Acaban de producirse una serie de atentados en Bruselas, tanto en el aeropuerto como en el metro, que en el momento de escribir esto han dejado más de 30 muertos y 200 heridos y ha sido reclamada su autoría por el ISIS. Como corresponde, este post lo comenzaré con mis condolencias para todos los familiares y personas que querían a las víctimas. Pero, y siempre hay un pero con un comienzo como ese, el post no va a ir exactamente en esa línea, porque creo que la situación muestra un lado que es importante denunciar y no olvidar bajo el dolor de la muerte.
Empezaré por el lado personal. Pocos minutos después de que se confirmasen los atentados, las redes sociales y los medios de comunicación comenzaron a llenarse de mensajes de solidaridad con las familias, de repudia de lo ocurrido, etc. Y eso, sin duda, está muy bien, igual que lo estuvo cuando ocurrió en París. El problema es que tras eso lo que se oculta es una doble moral que demasiado a menudo permanece latente pero que, en ocasiones como esta, se muestra con claridad. Mueren unos pocos en Europa y rápidamente todos nos solidarizamos, todos sentimos su dolor porque son como nosotros.