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Círculos de información restringidos

la era de la informaciónVivimos en la era de la información, donde todo el conocimiento está a un click de distancia de nosotros. Periódicos, enciclopedias, textos científicos, análisis especializados, comentarios de actualidad, reseñas filmográficas… prácticamente cualquier cosa que queramos saber, la podemos descubrir en un instante con solo una búsqueda rápida en Internet. Y, sin embargo, la mayor parte de la red jamás será pisada por ninguno de nosotros (¡y no hablo ni siquiera de la deep web!), sino que al contrario, cada uno usa unas zonas específicas para sus intereses y sus vidas.

A la hora de la verdad, la mayor parte de la gente construye sus vidas y sus redes de información en base a dos supuestos que además se compaginan: sus propios intereses y formas de ver la vida, y la gente con la que se relaciona. Sin embargo, en muchos sentidos, la gente con la que más nos relacionamos y en la que más confiamos es aquella con la que tenemos muchos interes compartidos y formas de ver la vida que entendemos de modo similar, de modo que ambas cuestiones se reflejan la una a la otra. Y esto es muy importante a la hora de lidiar con la información que cada uno busca en la vida.

Porque la información puede ser obtenida de dos maneras: o la buscamos nosotros, o nos llega desde el exterior por un canal que consideramos de confianza. Ejemplo clásico de la primera es ir a la Wikipedia a leer sobre un tema que nos interesa y sobre el que no sabemos demasiado, mientras que la forma clásica de la segunda es que nos lo comente una de nuestras amistades. En ambas ocasiones, la fuente recibe el beneficio de la confianza: bien porque hemos ido a una web en la que confiamos para obtener la información, o porque el que nos la ha contado es digno de esa confianza.

Y aquí es donde llegamos a los círculos de información restringidos. Las webs/periódicos/etc. que consideramos de confianza son aquellas que hablan en nuestros términos y comparten con nosotros los puntos de vista que tenemos. Y lo mismo las amistades. Si cualquiera de las dos tuviese un punto de vista opuesto al nuestro, podría ocurrir que nuestras ideas chocasen (fuese imposible un acuerdo porque vemos el mundo de modo muy distinto) o bien que nos colocase en una situación de disonancia cognitiva entre lo que creemos y lo que aparentemente es verdad.

Ponernos en una situación de posible disonancia cognitiva amenaza a la integridad de nuestra percepción del “yo” y, por tanto, no es algo que hagamos gustosos. De igual modo, no solemos salir de la zona de comfort si no se nos obliga o nos encontramos con ganas de ser “aventureros” (y, en ese caso, normalmente salimos de la zona de comfort hacia una zona menos segura pero relativamente de confianza igualmente, por eso nos resulta interesante).  De modo que tratamos del mismo modo la información que nos llega, de modo que buscamos aquella con la que ya estamos de acuerdo y tratamos de ignorar o rechazar aquella que nos lleva la contraria.

Información y tierra planaPongamos un ejemplo: un hombre que cree la Tierra es plana, que desgraciadamente hay más de los que uno esperaría en el siglo XXI. Cuando quiere saber cosas sobre cómo es el mundo, nuestro personaje no acude a la web de la NASA con sus fotos del planeta redondo y azul, sino que acude a otras webs que describen cómo la Tierra es plana, ve vídeos al respecto en youtube, etc. Incluso sus amigos, probablemente los divida entre sus amigos “normales” (que están equivocados sobre la Tierra, de modo que no son fuentes de confianza al respecto porque se han tragado todo el discurso cientificista de quien quiere convencernos de que la Tierra es esférica) y aquellos que si saben que es plana y le pueden dar información relevante de su interés: estos últimos son los de confianza en esta cuestión.

Lo cual, inevitablemente, nos lleva a que las fuentes de confianza para cada cuestión pueden diferir. Nuestro terraplanista puede hablar con sus amigos terraplanistas de física pero no estar de acuerdo con su forma de entender la ecología, que habla con otros amigos que sin embargo creen que la Tierra es esférica (más o menos) y quizás al llegar a casa hable con su pareja de política porque es algo que tienen en común. Cada persona construye así distintos círculos de información restringida, que coinciden con sus intereses y relaciones.

Pero el resultado es temible.

Si solo escuchamos las fuentes que opinan como nosotros, estamos dejando de escuchar a trozos enormes de la sociedad que pueden opinar de modo diferente. Si solo escuchamos a nuestros amigos, olvidamos que estos no son representativos del mundo en el que vivimos, sino que son en cierta medida un reflejo de nosotros mismos. Al hacerlo, vamos creando una burbuja de información que retroalimenta continuamente el mundo como creemos que es, y nos expone cada vez menos a sectores enteros del mundo que opinan de modo diferente. Si eres de izquierdas no lees un periódico de derechas, aunque bien podría ser que fuese un periódico mejor hecho y con mejor calidad periodística.

circulos de informaciónY no sólo dejamos de escuchar al otro lado, sino que nos adoctrinan en el nuestro. Si siempre nos retroalimentamos dentro de un mismo ciclo y tipo de información, el resultado es que la acabamos considerando como la única buena, como la Verdad. La información no es conocimiento, debe ser articulada en nuestra cabeza para poder pasar a serlo, encajando con nuestra mente y ayudando a amueblarnos el cerebro. Y para hacerlo, debe pasar por uno de los filtros más infravalorados pero poderosos del mundo: la capacidad de pensamiento crítico. Pero esta se debilita más cuanto más cerrado es nuestro círculo de información personal, ya que perdemos de vista otras perspectivas y, al hacerlo, dejamos de cuestionarnos las nuestras y las de aquellos que las comparten.

El resultado es que, cada vez más, vivimos en un mundo donde cosas como las fake news se vuelven relevantes, porque son informaciones falsas que aparentan verosimilitud y entran en las personas porque comparten esas ideas. Da igual que los hechos que narran sean inventados, la persona que los lee cree que son las cosas que pasan en el mundo, de modo que toma esa información como creíble, veraz, de confianza… y, al hacerlo, se asienta en su idea de que el mundo es de esa forma.

¿A quien seguimos en Twitter? A las personas que comparten nuestras ideas. ¿A quien tenemos en Facebook? A nuestros amigos y familia. ¿A quien cotilleamos en Instagram? A la gente que nos interesa. ¿Qué webs leemos? Las que consideramos buenas y fiables. Y así hasta el infinito, cartografiando un mapa individual de relaciones e información completamente sesgado y que, demasiado a menudo, no comparte ningún elemento con sectores inmensos de la sociedad en la que vive. Se ha perdido la universalidad de la verdad revelada por Dios propia de la Edad Media, y en su lugar, igual que la sociedad, ha quedado un creciente fraccionamiento entre ideologías, identidades y fuentes de información, sesgadas y divididas para cada uno de los colectivos de nuestra sociedad.

A nuestra manera no bíblica, estamos construyendo nuestra propia Babel.

Costán Sequeiros Bruna

Y tú, ¿qué opinas de cómo manejamos la información que nos llega?

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