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Poder Cotidiano: Autoridad, Status y Liderazgo

El poder es, sin duda, uno de los elementos sociales que más me interesan, pero que también ha sido clave en todos los análisis sociológicos desde el principio. Sin embargo, normalmente el poder se estudia desde una perspectiva más sistémica, de conflictos dentro de un campo, en esta ocasión voy a meterme con la parte más pequeña del poder, la forma en que se maneja entre la gente en el día a día.

Foucault dice, muy acertadamente, que el poder no es algo que se posea, sino que por el contrario, simplemente se ejerce. Y se ejerce no sólo cuando es obvio, sino que las transacciones de poder se encuentran presentes en casitodas las relaciones entre personas, en casitodos los momentos y ámbitos. Sin embargo, decir que toda persona tiene poder no implica que todos tengan el mismo, y en este sentido la noción de capital de Bourdieu es clave, al indicar la cantidad de “poder” que una persona posee en cada uno de los campos en los que participa, en relación con el resto de los que participan en el mismo.

Por tanto, la primera fuente de poder común la vamos a tomar de esta percepción más estructural de Bourdieu, que refleja una posición de poder en un ámbito concreto: esta es la autoridad. La autoridad sobre alguien implica que ese alguien es subordinado al otro, al que debe obedecer porque la estructura impone ese desequilibrio. Así, un jefe tiene autoridad sobre su empleado, y un padre la tiene sobre un hijo. La autoridad muchas veces es diferida, o pertenece a estructuras superiores, y en el mismo sentido suele ser a menudo dependiente del momento o de la situación: un policía puede tener autoridad sobre alguien a quien esté deteniendo porque se la transfiere el Estado, pero no tendría autoridad sobre esa misma persona en un supermercado.

La autoridad a menudo va relacionada con el status. El status es el poder que una persona tiene sobre otra debido a una posición más elevada en el orden social. A diferencia de la autoridad, no se basa en una subordinación real y estructural entre personas, sino que es mucho más maleable y se basa en la percepción de los ciudadanos involucrados. Así, un rico es probable que consiga tratos preferenciales en muchos entornos simplemente por su posición, porque la gente quiera ganarse su favor o porque teman enfadarle o incluso se sientan inferiores a él. Pero el status no es una cuestión únicamente de riqueza, sino que status puede ser cualquier cosa en la que haya diferencia entre los ciudadanos: así, hay un status derivado de la posesión de más conocimientos, por ejemplo, que puede dar poder a un experto sobre alguien que no lo es.

Sin embargo, tanto la moneda más dura del poder autoritario como el poder más discutible y negociable del status dependen de la habilidad del usuario para manejar la parte que tiene. Ese es el liderazgo, la capacidad de conseguir que otros sigan tus decisiones y acciones. Hay lideres carismáticos, que guían con el ejemplo, las buenas ideas y la capacidad de su personalidad para inspirar a otros; otros son líderes que convencen con una gran capacidad de negociación o de conseguir forjar acuerdos; o quizás sea la capacidad del líder para construir redes de colaboradores y contactos; o, incluso, su capacidad para destruir las alternativas, chantajear, o hablar a las espaldas. Estilos de liderazgo hay tantos como líderes, probablemente, y en muchas ocasiones se intentarán todos en distintos grados.

A lo que voy aquí no es a hacer un catálogo de los estilos de liderazgo, si se basan en el convencimiento (poder blando) o en la coacción (poder duro), o si son legítimos y justos o no. Lo que importa es que es la capacidad de liderazgo la que decide si una persona puede usar su autoridad de modo efectivo, y si consigue sacarle partido o no a su status. Así, es en la interacción entre personas donde se decide el poder real de cada uno en esa interacción, y en la medida en que es un tira-y-afloja entre las partes, todas tienen cierta capacidad de maniobra. Es según se muevan en ese terreno y el liderazgo que demuestren en cada interacción, el que determinará su poder real. Y os voy  poner un par de ejemplos para terminar de ilustrar esta situación.

Cojamos el ejército, por ejemplo, tal como sale narrada su historia en Hermanos de Sangre. El ejército es una de las organizaciones más jerárquicazadas que hay y, por ello, donde más pesa la autoridad. Pues bien, si cogemos la serie vemos ejemplos como el de Winters, que es un líder claro que consigue que sus soldados le sigan, pero también tenemos el caso del Teniente Dyke cuya falta total de liderazgo en Bastogne hace que sus propios suboficiales le circunventen para dejarle lentamente al margen.

Otro buen ejemplo lo tenemos en House of Cards, donde el mayor liderazgo de Underwood le permite enfrentarse contra quienes tienen más autoridad como el Vicepresidente, o aquellos que puedan tener más status que él millonario Burke.

Por tanto, a la hora de la verdad, lo que importa no siempre es la estructura a la hora de entender las relaciones de poder entre la gente. Por el contrario, la estructura y el capital de Bourdieu sólo dan las herramientas previas sobre las que luego el poder debe ser renegociado y debatido a medida que es ejercido, y en cada una de las ocasiones en que es ejercido. Porque el poder no necesariamente es el mismo siempre, puede irse y venir según le guste, en base a cómo ha sido ejercido en el pasado, las perspectivas de los participantes y la anticipación de las consecuencias de los actos.

Costán Sequeiros Bruna

Y tú, ¿qué opinas del poder?

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