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Sociología

Occidentalización desde el Este

En una de sus brillantes conferencias en el IX Congreso Nacional de Sociología, Emilio Lamo de Espinosa expuso una serie de análisis y datos en los que se mostraba claramente cómo, a medida que una sociedad avanza dentro del paradigma de la modernidad, tiende a aproximarse a un punto de convergencia con las demás. Su economía se parece o es igual, sus políticas son importadas y exportadas, su cultura se entremezcla con las otras, etc.

Pero, como él preguntó ¿es esto occidentalización? Cierto, se parecen cada vez más a las sociedades de occidente en muchas de las grandes magnitudes estadísticas, pero eso no implica que sea occidentalización ni americanización. Como él ponía de ejemplo ¿acaso los inventos modernos hechos en Japón son occidentalización, teniendo en cuenta que es uno de los países del Este? O China, Taiwan, o India. En todo caso sería orientalización ¿no? Pero, los productos de Brasil, o Argentina ¿son acaso una sudamericanización del mundo?

Mi respuesta, en consonancia con su análisis, es que la occidentalización del mundo se acaba, y se encuentra en declive desde la descolonización del siglo XX. Lo que ocurre es que tanto occidente como otros países han seguido una dinámica de desarrollo propia de las sociedades postmateriales modernas, y que eso hace que produzcan una serie de productos (tanto materiales como culturales) similares.

Emilio Lamo de Espinosa señalaba como fuente primaria de esta convergencia a la ciencia, y el deseo de todas las partes de usar lo mejor que otros han usado antes (desde políticas fiscales a programas de ordenador a planificación urbana, a lo que quieras). Y ciertamente es un análisis chocante, en un mundo donde demasiada gente reduce todo a poco más que expresiones parciales de un capitalismo desaforado. La economía es, en efecto, importante, pero ella también está sujeta a otros factores externos a ella.

Bourdieu defendió que existían una serie de campos en la sociedad (desde el religioso al económico) que cada vez se volvían más independientes a medida que las sociedades avanzaban. El líder político, decía, ya no es chamán de la tribu ni jefe de su economía, por ejemplo. Pero parece que este siglo XXI viene a contradecir a ese ilustre sociólogo, ya que estamos en lo que Emilio Lamo de Espinosa llamó “la era del gazpacho”. ¿Por qué gazpacho? Porque es una masa más o menos homogénea en apariencia, pero donde unos elementos son más pesados e influyen más que otros. Porque si, es cierto que a la globalización convergen todas las sociedades, pero las reglas de esa globalización no hay que olvidar que en gran medida si que fueron puestas de antemano por Occidente.

Así que la occidentalización del mundo ha muerto, si, pero las reglas del juego siguen siendo mayoritariamente occidentales. Probablemente no durante mucho más tiempo, con el auge de países como China o India, pero de momento sigue siendo así.

Costán Sequeiros Bruna

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