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Sociología

La Democracia Participativa o Fuerte

Desde hace tiempo, el debate sobre la calidad de nuestras democracias está abierto, sopesándose elementos como la frecuencia de las elecciones, la limpieza de las mismas, la existencia de corrupción, la apertura de los partidos, la participación ciudadana, etc. Todas estas cuestiones son importantes a la hora de evaluar una democracia representativa como las que encontramos hoy en día y suelen dar como valoración final una calidad relativamente media o baja de nuestras democracias. Sin embargo, por importante que sea este debate, a la hora de la verdad palidece si tenemos en cuenta que la democracia representativa es, en el fondo, una trampa.

Al principio, las democracias originales (la ateniense por ejemplo) eran lugares donde intervenía toda la ciudadanía (por aquel entonces, compuesta únicamente de hombres libres nacidos en la polis). Un modelo similar tenía la república romana, aunque allí importaba más el dinero. La llegada de la Edad Media rompe esto, al encontrarse las monarquías medievales que la única representación del pueblo era en las Cortes, cuando se convocaban, enormemente sometidas a la voluntad real y el peso de los estamentos nobiliario y eclesiástico.

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Ocio

Distopías y el futuro: ¿por dónde vamos, realmente?

A menudo, se habla de que el futuro será más oscuro que el presente, y cada vez cala más en la sociedad la percepción de que las nuevas generaciones no vivirán tan bien como vivieron las pasadas. A su manera, caminamos por una senda que nos acerca a los futuros distópicos narrados en la literatura y el cine, pero ¿a cual de ellos? ¿A 1984 y su Gran Hermano? ¿A las drogas de Mundo Feliz? ¿O al dominio de las empresas de Neuromante?

En la literatura y el cine, la imagen más utilizada cuando se trata de describir un futuro distópico y negativo es la de 1984. Y es lógico, tememos el ascenso del totalitarismo, la desaparición de los derechos y las libertades, la destrucción del individuo y la sociedad civil. En el fondo, tememos el poder totalitario capaz de destruirnos, y además constituye un buen villano para cualquier novela: enemigo innegable de nuestros valores, personificado en un dictador centralizado, que abusa de sus ciudadanos de modo continuado. Novelas como B1terman (de 2013), por ejemplo usan esta descripción de la sociedad para plantear nuestro futuro distópico.

Sin embargo, el futuro terrible de 1984 en realidad sólo es una sombra del pasado. En gran medida, sólo es el reflejo del Tercer Reich, de las purgas stalinistas, de las denuncias entre vecinos de la RDA. Hoy en día, a menudo es visible en las cargas y represiones policiales, o en la restricción de derechos propia de las leyes antiterroristas norteamericanas. Sin embago, del terror que las sociedades del siglo XX construyeron, pero a la hora de la verdad, el futuro hacia el que caminamos parece que se aleja de este modelo de gobierno totalitario y centralizado, opresor y dominante, para tomar otros caminos, no necesariamente mejores.

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Reflexiones personales

Esta Democracia no es Suficiente

Crecí siempre inmerso en las historias de mis padres de los tiempos en el P. C. oponiéndose al franquismo, de las manifestaciones, de las huidas de los grises. Supongo que, por eso, desde muy pequeño “mamé” democracia, y siempre la he valorado infinitamente, de modo que ni el anarquismo ni el comunismo ni ninguna otra corriente realmente me han convencido. Sólo una socialdemocracia de izquierdas tiene sentido.

O, al menos, esa fue mi forma de ver las cosas durante mucho tiempo.

Pero, a medida que me he ido haciendo mayor, he ido aprendiendo y viendo que en esta democracia que tanto valoraba hay demasiadas cosas que no funcionan como debían. Al principio creía en la reforma lenta y progresiva del sistema, que llevaría a depurarlo y perfeccionarlo manteniendo sus virtudes intactas y eliminando sus defectos. Sin embargo, ya no creo que eso sea posible. Al contrario, he ido descubriendo que esos defectos son sistémicos, tan necesarios para que el modelo democrático como lo conocemos funcione como sus virtudes, y por tanto no es posible extirparlos.

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Reflexiones personales

Sistema de Elección de Élites, no Democracia

Democracia: el gobierno del pueblo. Como hemos discutido numerosas veces, este no es el caso de nuestra sociedad. El pueblo es gobernado, como siempre, por diversas élites. Entonces, ¿qué ha cambiado con los cambios sistemicos desde la Revolución Francesa hasta aquí?

Si echamos un vistazo al pasado, nos encontramos con que las antiguas élites gobernantes eran seleccionadas en base a sus enfrentamientos internos (como dijo Pareto, “la historia es un cementerio de élites”, y a menudo lo ha sido en un sentido muy literal). Así, importaban las sucesiones, las guerras, las luchas y manipulaciones por el poder. Eran miembros de las élites defendiéndose contra quienes querían serlo, y miembros de las élites peleando entre sí por los puestos preferentes. Una guerra fratricida en la que el pueblo nada tenía que decir.