La palabra “normal” es una palabra muy poderosa, integrada profundamente en el interior de nuestras mentes desde pequeños, cuando se nos enseña que es bueno ser normal (de hecho, “anormal” es un insulto frecuente). Sin embargo, la normalidad no ha sido siempre igual a lo largo de la historia, ni es algo objetivo y observable. Cambia, evoluciona y se modifica, ¿cómo lo hace?
La definción de normalidad se suele hacer a través de una versión cualitativa (osea, de características). Así, una sociedad debate en su interior sus valores, elementos culturales, su historia, sus objetivos, leyes, etc. desde una perspectiva intersubjetiva que premia la negociación. La normalidad es una de las cosas que se debaten y es fruto del conjunto de todos los acuerdos que se alcanzan y que definen básicamente cómo se ve una sociedad a si misma y cómo quiere verse de cara a su futuro. En esta discusión se acuerdan una serie de valores, ideas y comportamientos que son considerados como “correctos” dentro de esa sociedad, el estándar que todo el mundo debe cumplir. Esa es la normalidad.