El domingo se emitió en el programa de Évole el “partido de vuelta” entre Iglesias y Rivera, parejo en cierta forma al que tuvieron a principio de esta temporada. Al menos en teoría, pero lo diré desde el principio, he de reconocer que me costó mucho escucharlo entero (verlo ya ni lo intenté pasados unos minutos); hasta tal punto que, llegados al final, cuando Évole les confronta con sus comentarios sobre el bronco debate entre Rajoy y Zapatero, el resultado difícilmente se puede entender como diferente en este caso. Ha sido una pelea de boxeo, no un debate; una discusión, no una fuente de ideas y de confrontación de las mismas; una sucesión larga de “y tú más”, de interrupciones, de preguntas capciosas y evasivas.
En resumen, no me andaré por las ramas, creo que hay muy poco que salvar de un programa de más de una hora de largo. Es una vuelta a la vieja política tan clara que casi resulta insultante y creo que, por ello, ambos han salido perdiendo del debate, con momentos en que incluso daba la sensación de que se entraba en bucles de ataques continuos de los que solo se salía, cuando se salía, porque Évole interrumpía como podía para reiniciar el combate en un nuevo bucle en un tema diferente.