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El Valor de las Cosas

Portada del Valor de las Cosas, donde ya se deja claro el tema central del libro.
Portada del Valor de las Cosas, donde ya se deja claro el tema central del libro.

El Valor de las Cosas es un fenomenal libro de Mariana Mazzucato, catedrática de economía en el University College de Londres. Es un libro que sin duda me ha impactado mucho, entre otras cosas porque me ha permitido terminar de poner en su lugar mis ideas sobre la sociedad de narradores de la que hablaba hace un par de meses. Entonces, ¿de qué trata el Valor de las Cosas?

El punto de partida es la historia del pensamiento económico en torno a una cosa en concreto: ¿qué considera una sociedad, en términos económicos, como valioso? ¿Qué actividades son generadoras de valor y cuales lo extraen de la sociedad? Este punto de partida ya es controvertido e interesante porque, como Mazzucato señala desde el principio, aunque la cuestión del valor formaba parte central del pensamiento económico clásico ha ido desapareciendo a partir del auge de los marginalistas y el neoliberalismo a partir, especialmente, de los años 70. Entonces, para plantear este debate, Mazzucato recorre la historia del pensamiento económico desde los primeros economistas a los clásicos como Adam Smith, Marx o Keynes. Todas las escuelas y pensamientos son abordados, mostrando cómo con el paso de los años la narrativa de lo que es el valor va cambiando.

Y es que, al principio, lo que se consideraba generador de valor era lo que estaba directamente relacionado con la generación de bienes: el trabajo, en especial el trabajo agrícola que permitía a la sociedad crecer y comer. En contraposición surgía la idea de las rentas, que consisten en extraer valor de la sociedad por medio de actividades que generan dinero pero no valor por si mismo, un problema central antiguamente donde los grandes terratenientes vivían de los alquileres del campo sin hacer nada socialmente útil por si mismos. Este punto de vista va evolucionando con el tiempo, hasta surgir otros pensamientos como el marxista, donde el valor surge en el proceso económico capitalista dando lugar a la plusvalía, dando un marco social y estructural más amplio a las connotaciones de los economistas clásicos. O la visión keynesiana de intervencionismo en economía, donde el valor surge de la capacidad de la economía para mejorar la vida de las personas, normalmente por medio de la inversión estatal que estimula el crecimiento económico.

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Reflexiones personales

¿A qué se debe el valor de las cosas?

valorLos economistas clásicos dicen que el valor de un objeto se encuentra en el punto donde se cruzan las dos curvas principales de la economia: oferta y demanda. Así, cuántas más personas quieren una cosa, más sube su precio, y cuántos más copias haya de esa misma cosa a la venta, más baja. Sin embargo, aunque esta apreciación es más o menos correcta en economía, lo que hace es ocultar ligeramente la base real del valor de las cosas: la escasez.

El mundo en el que habitamos es un mundo de bienes finitos: hay una cantidad limitada de móviles a la venta, una cantidad limitada de Mona Lisas, una cantidad limitada de todo lo que nos rodea. Cuánto más limitada sea esa cantidad, más valor le damos al objeto/sentimiento/idea/lo-que-sea asociado.

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Sociología

¿Cuánto Vale una Empresa?

Tradicionalmente, el valor de una empresa era una suma relativamente clara de sus activos, el dinero que ganaba, la cantidad de inversión que tenía, los productos que sacaba a la venta al año, etc. Se podría decir que, en gran medida, era un valor relativamente objetivo que decía cuánto valía realmente esa empresa. Sin embargo, eso cambió completamente cuando, en 1988, Philip Morris compró la empresa Kraft por seis veces más de lo que valía. ¿Qué pasó ahí? ¿Se había vuelto loco?

Para nada, lo que Philip había valorado era una cosa inmaterial pero clave en cualquier empresa: por primera vez, le había puesto precio a la marca. Como narra Naomi Klein en “No Logo”, lo que había hecho era ponerle un precio a un intangible que sumaba en su interior elementos como la satisfacción de los clientes, el posicionamiento en el mercado, el cariño de los compradores, etc. Las décadas previas en el trabajo de las marcas empresariales, especialmente desde la publicidad, se habían finalmente traducido en un valor en dinero por primera vez.