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Más Allá del Mundo, la Hiperrealidad

Monta en un vagón de metro y echa un vistazo a tu alrededor. A tu lado, un niño juega con su consola portátil mientras su padre lee el periódico. Al otro lado, una joven universitaria repasa sus apuntes mientras escucha música en su MP3. Un poco más allá un hombre comprueba su móvil y escribe un mensaje, mientras la mujer a su lado (su esposa, quizás) lee una novela. Todos ellos ajenos al vagón de metro en el que van, y al espacio físico y social que comparten. Y es una escena cotidiana, que cualquiera de nosotros ve todos los días, si no es en el metro es en el bus o en la cola de la pescadería.

Y entonces, ¿de qué se trata ese espacio donde están? Porque está claro que, de cuerpo presente están aquí, pero de mente no.

Es la hiperrealidad: el conjunto del espacio cultural e imaginario que construimos alrededor nuestra en la sociedad. No nos equivoquemos, porque no lo veamos no deja de ser real, y tiene consecuencias reales en el mundo que nos rodea. Los emails, las llamadas telefónicas, la música que escuchamos… todo eso influye en nosotros, y a través de nosotros, en el mundo que nos rodea porque nosotros configuramos nuestro entorno (hasta el límite de nuestras capacidades, claro, no es el esfuerzo de un sólo individuo, y muchos quieren configurarlo en diferentes direcciones).

Por tanto, con el advenimiento de las nuevas tecnologías se produce un descolocamiento de la persona. Adquirimos un poco de la capacidad divina de la omnipresencia, y pasamos a estar presentes en múltiples sitios al mismo tiempo por medio de nuestras interacciones, escuchando discursos que no siempre si quiera se conocen entre si. Y, sin embargo, en nuestro interior una nueva coherencia se establece, combinando la información de nuestro entorno físico y de los diferentes discursos de nuestro entorno digital.

Quizás, con esto, se pueda decir que trascendemos lo físico y nos embarcamos en el viaje del mundo construido socialmente directamente. Pero no es menos cierto que el mundo físico sigue atrayendo nuestra atención e interaccionamos con él (como todos sabemos). Lo interesante es el diálogo que se establece entre lo cercano y lo lejano, y como a menudo podemos sentirnos sólos en un lugar lleno de gente, pues la interacción con ellos está cerrada ya que ellos están interactuando en otros planos y lugares sociales. En cierto sentido, para nosotros no son reales, aunque estén sentados a nuestro lado. Son espejismos de otro mundo, y otros círculos sociales.

Y, sin embargo, se puede romper el espejismo. Se puede interactuar (aunque a menudo la primera mirada sea relativamente hostil), si tenemos el valor de romper la barrera que otros construyen a su alrededor. De hecho, ¿cuántas historias en el cine no cominezan por eso? Cuando abrimos los ojos a lo que nos rodea, más allá de lo que hemos construido a nuestro alrededor, entonces a veces lo maravilloso, lo nuevo, lo inesperado, o lo terrible pueden entrar. Obviamente, no siempre será el caso, pero esas pocas veces en que si lo sea habrán valido la pena.

Costán Sequeiros Bruna

Estos son los comentarios del antiguo blog:

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