Mirad a vuestro alrededor y veréis las paredes rojizas y vibrantes del útero materno. Al ritmo del corazón del cambio, nos alejamos de lo conocido para adentrarnos en lo desconocido. Tras nosotros, el viejo mundo yace agonizante tras los golpes que derribaron el Muro de Berlín y las protestas que despertaron a una sociedad civil que se movilizó desde Mayo del 68 a la Primavera Árabe y la Indignación.
Sin embargo, pese a que el corazón del cambio bombea su sangre a toda velocidad, dando energías a este feto temporal en el que vivimos, demasiada gente parece ignorarlo. Basta mirar los programas de los políticos para ver que caminan sobre ideas antiguas, viejas y apolilladas que ya no encajan en el mundo: el liberalismo (deformado actualmente en neoliberalismo económico), el socialismo, el Estado de Bienestar. Por bellas que fueran esas ideas, sólo reflejan las luchas del pasado: los derechos de la mujer, del trabajador, de las minorías étnicas o sexuales.