Categories
Reflexiones personales

La rentabilidad de las empresas públicas

Imagen alegórica de la rentabilidad de las empresas.
La rentabilidad de las empresas públicas se encuentra siempre en entredicho por cuestión de valores, no de hechos.

Hablar de la rentabilidad de las empresas públicas requiere, antes que nada, hacer una primera aclaración sobre la historia del concepto. En este caso, lo que importa es tener en cuenta que, como Mariana Mazzucatto explica perfectamente, todas estas cuestiones son, ante todo, una cuestión de ideología. La economía no tiene una respuesta “científica y objetiva” sobre multitud de elementos de la misma, sino que sus diversas teorías enfrentadas (desde el keynesianismo al neoliberalismo y, por supuesto, también las más antiguas) se sostienen sobre una percepción ideológica de la realidad, que se usa como punto de partida a la hora de estudiar la economía y asesorar en una dirección u otra.

¿Por qué he dicho esto? Porque lo primero que debemos tener en cuenta es que rentabilidad es un término económico y, por tanto, cargado de ideología. Rentabilidad tiene diversas definiciones, pero en última instancia, es una relación entre lo que algo cuesta y los ingresos que genera. Una empresa económicamente rentable es aquella que tiene más ingresos que costes, con lo que genera beneficios; una inversión rentable es la que se revaloriza, de modo que pasa a valer más de lo que costó y genera con ello beneficios para su propietario. Y así con todo.

El auge del neoliberalismo en economía y el declive del keynesianismo han puesto en el centro de muchos de los debates sociales este concepto de rentabilidad. Y se hace con el objetivo ideológico innegable de atacar a las empresas de propiedad pública y favorecer las privatizaciones. El punto clásico sobre el que se cimenta esto es el argumento de que las empresas públicas son ineficaces y poco rentables, siendo un despilfarro de dinero público tenerlas, y que solo las empresas privadas generan beneficios consolidados. Al fin y al cabo, toda propiedad pública es mala por definición en términos económicos, el mercado debería gestionarse sin ninguna intervención externa y en total libertad de competencia.

El problema de estas afirmaciones, que se han convertido en axiomas extendidos por toda la sociedad de modo acrítico, es que no están fundamentadas en ninguna realidad empírica analizada. Hay multitud de empresas privadas que dan pérdidas y quiebran, igual que hay muchas empresas públicas que dan buenos beneficios (y rápidamente quieren ciertos sectores que se privaticen). Porque, al final, ¿qué diferencia real hay entre ambas empresas? Pues que una depende del mercado para generar beneficios y la otra… también pero tiene el respaldo del Estado.

Pero, ¿esto qué tiene que ver con su rentabilidad? Pues más bien nada. Para que una empresa, del tipo que sea, sea rentable lo que necesita es tener buenos productos, un precio adecuado al mercado, buenos directivos, inversión en investigación, etc. Nada de eso se ve modificado por si el dueño de la empresa es un consejo de accionistas o es un gobierno. Nada impide que un gobierno tenga un buen grupo de dirección en la empresa, o que genere esta empresa buenos productos y servicios, igual que el hecho de que sea un consejo de accionistas no garantiza lo contrario (solo hay que ver historias como las de Lehman Brothers durante la crisis de 2008 y tantas otras).

La clave de esta “aventura” ideológica del neoliberalismo radica en la idea de que los buenos productos siempre son los del mercado y, por definición, el gobierno es un error en el mejor de los casos. Cuanta menos intervención en el sistema, dirán los neoliberalistas más acérrimos, mejor funciona el mismo, más libre es el mercado de autorregularse. Pero lo cierto es que el mercado no se autorregula lo más mínimo. Al contrario, el mercado tiende de modo natural a generar monopolios a medida que las empresas se consolidan y compran unas a otras, buscando generar posiciones de hegemonía; es el gobierno el que evita que se produzcan ciertas fusiones que harían eso peligrar. El mercado tiende a las posiciones de oligopolio y dominio por el cual los precios se inflan por encima de lo que corresponde (basta ver el precio actual de la luz, o del alquiler) y es necesaria la acción del gobierno para hacer que alcance una posición de equilibrio con la sociedad.

Y, además, esta discusión sobre la rentabilidad de las empresas públicas es al mismo tiempo falaz porque rápidamente se extiende fuera de las empresas para abarcar todos los servicios públicos. La sanidad pública no es rentable, la educación pública no es rentable, etc. Y esto es un ataque neoliberal clásico que lo que hace es ignorar la realidad de que los servicios públicos no buscan la rentabilidad económica, no son empresas, sino que buscan generar beneficios sociales: una mejor salud para la población, un mayor nivel educativo, etc. Son estos beneficios sociales los que luego las empresas a menudo traducen en beneficios privados al tener una mano de obra sana que puede trabajar, y formada para hacer las labores que la empresa necesita. No es por tanto una cuestión de rentabilidad de los servicios públicos, pues estos lo que buscan es crear una sociedad mejor, y su rentabilidad económica se mide dentro de la rentabilidad de las empresas que emplean a esa mano de obra.

Entonces el ataque se transfiere rápidamente a la noción de que dejar que el gobierno gestione el dinero es dejar que hagan lo que quieran con nuestros impuestos y, con la corrupción, eso es ineficaz. Y algo de cierto hay en esto, pues la corrupción hace algo de mella en las cuentas estatales, pero no tanto como puede parecer. El mayor gasto del Estado es el gasto social, dominado por las pensiones, lo cual es natural con una población envejecida como la española, seguida de los subsidios del paro y otras prestaciones económicas. Las transferencias a otras administraciones regionales, los servicios de caracter general, el pago de la deuda, la seguridad y la corrupción en realidad tienen un impacto muy menor en las cuentas.

Imagen a escala de las distintas partidas del presupuesto público para 2022.
Previsión de gasto del presupuesto general del Estado, imagen de Europapress que muestra las distintas partidas a escala de la cantidad de la dotación económica asignada a ellas.

El dinero recogido con los impuestos se usa de una manera que, sin duda, podría ser mejorada si quitamos de en medio la corrupción, la evasión fiscal de las grandes fortunas, etc. Pero la realidad es que el sistema tiene una serie de gastos que lo que hacen es mejorar la vida de la ciudadanía, aportando sanidad, infrastructuras de comunicación, etc. que redundan directamente en la rentabilidad de la actividad económica del país y sus empresas privadas. Pero, y esto es lo importante, ese beneficio no es la función de esos gastos, sino el bienestar social, la provisión de condiciones de vida lo más dignas posibles, etc.

La sanidad pública no debe ser rentable (aunque si buscáis los datos veréis que la sanidad pública es más rentable en relación coste/paciente que la sanidad privada) porque su función no es hacer dinero para el Estado sino proveer de salud a la ciudadanía; la educación lo mismo, la seguridad y defensa igual, los bomberos otro tanto, y así con todos los servicios públicos de todo tipo. Y las empresas públicas alternan entre ambos objetivos pues, siendo empresas buscan una rentabilidad pero siempre atendiendo primero al bien común más que a sus cuentas (o, al menos, eso es lo que deberían hacer…).

Entonces, en el clásico debate sobre la falta de rentabilidad de las empresas y servicios públicos, la respuesta a la posición neoliberal es señalarle que los servicios y empresas públicas no solo a menudo son tanto o más rentables que las privadas, sino que además tienen una función de crear bien social que va más allá de los beneficios económicos que el ente pueda tener. Tienen una rentabilidad social altísima, mucho mayor que la mayor parte de las empresas privadas que solo se preocupan por aumentar los beneficios para sus dueños, accionistas y directivos. Y por eso es una cuestión política tan importante, porque cómo organizamos nuestro modelo económico es una cuestión social y es la agenda de ciertos sectores (en este caso neoliberales, como la patronal de empresarios) hacernos creer erróneamente que algo no es bueno para nosotros para hacer un cambio que a ellos les beneficia. Porque los mayores beneficiados de un Estado del bienestar fuerte e intervencionista somos la gente común de a pie, no las grandes fortunas que lo quieren desmantelar.

Costán Sequeiros Bruna

Y tú, ¿qué opinas de la rentabilidad de los entes públicos?

2 replies on “La rentabilidad de las empresas públicas”

El problema es aceptar acríticamente que lo que dice el neoliberalismo sobre la rentabilidad es cierto. Además de lo que tú ya has explicado en tu post, se ha impuesto una manera de cualificar el PIB y la riqueza que ya hay muchxs que consideran que es incorrecta. Porque no tiene en cuenta factores como, precisamente, el bienestar social de lxs individuxs que componen la sociedad, y su acceso a servicios públicos financiados por impuestos como Sanidad, Educación, etc, que nos den oportunidades a todxs. El mayor ejemplo de sociedad neocon desregulada es la de USA, y por mucho que presuman, en nuestro país una persona de clase trabajadora vive mil veces mejor y con acceso a servicios de calidad que allí. No hay más que ver la sanidad, por ejemplo, allí si no tienes un seguro privado te mueres del asco y sin embargo aquí, aunque los gobiernos de la derecha han tratado de esquilmarla, véase Madrid como caso paradigmatico, ya nos podemos dar con un canto en los dientes por tener lo que tenemos; ya por no mencionar el horror que hubiera sido la pandemia si hubiéramos tenido ese sistema. En realidad el capitalismo hace tiempo que está herido de muerte, el crecimiento infinito no es posible y el futuro es de una sociedad con servicios públicos fuertes, financiados con impuestos (y puede que también tendrán que aportarlos los robots, o las empresas que los usen, cuando nos empiecen a sustituir). Pero el neoliberalismo quiere morir matando y por eso está intentando que los nuevos fascismos lleguen al poder, para imponer su modelo. A corto plazo puede que funcione, ya lo han hecho en sitios como Polonia o Hungría, pero el futuro no es suyo, y acabaremos viendo cómo los servicios públicos y una economía que los financie se acaba imponiendo. Esperemos que no nos fuercen a un derramamiento de sangre para llegar allí. Ya lo intentaron en el siglo XX con las consecuencias que todxs conocemos.

¡Muchas cosas interesantes que comentar! :)

Por un lado, el modo en que se mide el PIB es, sin duda, enormemente controvertido. Incluye en las cuentas ciertas cosas, no incluye otras, y las maneja como le interesa para generar un efecto claro: un entorno donde el valor de un país depende en buena medida de la producción y venta de sus empresas, y donde el Estado cuenta en número negativo (como gasto, olvidándose su importante contribución a la creación de valor). A mayores, como señalas, es una medición economicista que no tiene en cuenta cosas como el imperio de la ley, la seguridad, la libertad, los derechos humanos, la salud de los ciudadanos, etc. Mazzucatto le dedica un capítulo entero en su libro y la verdad es que le hace una disección muy detallada muy en línea con todo lo que dices. Y sin duda, en Estados Unidos las desigualdades entre los que más tienen y los que menos son mucho más acentuadas que en España, porque el Estado de Bienestar en última instancia es un sistema de redistribución de la riqueza, mientras que los modelos neoliberales acentúan su acumulación en quienes más tienen y más explotan a los demás.

En efecto, el crecimiento infinito es un ideal imposible de abarcar y la idea de que las empresas tienen que crecer continuamente, que “solo mantener el mismo nivel de beneficios es un desastre” lo que genera es un sistema económico depredador y desbocado. Es un sistema económico que se basa en la generación y gestión de lo limitado cuando hay muchas cosas infinitas que se tienen que limitar para poder mercantilizarlas (el caso de los NFTs es el más reciente). Y, por todo ello y mucho más, en un sistema obsoleto. Pero lo que no estoy tan de acuerdo es que vayan relacionados con la extrema derecha. En buena parte, la extrema derecha es una reacción a la parte de valores (no a la economía) que conlleva la globalización del mundo. La idea de que hay más formas de vivir válidas que las “tradicionales” digamos, y que todas esas formas nuevas de vida amenazan la vida de la gente “de aquí”. Es un movimiento reaccionario que, aunque en muchos puntos puede apoyar al neoliberalismo, también resulta contraproducente para el mismo en muchos casos. Un ejemplo, el neoliberalismo se nutre enormemente del globalismo en economía, de la ausencia de fronteras y las grandes corporaciones de alcance mundial, mientras que una postura clásica de los movimientos de extrema derecha pasa por construir muros y poner aranceles a las exportaciones e importaciones para beneficio de “los de aquí”. Entonces sin duda comparto tu idea de que el capitalismo está decidido a morir matando, pero no creo que su arma sea la extrema derecha, sino las continuas oleadas de desregulaciones y los slogans como el de Ayuso de “libertad o comunismo” que asocian todo lo que tiene que ver con el Estado de Bienestar a un “comunismo” descrito como algo vago pero negativo.

Leave a Reply

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.