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Bajan los Impuestos, ¡Viva! … ¿Viva?

Parece que, últimamente, una de las cosas que más se discute de cara a las elecciones son las proclamas por parte de ambos partidos principales de que van a bajar los impuestos. Y mucha gente, sorprendentemente, parece encantada con ello. Es curioso que no les resulte chocante que tanto PP como PSOE estén de acuerdo en esto… y lo es, y mucho. Así que vamos a echarle un ojo al tema.

Lo que se pretende bajar, empecemos por el principio, son los impuestos directos, osea, aquellos que cada uno paga directamente a Hacienda en base a su situación económica, propiedades y demás. Irónicamente, estos son los impuestos llamados “sociales”, porque en teoría el rico paga más que el pobre.

Pero bueno, partámos del supuesto de que, en efecto, se bajan esos impuestos. Ahora el gobierno tiene dos opciones: o bien reduce los gastos para equilibrar las cuentas (algo que encantaría al neoliberalismo) o aumenta los impuestos indirectos (que se notan menos) para compensar. ¿Qué son los impuestos indirectos? Son aquellos que pagamos a través de medios indirectos (valga la obviedad) como el IVA incorporado a los productos que compramos. Mucha gente cree que estos impuestos son más justos que los otros, ya que todos pagamos lo mismo. Y, ciertamente, lo serían en un mundo donde todos tuviésemos lo mismo, pero el sacrificio económico de pagar 1 € de impuestos no es lo mismo para quien cobra 10 € al mes, que para quien cobra 10.000 €. ¿Es eso justo?

Pero es que el otro lado es casi peor. Si se bajan los gastos del Estado, se reducirán las pensiones, los gastos asignados a la seguridad social, a enseñanza,… ¿Y a quien perjudica esto? ¿A quien tiene una empresa? ¿A quien se paga un seguro de salud? ¿Quien va a un colegio privado? Creo que os hacéis a la idea.

Así pues, tened en cuenta que siempre que se habla de reducir los impuestos, a quienes beneficia es a quienes más tienen. Personalmente, siempre he creído es que lo justo es que se pagasen unos impuestos altos y directos, y directamente proporcionales a nuestra renta. Por ejemplo, que todo el mundo pagase el 40 % de lo que cobra. Cierto, pagar 4 para quien cobra 10 es duro, pero es que así quienes cobran 10.000 pagarían 4.000. Esto daría al Estado una mayor capacidad económica, que a su vez se podría reinvertir en la sociedad, en ofrecer servicios mejores y más completos a todos sus habitantes, y de los cuales todos nos beneficiasemos en igual medida.

Cierto, el mundo moderno parece aullar la muerte del Estado de Bienestar, e incluso experimentos sólidos en ese sentido como los países Escandinavos están teniendo que hacer concesiones… pero yo sigo siendo un enamorado de él y creo que, por ahora, es el sistema de gobierno más justo que existe (esperemos que aparezcan pronto otros más justos, eso si). ¡Así que no proclamemos ya su muerte, y luchemos por él!

Y siempre, siempre, leed detrás de los mensajes populistas y a menudo aparentemente bonitos de los políticos.

Costán Sequeiros Bruna

Estos son los comentarios del antiguo blog:

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Y tú, ¿qué opinas?

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