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Reflexiones personales

Riesgos Sociales Derivados de la Ciencia

Cuando a menudo pensamos en los riesgos que supone el desarrollo científico, lo primero que nos acude a la mente es la invención de nuevas armas. Y es un riesgo claro y obvio a tener en cuenta, como demuestra el cambio que supuso a todos los niveles la existencia o no de la Bomba H. También se nos ocurren rápidamente casos de riesgos ecológicos debidos al desarrollo industrial/científico, como el que suponen las centrales nucleares (con el ejemplo triste de Fukushima hace nada), o las industrias más contaminantes.

Sin embargo, la realidad es que la ciencia (y sus productos tecnológicos) está omnipresente en la sociedad, y supone numerosos riesgos adicionales que raramente son considerados. Por el contrario, los inventos se ponen a la venta, y no es hasta que están en funcionamiento que comienza a haber serios debates al respecto. Por ello, estos riesgos son a menudo mucho más relevantes y difíciles de prevenir. Veamos unos ejemplos.

La estadística y la probabilística es la ciencia de predecir el futuro, y estamos cada vez más rodeados de ella: cálculos de la evolución de la población mundial de aquí a 2050, cálculos de cuánto durará la crisis, etc. Todo ello son hechos que aún no han ocurrido, y sin embargo las matemáticas nos dan la opción de saber (si nada imprevisto cambia el comportamiento) cómo serán en el futuro. Esto supone un enorme riesgo, en la medida en que la gente con acceso a esta información puede prevenir problemas futuros, que otros no pueden, llevando a un incremento de la diferencia social entre quienes tienen acceso a la información (y la saben manejar) y los que no. Pero, además, supone un riesgo para los propios derechos. Por ejemplo, si un cálculo dice que una empresa va a tener pérdidas en dos años y todos comenzamos a retirar nuestra inversión en la misma, la crisis se acelerará y se hará real incluso antes de haber ocurrido, lo cual es una violación de todos los derechos económicos de esa empresa. ¿Y si un complejísimo perfil psicológico diese como resultado que alguien es un asesino en un 88 % de probabilidades? ¿Se le detiene sin que haya cometido crimen? ¿Esperamos a que asesine a alguien para detenerlo?

Otro ejemplo, la ubicuidad de la vigilancia. Las calles cada vez contienen más cámaras: tiendas y bancos para vigilar su seguridad, esquinas para controlar el tráfico, los coches patrulla para documentar sus intervenciones, etc. Esto lleva al establecimiento de un panóptico en el que los poderes mantienen una vigilancia cada vez mayor de toda la sociedad. Pero podemos ir más allá. Cada vez más, todos llevamos cámaras encima y documentamos lo que vemos, lo subimos a youtube, lo esparcimos por las redes sociales. Ejemplo de esto son las grabaciones de los maltratos policiales durante las manifestaciones, por ejemplo. Esta vigilancia desde abajo se une como un nuevo sistema de control de la actividad de los poderes por parte de la sociedad civil, que podría terminar con el antiguo dilema: ¿quien vigila a los vigilantes? Pues todos. Esta nueva situación va a obligar a una redefinición de conceptos que consideramos vitales, como el derecho a la intimidad, a la propia imagen, etc.

Las ciencias médicas también van a cambiar nuestra vida. Cada vez vemos más el desarrollo de la robótica (en youtube hay miles de vídeos de ello), pero incluso más allá tenemos la cibertecnología (por ejemplo, esta mano) y las mejoras médicas. Si vemos un poco más en el futuro, la genética está llamada a modificar nuestros cuerpos desde nacimiento, y probablemente la nanotecnología lo haga también. Todo esto cambiará la forma de ser nosotros mismos, redefiniendo conceptos clave como la humanidad, el género o la salud. Incluso sin llegar a los confines (nada increíbles) que plantea alguna ciencia ficción (como Gattaca, por ejemplo), la ciencia médica va a suponer todo un cambio en nuestra vida, especialmente cuando a la opción de corregir deficiencias se le una la posibilidad de introducir mejoras y evolucionar directamente al ser humano por encima de sus actuales límites.

Las redes sociales también pueden suponer un riesgo. Cada vez colocamos más información a disposición de los demás, y con ello se elaboran complejas bases de datos que algunas empresas del mundo venden, de cara a campañas de marketing selectivo, por ejemplo. Pero si la dinámica se desarrolla, este incremento de la información disponible sobre nosotros mismos va a llevar de nuevo a una redefinición de la privacidad, del secreto, y de la identidad misma de la gente. Junto a ello, lleva a la posibilidad de identificación de sectores o grupos susceptibles a ciertos mensajes (como hace la publicidad), que podría llevar a manejos muy selectivos de las poblaciones. Además, permite la recabación de enormes cantidades de información sobre nosotros que no somos conscientes de que están siendo recabadas, ni por quién, ni con qué fin.

Con todos estos ejemplos, y más que podría decir, no quiero decir que la ciencia y la tecnología sean malas. ¡Por supuesto que no! Por cada riesgo, hay a su vez una ventaja: las ventajas médicas son obvias, el manejo de la probabilística podría solucionar muchos problemas del mundo antes de que ocurran, las redes sociales nos permiten conocer mejor a la gente que valoramos y que nos rodean, etc.

Pero lo que sí debemos hacer es generar un serio debate en torno a todas estas cuestiones, y muchas más, que van a afectar a nuestra vida en el futuro cercano. La ciencia es uno de los principales motores del cambio en la sociedad, y probablemente la causante de que ese cambio sea cada vez más acelerado. Pero no decide en qué sentido se avanza. Nos corresponde a nosotros todos decidir, orientar y manejar ese cambio, de modo que sorteemos los peligros y creemos oportunidades nuevas y mejores. Y para esto es necesario que se popularice, profundice y extienda un serio debate sobre las implicaciones sociales de las ciencias que están siendo desarrolladas en la actualidad.

Sólo hay que ver el mundo antes del ordenador y hoy en día para ver la inmensa capacidad de la ciencia para modificar nuestra vida. Debemos asegurarnos de que se la modifique de modo que respete los mayores derechos posibles, y que incluso aquellos que redefina lo haga de un modo lo más justo e igualitario posible. Es obvio que la vigilancia en la sociedad va a forzar a una menor privacidad de la gente, por ejemplo, pero nos corresponde a nosotros asegurarnos de que ello implica al mismo tiempo también una mayor transparencia por parte de los poderes políticos y económicos que tanto gustan de permanecer en la sombra.

Es un mundo de riesgos, pero cada riesgo encierra en sí mismo la posibilidad de una mejora.

Costán Sequeiros Bruna

Este es el comentario del antiguo blog:

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