La carrera entre ambos ha llegado hoy a su fin. Dura y ajustada hasta el final, desde luego, pero lo que realmente ha demostrado es el funcionamiento descarnado del sistema interno de los partidos, tan ajeno a la democracia.
Los dos han luchado no por el apoyo de los ciudadanos o de los votantes, sino por el apoyo de las diferentes figuras clave del Partido. Por tanto, lo que se ha visto en funcionamiento es el más descarnado enfrentamiento entre las élites del partido, que saben que apostando por uno u otro se jugaban sus futuros políticos, o al menos mucho de su poder y su prestigio en el partido. Y eso significa su trabajo y su dinero. Mucho por ganar, pero también mucho por perder si apostaban por el caballo equivocado, dado que el ganador pronto tratará de eliminar o neutralizar a sus oponentes en la medida de lo posible, aunque con un resultado tan igualado es complicado que lo consiga.
La segunda cuestión importante es que este sistema no soluciona la crisis del partido. El PSOE lo que necesita no es (sólo) un nuevo líder, sino la legitimación de sus bases, el apoyo del pueblo que se pueda traducir en votos. Y un sistema cerrado como este no consigue esa legitimación, ya que el seguidor del partido sólo puede asistir desde las gradas al espectáculo y aceptar el resultado. Con lo cual no se renueva la implicación de la gente con el partido, ni este se nutre de las ideas y necesidades de sus futuros votantes.
Por todo ello, lo que se produce (especialmente al ser elegido Rubalcaba) es un enorme continuismo con todo lo que el pueblo rechazó directa y frontalmente en las urnas. Durante los cuatro años que siguen Rubalcaba tendrá que demostrar que es un candidato válido para las elecciones, pero lo cierto es que el partido no ha pasado por la refundación que necesitaba. Seguimos en la misma línea, la de un partido gris cargado de fósiles y que no está sabiendo reconstruir su discurso ni su posición en un mundo nuevo y cambiante que lo ha rechazado frontalmente.
Rubalcaba ha ganado, los demás hemos perdido. Sin embargo, y todo sea dicho, habríamos perdido con Chacón también.
Costán Sequeiros Bruna
Este es el comentario del antiguo blog:
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