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Reflexiones personales

Pitidos, Abucheos, Charlie Hebdo y la Libertad de Expresión y Asociación

expresion 1El 7 de Enero de 2015, las instalaciones de Charlie Hebdo en París fueron atacadas por un comando terrorista de fundamentalismo islámico, causando una terrible masacre como respuesta al hecho de que Charlie Hebdo hubiese publicado unas viñetas con la imagen de Mahoma. El mundo, consternado, se unió contra la manifestación de un ataque a la libertad de expresión, al derecho de la gente a decir lo que cree, la valentía de no ceder ante la presión de los extremistas y terroristas, etc. Unánimemente, las autoridades de todo el mundo condenaron el ataque como un acto de barbarie. Ellos tenían derecho a dibujar a Mahoma si quisieran, independientemente de que en una religión concreta estuviese prohibido, igual que se puede dibujar a Cristo, a Le Pen o a cualquier otra cosa. Esa es la libertad de expresión.

Avanzamos unos meses, llega la final de la Copa y en el Camp Nou se abuchea el himno de España. De pronto, no se trata de un acto de libre expresión con la que un colectivo muestra su rechazo a una idea (la nación española, en este caso) ejerciendo su derecho a la libertad de expresión, sino un insulto, un ataque, una ofensa. Los militares incluso han llegado a exigir al Gobierno un protocolo que impida que estas situaciones sean legales y se puedan repetir. ¿Dónde está la diferencia? ¿Por qué es adecuado dibujar a Mahoma pero no pitar al himno?

La diferencia, como siempre, es que Mahoma es cosa de “los otros”, por lo que no pasa nada si lo atacamos, pero si se ataca a “lo nuestro” las reglas del juego cambian.

La libertad de expresión, como la libertad de asociación, van unidas y son absolutas: no podemos aceptar ser libres de expresar ciertas ideas pero no serlo para expresar otras. La razón es sencilla: si sólo eres libre para expresar las ideas que la sociedad acepta como válidas, entonces realmente no eres libre para expresar ninguna idea, sólo estás repitiendo lo que la censura social ha establecido como válido.

expresion 2Vivimos en sociedades complejas, donde la diversidad de trayectorias, ideologías, perspectivas de la vida, etc. es completamente abrumadora. La disparidad es tan grande que la construcción de un conjunto intersubjetivo es cada vez más complicada y se basa cada vez más en entes abstractos: en vez de organizar nuestra identidad en torno a un Rey concreto (como antiguamente) lo asbtraemos para que sean unas instituciones, en vez de ideologías concretas usamos códigos legales consensuados, etc. Y, aún con esas abstracciones, las disparidades ideológicas y valorativas son enormes y los distintos grupos tienen distintas normas. Cada vez más, vivimos en sociedades llenas de subculturas, no entendiendo por estas solo a los góticos o los mod, sino a conjuntos enteros de la población con valores, ideologías, agrupaciones, etc. completamente dispares, basadas en ciertas ideas que pueden encajar, o no, con el del conjunto de la sociedad.

Por tanto, es inevitable que surjan choques porque cada ideología recomienda o prohibe ciertos actos. El islamismo prohibe el dibujo de Mahoma (¡cuánto más la caricatura crítica!), el españolismo prohibe el ataque a los símbolos del Estado (¡cuánto más al himno, en la propia Copa del Rey!), el neonazismo permite la discriminación y abuso de los inmigrantes (¡al fin y al cabo no son personas!), etc. Y todas esas ideologías tienen una única justificación: si crees en ella tienes que aceptar, de un modo u otro, sus normas. Igual que, si quieres ser católico, tienes que aceptar sus dogmas de fé (la virginidad de María, la existencia de Uno que es Tres, etc.), para ser españolista tienes que aceptar los suyos (la existencia de un Estado legítimo, una nacionalidad española, etc.) y para defender la posesión de armas tienes que aceptar las suyas (como la viabilidad de la misma para defenderte de los abusos estatales, como es la base de la ideología pro-armas en Estados Unidos).

El problema es que, inevitablemente, lo que tienes que aceptar en unas no necesariamente está aceptado en otras. Así que la expresión de unas ideas inevitablemente acaba chocando con otras ideas que se basan en que las primeras no deben/pueden expresarse. Si dibujas a Mahoma chocas con el Islam, si pitas al himno chocas con el españolismo.

Por tanto, regresando a la libertad de expresión, el resultado es que la única forma de implantarla de modo realmente libre es que todo el mundo tenga derecho a expresar aquello que quiera decir. Sea lo que sea. Así de radical es la libertad, porque cualquier matiz la destruye.

Pongamos un ejemplo más o menos claro: creemos en la igualdad (de género, de raza, de credo, económica o la que sea). Y, en el otro lado de la calle se monta una asociación de desigualdad (del tipo que sea: machista, xenófoba, etc.). Si protestamos porque es injusto que exista esa asociación y que debería ser prohibida porque está extendiendo ideales socialmente perniciosos, lo que le estamos pidiendo al Estado es que básicamente cree una censura: el neonazismo es malo, deberíamos prohibirlo para que no extienda ideas malas en las cabezas de la gente buena y tolerante.

expresion 3El resultado es que se crea una institución con capacidad para dictaminar lo que se puede decir o no, sea una institución formal (un tribunal del Santo Oficio, por ejemplo) o informal (la censura que existe, por ejemplo, en los medios de comunicación a la hora de publicar o no ciertas noticias). Esta institución debe decidir cuales son los valores correctos de la sociedad y, a partir de entonces, imponer ese criterio: ¿qué pasa si decide que, igual que el neonazismo es malo porque exalta una ideología nacionalista concreta, el españolismo está mal por lo mismo? Como dice Watchmen: ¿quien vigila a los vigilantes?

En el momento en que ciertas expresiones son juzgadas y condenadas institucionalmente por una sociedad, se crea una censura que destruye la libertad de expresión. Y, con ella, una caza de brujas contra todos aquellos que van contra el sistema, de un modo u otro.

Si queremos poder dibujar a Mahoma, tenemos que aceptar que nos piten el partido. Es así: la libertad de expresión o la tomas o la dejas, pero no puedes aceptar medias tintas.

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Entonces, ¿qué hacer con todos aquellos colectivos que esparcen ideas que nosotros consideramos nocivas? Pues combatirlos con las mismas herramientas: la libertad de expresión. Si ellos esparcen la xenofobia nosotros esparciremos la tolerancia, la aceptación de la diferencia, la inclusión en vez de la exclusión. Si ellos abogan por la instauración de leyes que permitan portar armas, nosotros defenderemos que esas leyes no existan. Y que sea el conjunto de la sociedad, de modo global, el que vaya decidiendo cuales ideologías seguir, qué ideas son buenas y cuales son malas para ella, etc.

¿Esto implica que va a haber neonazis entre nosotros? Si, desde luego, igual que ecologistas, feministas, anarquistas, comunistas, españolistas, catalanistas, europeístas, abolicionistas, católicos, ateos, etc. Toda esta enorme diversidad social sólo puede mantenerse sobre la base de que todas las ideologías, ideas y pensamientos son libres de expresarse y comunicarse y que, en una sociedad tolerante y moderna, la solución a las diferencias es el diálogo, no la prohibición. Esa es la radicalidad implícita en la idea de libertad, de democracia y de tolerancia, una radicalidad que no admite matices ni dudas y de una potencialidad que aún hoy es revolucionaria: que tú puedes defender tus ideas y yo las mías y, con diálogo, podemos crear una sociedad donde convivir a pesar de nuestras diferencias, creciendo juntos con el intercambio. Como dice la célebre frase de Voltaire, tan cierta en el siglo XVIII como ahora:

No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo.

Costán Sequeiros Bruna

Y tú, ¿qué opinas sobre la libertad de expresión?

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