Categories
Actualidad

Reformando la Constitución a Marchas Forzadas

El actual pacto entre PP y PSOE para reformar la Constitución e introducir en ella una limitación al techo de déficit (la cual se regularía mediante una ley orgánica a parte) me parece una barbaridad. Y esto por numerosas razones.

Desde una perspectiva económica, y como ha sido dicho por otros más cualificados que yo, esta es la postura económica que corresponde al neoliberalismo. Y, por mucho que esta sea la doctrina económicamente imperante en la actualidad, ha fracasado en mostrar pruebas concluyentes de su efectividad, de modo que hoy por hoy es una elección de manejo de la economía como exiten otras (como el neo keynesianismo). Por tanto, consagrar la política económica en la Constitución es una barbaridad, dado que no sabemos lo que en el futuro podemos necesitar.

Esto entronca con una cuestión más importante y sobre la que algo más se, y es que es una barbaridad política. El Estado es un aparato enormemente vasto y complejo, que cumple una infinidad de funciones sobre las que a menudo ni siquiera somos conscientes. Tratar de atarlo de manos en su financiación es limitar su capacidad de acción de modo efectivo (no en vano es el objetivo del neoliberalismo), y eso es básicamente inviable con Estados del Bienestar. No sólo porque estos requieren unos gastos enormes y elevados, mucho más que otros modelos de Estado, sino que además las necesidades que cubren en cada momento son diferentes y con distintas prioridades. Y para eso hace falta financiación, versatilidad y apertura, capacidad de innovar e intervenir. Y, desde luego, capacidad de riesgo. Los mercados quieren que seamos seguros y previsibles, demos beneficios y ya. Pero un Estado no existe por los mercados de ningún tipo, sino que está por encima de ellos. Su función es el bienestar del pueblo, su seguridad y protección, y el techo del endeudamiento puede poner esto en riesgo.

Además, es una barbaridad desde una perspectiva constitucional. No soy jurista, pero creo que es de sentido común que cualquier modificación a la Constitución debería ser refrendada por la población. Nosotros, y sólo nosotros, somos los que damos legitimidad al Estado porque en su momento hubo un referendum sobre la Constitución que se aprobó. Modificar el acuerdo de la población debería, innegablemente, requerir de la aceptación de esa población, pues sino es un atropello. Y hacerlo así, con prisas, por la puerta de atrás, me parece una enmienda a la Constitución de la que avergonzarse.

No sólo eso, sino que hace tiempo que se demandan otras modificaciones de la Constitución y siempre se ha dicho que es imposible modificarla: que si conseguir los acuerdos, que si los referendum… y ahora, para algo que nadie demandaba, lo hacen por la puerta trasera. Hay asuntos en la mesa importantes y fáciles de solucionar (como la derogación de la herencia masculina de la Corona), otros más importantes y más complicados pero con mayor demanda (como la reforma de la ley electoral, o la constitución federal de España), y numerosos cambios en la formulación de cosas, o simbólicos. Todo esto era más importante que ponerle cadenas en las manos al Estado.

Creo que, desde el principio, esta crisis se ha enfocado desde el punto de vista equivocado, y esta es la prueba de ello. Hemos afrontado la crisis cediendo sin parar a lo que los mercados demandaban, y eso es estúpido: los mercados nunca están satisfechos, siempre quieren más interés, más beneficios, más ganancias. Si ven una posibilidad, atacarán, independientemente del daño que causen. La respuesta a la crisis debería haber sido volver a meter a los mercados en cintura, volver a limitarlos, controlarlos y regularlos. Ponerlos en su sitio, como lugar de intercambio de bienes y riqueza, y no como lugar donde dictar política.

Europa (y la mayor parte del mundo) se ha inclinado por el lado opuesto, y con cobardía ha aceptado lo que se consideraban los dictados del mercado hegemónico. Es necesaria una fiscalidad europea común, cierto, pero la forma de construirla no es mediante limitaciones a la capacidad de acción de todos los Estados. Los techos de déficit ya existían en los pactos de convergencia y estabilidad, y no han funcionado; repetirlos con margenes más bajos no va a solucionar su incapacidad.

Si tenemos una moneda común, regulada con una institución común (el Banco Central Europeo), necesitamos una fiscalidad común regulada por su institución común correspondiente (la Hacienda Europea) o por la Comisión. Es así de sencillo. Hay que armonizar impuestos, elaborar mecanismos de equilibrio, control e inversión, y construir un conjunto fiscal coherente con todo ello que permita que Europa se alce contra los mercados. La Unión Europea, como conjunto, es el mayor mercado del mundo, la potencia económica por excelencia. Es hora de que empiece a usar esa potencia, ese enorme depósito de soft-power, e imponga medidas coherentes, profundas y que nos permitan entrar en el mundo del siglo XXI con éxito. Y no, como ahora, arrastrándonos.

Costán Sequeiros Bruna

Y tú, ¿qué opinas de la reforma constitucional?

Leave a Reply

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.