contra la sensación de impotencia. El mundo ha dejado de funcionar como la gente creía, los planes de futuro hechos se derrumban y la vida debe construir un nuevo camino y un nuevo sentido que integre las brutales experiencias que la sociedad está pasando. Por ejemplo, es lo que ocurrió en Nueva Orleáns después del Huracán Katrina.

Ante esta situación de desamparo generalizado, cualquier medida y cualquier respuesta que suene razonable es rápidamente aceptada por la sociedad, que necesita una explicación para la tragedia y un plan de futuro. Las medidas que horas antes hubieran sido protestadas y rechazadas con manifestaciones y movilizaciones de pronto son aprobadas entre la aclamación de algunos y la incapacidad para movilizarse de muchos otros, absortos en sus tragedias. Es lo que ocurrió con las leyes que reducían los derechos civiles en Estados Unidos en nombre de la Guerra contra el Terror, después del 11-S.

Los medios de comunicación juegan un papel importante en la historia del miedo. Primero, porque el miedo vende periódicos: es un tema importante, se habla de él a todas horas, hay que saber lo que ocurre para poder tomar medidas de precaución… el miedo vende. Y lo contrario es cierto también, lo normal no vende. No hay noticias acerca de las muchas ambulancias que llegan a tiempo, de las carreteras donde no hay accidentes, etc. Eso no es noticia porque no es excepcional, en la imagen de la sociedad es como deberían funcionar las cosas, como se espera que lo hagan, así que no es novedad constatar que eso es así. Lo normal, no vende.

Por tanto, los medios de comunicación refuerzan el miedo mucho más a menudo de lo que refuerzan la seguridad de la gente. Si, detener unos terroristas a punto de atentar es noticia, pero a menudo las noticias lo presentan más como recordatorio de que existen más células ahí fuera, en vez de como muestra del éxito de las fuerzas de seguridad.

Todo esto no tiene una historia desinteresada detrás. Al contrario, el poder a menudo usa el miedo con mucho conocimiento de causa, ya decía Maquiavelo que mejor ser temido que querido. Cuando hay una historia que captura la atención de la gente, muchas cosas se pueden hacer por detrás de esa cortina de humo que pasan desapercibidas; por ejemplo, durante la época en que duró la atención al caso de Monica Lewinski, Bill Clinton ordenó una mayor cantidad de bombardeos con misiles en Kosovo que en cualquier otro momento. Nadie miraba en aquella dirección, así que hizo como todo buen mago: hacer las cosas importantes con la mano a la que nadie presta atención mientras distrae con la que no importa.

Pero no hay que irse hasta Estados Unidos a por ejemplos. El caso del ébola en España es bien claro en este sentido; originalmente hay un único enfermo muy vigilado, el vector de transmisión es bastante complicado (sobretodo contacto de fluidos) de modo que se ha extendido probablemente a sólo dos personas y de estas quizás (como mucho) a un puñado más. ¿Qué podría afectar, a 20-30 personas como mucho en un total de 40 millones? Ciertamente, es una tragedia para las familias de todas las personas afectadas, no hay duda de ello… pero, desde luego, no una crisis de sanidad internacional como se está vendiendo. El ébola lleva muertos en el mundo algo menos de 3000 personas, ¡un montón! De una población mundial cercana a los 7000… millones. El mundo ni lo ha notado. Las verdaderas pandemias son aquellas con vectores de transmisión fáciles como la gripe española que en 1918 mató entre 50 y 100 millones de personas de una población mundial mucho menor; o la pandemia del SIDA, que se beneficiaba de que no se sabía cómo se transmitía y, aún cuando se supo, muchos sectores consideraban tabú ético informarse o usar las medidas de precaución.

El ébola no comparte ninguna de esas dos características, y sin embargo recibe una atención desmedida en la prensa. El ébola esto, el ébola aquello, los errores del ébola o cómo prevenirlo… y, mientras tanto, la crisis de Cataluña recibe mucha menos atención de la debida, nadie más dimite por el escándalo de las tarjetas de crédito de Caja Madrid, etc. Y, si quieres hablar de ébola en las noticias, habla de cómo nos afecta a todos, porque este error es producto de una mala planificación de las autoridades sanitarias que no dieron equipo ni formación correcto a las personas, es resultado de los recortes en sanidad, etc.

El mago, una vez más, está tratando de jugar con los miedos de la gente a la muerte y la enfermedad, mientras hace cosas detrás del telón que son mucho más reales, mucho más peligrosas y con mucho mayor alcance.

Costán Sequeiros Bruna

Y tú, ¿qué opinas del miedo?

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