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Reflexiones personales

Riqueza, impuestos y desigualdad: neoliberalismo a examen

Impuestos, explotación y riqueza de los ricos.
Los impuestos y la relación con el bienestar social.

Hacía tiempo que no me encontraba de cara con el argumento neoliberal clásico, pero hoy lo he hecho porque Diego Davila dejó un interesante comentario al respecto en la página de facebook. Allí ya le respondí en versión abreviada, pero la verdad es que es un tema que merece un post completo para analizar el discurso, sus errores y aciertos. Lo que muestra y lo que oculta, y la tergiversación clave de lo que son los impuestos y la igualdad social. Entonces vamos a comenzar por reproducir su comentario, en respuesta a este link, porque así tenemos una base sobre la que partir.

A menos impuestos. más empresas y mas ricos, a mas empresas y mas ricos, mas puestos de trabajo, mas trabajo mas dinero, mas dinero mas bienestar social.

Empecemos por tanto con la base: los impuestos. Por resumir mucho, los impuestos son de dos tipos: directos e indirectos. Los indirectos son aquellos que no se aplican a las personas, sino que son aplicados a acciones de las personas, siendo el IVA el ejemplo más típico. Los impuestos indirectos cargan con igual fuerza a todas las personas, independientemente de sus recursos, por el hecho de realizar las acciones que ellos gravan. Por su lado, los directos son aquellos que se aplican a las personas (físicas y jurídicas) directamente, siendo el IRPF el más clásico de todos. Los directos gravan a las distintas personas en distintos grados, de modo que aquellos que más tienen, más paguen y de ese modo apoyen a aquellos que menos tienen. Son uno de los mecanismos clásicos para construir un entorno menos desigual económicamente.

Entonces, el argumento comienza: a menos impuestos, más empresas y ricos. Sin duda, en parte es correcto, si las empresas y los ricos reducen sus cargas, habrá más ricos… pero no necesariamente más empresas. El sistema económico capitalista tiende hacia el monopolio, a medida que las empresas más ricas compran y absorben a la competencia allá donde pueden. Cuando eso no es posible, acuden a oligopolios y otras medidas de fijación de precios (a menudo ilegales) o a competencia desleal (como asumir pérdidas para controlar el mercado) como medio de destruir a la competencia. A más ricas sean las empresas, más fácil es que generen esos monopolios y prácticas a base de usar sus márgenes de beneficios como modo de destruir la competencia que reciben.

La lucha contra la desigualdad social y los impuestos.
La lucha contra la desigualdad social y los impuestos.

Y, aún en caso de que eso no fuese cierto, que las empresas tengan más dinero no implica que vayan a generar contratos para sus empleados que sean más justos o tengan más prestaciones. Las empresas buscan maximizar su beneficio todo lo que pueden, declarando en paraísos fiscales, llevándose las fábricas a sitios donde la mano de obra es barata, etc. No van a incrementar los costes de producción (el sueldo de los empleados, por ejemplo) por el hecho de tener más dinero, simplemente acumularán más, y probablemente se muevan más en el mercado financiero. Porque los ricos no necesariamente consumen más que los pobres, al fin y al cabo, siguen necesitando el mismo número de pantalones o de comidas al fin del día; aún cuando compren cosas más caras sus gastos acumulados no son tantos como el dinero que inyectan en circulación las enormes masas de las clases medias y bajas en sus consumos cotidianos. Un rico puede tener diez Lamborghinis en su garaje, pero habrá gastado menos en coches que una ciudad pequeña con unos cuantos miles de familias con sus coches baratos. Mucho, mucho menos.

Como resultado, ya de base, la conexión menos impuestos con mayor número de empresas y ricos redunda en la generación de una mayor desigualdad social en términos económicos. El argumento continua, a más empresas y ricos, más puestos de trabajo. Lo cual no es cierto. A más ricas son las empresas, más fácil les es invertir en proyectos de automatización, reducciones de plantilla para contentar a la bolsa y otros procesos que garantizan una mayor productividad a base de sacar más trabajo de cada uno de los empleados. Lo cual redunda en la necesidad de, o no contratar más gente, o incluso despedir a lo que tienes contratado, sin que ello afecte a la cadena de producción de modo significativo.

Además, ignora que hoy en día, las grandes empresas se mueven en un mercado de trabajo global. Si ganan más dinero en España porque pagan más impuestos, no significa que vayan a construir fábricas en España, las seguirán construyendo en países de mano de obra más barata. El resultado es que España pierde dinero en impuestos, pero también lo pierde en el mercado interior, cuyo dinero en circulación acaba en empresas que declaran en otros países o invierten en otros países. De modo que no, mayor riqueza de los ricos no redunda en más trabajo y desde luego no en trabajo de calidad.

Y el trabajo de calidad engancha con el siguiente punto: más trabajo es más dinero. Lo cual tampoco es cierto. En la medida en que las empresas tengan facilidad a la hora de contratar y despedir a la gente, que exista un amplio margen de gente buscando empleo, y otras cosas, lo que se produce es una precarización de la situación laboral de todo el mundo. Cuanto menos puedan pagar las empresas por cada empleado, más beneficios hacen, de modo que nunca van a traducir la conexión “más trabajo más dinero” en una realidad, porque el precio/sueldo del trabajo no depende de la cantidad de dinero de una empresa, sino de las condiciones de cada uno de los grupos en el mercado de trabajo. Es más eficaz para garantizar esa ecuación la lucha sindical real (no los sindicatos que tenemos en la actualidad), la negociación de buenos convenios colectivos cuyo cumplimiento sea garantizado, así como la elevación de las condiciones mínimas de contratación por ley con cosas como salario mínimo, costes elevados al despido, etc.

Los impuestos funcionan como modo de reducir las desigualdades económicas.
Los impuestos funcionan como modo de reducir las desigualdades económicas.

Finalmente, más dinero es más bienestar social es la última de las piezas del puzzle, y es una pieza falsa. Porque más dinero es una frase abstracta pero la realidad no lo es, ¿más dinero de quien? Que los ricos tengan más dinero, o las empresas lo tengan, no redunda en un mayor bienestar social. Que las condiciones de trabajo que imponen las empresas para aumentar sus beneficios sean leoninas les genera más dinero, pero a nadie le genera más bienestar social. Que cada uno tenga que pagarse sus propios servicios (como educación o sanidad) redunda en un empeoramiento de las condiciones de todos, como la salud de una sociedad, ya que como el COVID demuestra, la salud de cada persona afecta a la salud de quienes les rodean.

Por resumir hasta aquí, sin duda, una mayor desregularización por medio de una reducción de impuestos no redunda en un mayor bienestar social para la mayoría de la sociedad, solo para aquellos que más tienen. Consecuentemente, lo que produce es un incremento de la desigualdad económica interna que hay en una sociedad, que es algo que vemos crecer continuamente a partir de la actual ola de liberalización económica que comenzó en los 70s y ha ido ganando fuerza con las sucesivas crisis. Los shocks, al fin y al cabo, siempre sirven para desmontar el estado de bienestar y la protección social.

Veamos la otra cara de la moneda. Los estados que mayor grado de bienestar social han generado han sido siempre Estados con una alta capacidad impositiva. Osea, muchos impuestos. Desde los nórdicos a Alemania tienen y han tenido tasas de impuestos más elevadas que las de aquellos países con menos protecciones sociales, como Estados Unidos. La nueva oleada de liberalización económica posterior a la crisis de 2007 ha debilitado incluso esos Estados y sus capacidades impositivas, pero siguen cobrando más impuestos que los demás.

¿Por qué? Veamos. Los impuestos son el modo principal por la que el Estado obtiene sus ingresos. Con más impuestos, el Estado tiene más dinero a su disposición, que puede emplear en diversas tareas. Esto no implica directamente mayor bienestar siempre, si se invierte en el ejército, por ejemplo, puede no proporcionar mayor bienestar.

Los impuestos son la sangre del Estado de Bienestar.
Los impuestos son la sangre del Estado de Bienestar.

Pero la realidad es que la mayor parte de los presupuestos del Estado van destinados a funciones de bienestar social. En 2019, el 55,13% del presupuesto del Estado fue asignado al área de “actuaciones de protección y promoción del bienestar social” con un casi 40% dedicado a pensiones. Siendo la otra partida mayor (con un 29,08%) la dedicada a las actuaciones de caracter general, cosas como pagar la deuda o la transferencia a las Comunidades Autónomas, etc.

El resultado, como se ve es que si se matienen esos porcentajes, a mayor cantidad de impuestos, mayor ingreso del Estado, más de un 85% del cual va destinado a servicios de protección y servicios sociales, más el mantenimiento y funcionamiento del aparato estatal. Y casitodo eso, en buena medida, son diferentes herramientas que se han ido construyendo precisamente para garantizar el bienestar social de los más desfavorecidos: vivienda social, prestaciones por desempleo, servicios sociales, etc.

La realidad es que Hobbes ya lo dijo: el Estado es lo que evita que el hombre sea un lobo para el hombre. Cuanto más se debilita el Estado, más capacidad tienen las personas individuales para usar sus herramientas en su propio provecho, lo cual garantiza que los que más tienen más explotan a los que menos tienen, como medio de garantizar su hegemonía y dominio social. Los ricos no son abuelitas de la caridad, que cuanto más tienen más dinero reparten entre sus nietos del alma; más bien al contrario, cuanto más tienen más usan como medio de garantizar que sigan teniendo más que el resto. Como dijo Maquiavelo del poder de los príncipes, su única función es mantener e incrementar su propio poder. Y la riqueza, es uno de los poderes principales en el mundo capitalista en el que vivimos.

Costán Sequeiros Bruna

Y tú, ¿qué opinas sobre los impuestos, la desigualdad y la riqueza de los que más tienen?

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