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¿Por qué “Entre Todos” es un Programa Dañino para la Sociedad?

Fruto de un muy interesante debate en Facebook así como de numerosos debates en El Señor de los Dadillos, creo que va tocando meterle mano a este programa y mostrar algunas de las cosas que pasan entre bamblinas al respecto. Y es que, ¿cómo se puede decir que un programa que busca ayudar a la gente, es dañino para la sociedad e, incluso, para esa gente? A priori, todos estamos encantados de que las personas se ayuden unas a otras, ¿qué puede haber de malo en ello? Empecemos por el principio, para aquellos que no lo conozcan, ¿qué es Entre Todos? Básicamente, es un programa de televisión donde la gente va a antena y expone las necesidades que tiene, esperando que los espectadores donen dinero para poder cubrir sus necesidades. Algo, a priori, muy noble y excelente, pero ¿qué hay detrás?

Cuando uno va a un programa de televisión a solicitar que le ayuden porque no puede costearse una silla de ruedas, lo primero que le toca pasar es que tiene que pasar una humillación pública. Aunque no nos lo parezca, admitir la debilidad de cualquier persona siempre la pone en una situación de inferioridad y vulnerabilidad social, en la medida en que los demás (que si podemos costearnos nuestras necesidades) somos superiores a ella (que no puede). Vivimos en un mundo capitalista, al fin y al cabo, y el dinero y la autonomía son valores muy establecidos en nuestra ideología, con lo cual la humillación que sufre la persona es equivalente a admitir públicamente que es una inútil. Si eso fuera poco, el tratamiento que la presentadora hace de los casos, abordándolos como “pobrecitos” y otros términos que infantilizan y destacan la vulnerabilidad de la persona, sólo incrementa esa humillación pública y destaca su incapacidad a ojos de los demás.

Y aquí, en este punto, voy a tomar un momento para dar un pequeño giro, vamos a tocar brevemente la autoestima. Esta es una de las piezas básicas de la psicología de cualquier persona y grupo, en la medida en que se sienta eficaz en su entorno, tendrá seguridad y una vida con menos stress y mayor felicidad. La autoestima es un elemento relacional, se basa en la interacción con los demás, a quienes se puede ver como superiores, iguales o inferiores. Si los demás son superiores, nuestra autoestima es débil y está muy dañada, si los demás son inferiores a nosotros nuestra autoestima será fuerte y capaz de enfrentarse al mundo. Que esté justificada o no es algo que no importa, podemos sentirnos superiores cuando en realidad no lo somos o inferiores cuando no lo merecemos, lo que importa es que sintamos que esa es nuestra posición y la interioricemos. Al hacerlo, asumimos esa pérdida de status, de posición social, y normalmente también de liderazgo, y nos vemos inclinados a aceptar una posición subordinada ante aquellos que tienen una imagen (a nuestros ojos) como superior a la nuestra.

Regresemos ahora a Entre Todos, y es fácil ver como una humillación pública de estas características fácilmente impacta de forma notable en la autoestima de la gente, autoestima probablemente ya bastante dañada de por si por el hecho de no ser capaz de solucionar sus problemas. De hecho, probablemente hay que llegar a una posición cercana a la indefensión aprendida para vernos forzados a aceptar una humillación así.

Y genera otro efecto, en este caso en los espectadores, que es una insensibilización ante el sufrimiento ajeno. En la medida en que ha dejado de ser un sufrimiento real para transformarse en un producto televisivo, nosotros podemos distanciarnos de ello y renegar de nuestra responsabilidad. Sólo es televisión, y a más nos bombardean con ello, mayor es la distancia, igual que las imágenes de gente muriendo de hambre o de guerras en tierras lejanas cada vez tienen menor impacto en los espectadores (salvo que quienes mueran sean los de nuestra comunidad, de un modo u otro). Este distanciamiento del sufrimiento debilita la posibilidad real de que unos y otros nos involucremos en los problemas comunes y los tratemos como tales, porque se han individualizado (esta persona necesita una silla de ruedas, esta ayuda con la comida, etc.) y han descargado nuestra conciencia de la responsabilidad que nos corresponde al ser miembros de la misma sociedad.

Un segundo frente, es que es una intervención organizada por gente que no sabe nada al respecto. El programa lo organizan productores, guionistas, directores… gente que está interesada no en el éxito de la intervención y la capacidad de ayudar a la gente, sino en el índice de audiencia (que, por cierto, es muy elevado, así que su trabajo, a sus ojos, está bien hecho). Y, una vez han hecho sus grabaciones, ha salido todo en antena, se pueden olvidar porque ya no importa, cuando cualquier intervención social es mucho más compleja que simplemente recaudar fondos.

Por tanto, el programa está dañando a aquellos especializados y formados para ayudar a los demás de la forma más útil y menos dañina. Tanto es así, que el Consejo General del Trabajador Social ha denunciado públicamente al programa y ha exigido que se deje de emitir, lamentablemente sin éxito. Y es que uno de los elementos clave en esto es que las intervenciones no se basan en la necesidad de la gente, sino en su capacidad para atraer la atención y generar audiencia. Los candidatos a pedir las ayudas sufren el proceso de selección en el que muestran todas sus necesidades, de modo que guionistas y demás escojan aquellos casos que más puedan mover al espectador, interesarle, o sacarle la lágrima fácil. No se ayuda necesariamente a quienes más lo necesiten, ni siquiera se ayuda de modo sistemático a cubrir ciertas necesidades, simplemente se ayuda a aquellos pocos que puedan maximizar la audiencia en el tiempo que les corresponde en antena.

Hay un tercer corolario, en este caso sistémico, y que es de un gran peligro para el conjunto del tejido social, y no sólo de aquellos que se ven forzados a aceptar una intervención como esta. En la medida en que el modelo de ayuda a los desamparados en una sociedad regresa a un modelo asistencial/individual más cercano a la caridad o a las donaciones, lo que hacemos es debilitar el conjunto del Estado del Bienestar.

¿Qué es el Estado de Bienestar? Básicamente, es la forma política que toma el pacto social en el que todos vivimos, y que garantiza a todos los ciudadanos del Estado una serie de derechos: tenemos derecho a la vida, a la sanidad, a la educación, etc. Esos son nuestros derechos porque se considera que, sin ellos, los ciudadanos no pueden llevar adelante una vida digna, y la justicia social exige que todos pongamos una parte de lo que tenemos (en forma de impuestos) para costear todos los costes que se consideran comunes (carreteras, alcantarillado, etc.) y cubramos con ello las condiciones de vida dignas de todos los ciudadanos. Y todos son todos, especialmente los que no tienen forma de conseguirse eso por sus propios medios, sólo hay que ver la cantidad de dramas que hay en Estados Unidos por el alto coste que tiene la sanidad privada, por ejemplo.

Esto no sólo beneficia a quienes reciben las ayudas, sino que permite que el conjunto de la sociedad avance en la dirección que tiene decidida. Antiguamente, cuando comenzó la democracia moderna, se consideraba que sólo podían votar los ricos porque eran los que tenían la independencia y la cultura para poder votar con claridad. Ahora, el Estado de Bienestar debería garantizar la suficiente independencia y educación a todos para poder votar según sus opiniones e intereses. Y en salud, por ejemplo, no se puede erradicar una enfermedad si sólo se cura a quienes pueden permitírselo, hay que vacunar y tratar a todo el mundo de modo que el conjunto de la sociedad sea inmune y, lentamente, la enfermedad desaparezca.

Es lo que se llaman bienes sociales, y estos a menudo dependen de costes muy altos (como financiar una carretera, o un tendido de cables a todos los domicilios) que ningún sector privado acometería porque no son rentables: no es rentable, por ejemplo, tender y mantener una carretera pública y gratuita que llegue a un poblado remoto con pocos habitantes. Sin embargo, consideramos que toda la gente tiene derecho a esos bienes, a la movilidad libre, a la educación, la sanidad, etc. y, por tanto, hacemos un esfuerzo entre todos para cubrir aquellos campos que el mercado, por si mismo, nunca cubriría.

Y es que aquí llegamos al mercado, y con ello al capitalismo de corte neoliberal cuyo crecimiento claramente vivimos en la actualidad, desde el comienzo de la crisis. Que el neoliberalismo se ha alimentado de los shocks sociales para extender su influencia es algo que documentó muy bien por todo el globo Naomi Klein, y que vemos ahora cada día al abrir el periódico: recortes en educación, recortes en sanidad, recortes en derechos sociales, etc. Esa es la agenda neoliberal en economía, que consiste en tratar de reducir el espacio del Estado al mínimo exponente posible, de modo que sea el mercado libre el que intervenga y pueda proporcionar esos bienes a coste de mercado. Y, como es fácil observar en cualquier estadística de desigualdad, a más se desarrolla el modelo neoliberal, mayor es la diferencia entre ricos y pobres.

Si desarticulamos el Estado de Bienestar, dejamos de garantizar el acceso de la gente a los bienes que necesita para llevar una vida digna y, con ello, desmontamos la solidaridad real que supone un modelo redistributivo de la riqueza que se esfuerce por reducir las desigualdades. Entre Todos sirve precisamente para que este mal trago se pase sin que nos demos cuenta o que sea menos amargo, ya que permite que la gente acuda a una caridad televisada para cubrir aquello que el Estado debería cubrir sin necesidad de humillarse públicamente ni hacer un espectáculo de ello. Deslegitima al Estado de Bienestar que se muestra así como innecesario, ya que todos podemos cubrir las necesidades de todos… aunque, en realidad, sólo se cubran las de aquellos pocos que queramos humillar públicamente.

Así, el slogan del programa originalmente era “esto lo arreglamos entre todos”. Si quieren que lo arreglemos entre todos, entonces lo haremos entre todos, pero por los cauces correctos: por medio del Estado de Bienestar, de políticas sociales bien construidas y bien organizadas, no por medio de la caridad individual convertida en espectáculo. Sino, el resultado es que nos encontraremos con una vida digna del excelente capítulo 15 Millones de Méritos, de la excelente serie Black Mirror: donde todo está sujeto al espectáculo, nadie da nada por los demás, y todo intento de cambio que da neutralizado dentro del sistema.

Individualizados, destruida la comunidad y debilitada la sociedad civil, con un Estado de Bienestar fragmentado y el dolor ajeno convertido en entretenimiento… ese es el modelo de desigualdad que promueve la extensión de programas como Entre Todos. Está genial que nos ayudemos los unos a los otros, y plataformas como Kickstarter son buen ejemplo de ello, lo que no podemos aceptar es que eso sirva como medio de desarticular el Estado de Bienestar, empobrecer la calidad de las intervenciones sociales y de denigrar públicamente a la gente en situaciones más precarias.

Costán Sequeiros Bruna

PD: como dije al pricipio, este post no sólo refleja mis ideas, sino que es fruto de muchos debates con mucha gente diferente, demasiados para citarlos. A todos, como siempre, infinitas gracias por vuestras visiones.

Y tú, ¿qué opinas del programa?

3 replies on “¿Por qué “Entre Todos” es un Programa Dañino para la Sociedad?”

Estoy totalmente de acuerdo contigo, y que has plasmado perfectamente el por qué este programa a pesar de establecerse en unos pilares que a todos nos parecen muy nobles, en realidad se alejan completamente de los mismos.

Yo también he tenido varias discusiones sobre el tema, y al principio creí que era un problema de generación o de estatus económico o de estudios y por eso no entendían lo que intentaba explicar, sin embargo me confundí completamente. Muchas personas de mi edad y con estudios parecidos a los míos (de trabajo social no, pero sí por ejemplo de educación social o de magisterio), estaban completamente de acuerdo con el programa, cayendo en la frase de “si no lo hacen los políticos nos tendremos que ayudar entre nosotros “. Creo que en tu artículo has explicado muy bien por qué esto no debe ser de esta manera en el caso del programa de RTVE y sí en otros de “Mecenazgo tecnológico” como Kickstarter .

Enhorabuena.

A través del comentario que acabo de ver en el facebook, he descubierto este blog, y me he paseado por él para hacerme una idea sobre cual seria tu “linea editorial” y porque, coño, sentía curiosidad.
Y me encuentro con este artículo, acerca de un programa, que mi abuela, con su colega, ven en mi cocina todas las tardes, antes del Pasapalabra, y he de decirte, que no puedo estar más de acuerdo con tu visión de lo que es la tele.
Todo se basa en beneficio, en este caso audiencia, y como bien dices se ayuda a aquel caso que puedas ser más “mediático” no al realmente necesitado.
Cada vez más, nos acercamos a lo de los romanos ¿no? Pan y Circo.
Ya estás en favoritos.

Un saludo.

Saludos Kike
La verdad es que si, yo creo que tiene una audiencia amiga en las abuelas, porque a la mía le gusta muchísimo también y lo ve todos los días y, por mucho que le argumenté lo que implicaba, no conseguí que lo viese como yo. Pero bueno, suponog que mientras sean felices…
Me alegro mucho de que te haya gustado el post y el blog en general. :)

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