Fruto de una de las muchas interesantes discusiones con Lucas, hoy toca abordar el tema de la lucha contra el sistema. Después de haber hablado sobre alternativas políticas y económicas al mundo en que vivimos, ¿cómo se llega a ellas?
Lo primero que suele salir a relucir a la hora de que la gente proteste contra el sistema es la clásica “hay que acabar con todos los banqueros”, o “una bomba en el Parlamento y se soluciona todo esto rápidamente”. Estas visiones, fruto de la frustración en la que vivimos al ver cómo opera el poder, son típicas desde hace muchos siglos: el señor feudal nos sube los impuestos y nos rebelamos, el Rey se impone y le cortamos la cabeza, etc. Sin embargo, el sistema ha evolucionado mucho en este tiempo, de modo que las antiguas recetas hoy en día ya no valen.
Con el tiempo, el Sistema ha ido perfeccionándose infinitamente, mejorando, aprendiendo. Y la lección más importante es que ha aprendido a absorber a sus oponentes e integrar sus críticas en su interior como mecánicas normales. Los trabajadores protestaron a finales del siglo XIX por las condiciones laborales, y el capitalismo no acabó sino que surgió la socialdemocracia. El Che se levantó en armas, y lo que consiguió en gran medida es que hoy vendan camisetas con su foto para todos “los jovenes rebeldes” que creen que luchar contra el sistema es llevar la foto del ídolo y decir sus consignas, sin pensar que la compraron en tiendas perfectamente establecidas por el sistema, dentro de la lógica capitalista que perpetúan mientras creen luchar contra ella.