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Crítica de Libro: Russia and the Idea of Europe

Escrito por Iver B. Neumann, en este libro se hace un recorrido acerca de cómo los rusos han ido construyendo su propia imagen de si mismos, su lugar en Europa, y por ende, el lugar de la propia Europa. Escrito en 1996, Neumann nos narra en él unos cinco siglos de historia del pensamiento ruso, de su avance, de su retroceso, de sus conflictos y enfrentamientos. Desde el inicio de la importancia de Rusia a finales del siglo XV con la caída de Constantinopla, a la caída de la Unión Soviética. Y siempre con el debate sobre Europa como centro. A grandes rasgos, hasta el colapso de la URSS se fueron dando tres corrientes.

La primera en aparecer, ya en el XV, es la de la Corona. Desde su punto de vista, era una más entre las muchas coronas de Europa, una hermana en el este. De hecho, se esforzaron mucho para marcar el final de Europa en los Urales. Como hermana de las demás, era una destacada miembra de la Cristiandad (que fuera Ortodoxa y no Católica no importaba tanto, al fin y al cabo ya estamos en la época de todos los movimientos Protestantes). Pero, con la llegada de la Revolución Francesa, todo esto acabó, y surgieron las otras dos grandes perspectivas.

Por un lado estaban los europeístas, que veían a Rusia como un ente atrasada económica y políticamente, que debía aprender de sus “hermanos mayores” europeos. Buscaban introducir una Constitución, medidas liberales, una ley que nadie pudiese negar. Con ellos caminaban inicialmente también los marxistas, que creían que debía modernizarse Rusia para que se pudiese seguir a los demás países en la revolución marxista. Huelga decir que, viéndose como unos “hermanos menores”, ellos también se consideraban europeos.

Opuestos a ellos estaban los nacionalistas. Ellos creían que debían buscar lo específico y propio de Rusia, “su esencia”. Eran aislacionistas, pues Rusia debía encerrarse en si misma para buscar el futuro. Y creían que eran superiores primero religiosamente al resto de Europa (ellos tenían la cabeza de la Iglesia Ortodoxa y, por tanto, estaban más cerca de Dios) y luego culturalmente (los europeos estaban claramente corruptos y habían abandonado los “buenos caminos”). El atraso de Rusia, por tanto, no era un verdadero atraso, sino una lealtad al camino correcto, y el sendero que debía seguir para cumplir con su Destino como líder de las naciones eslavas.

A lo largo de todo el siglo XIX estas tres corrientes se enfrentaron, evolucionaron, y lucharon por imponer su propia visión de Europa. Pero 1917 y la Revolución iban a cambiar todo eso. Primero triunfaron los liberales, pero tras el golpe de estado unos pocos meses después, los marxistas bolcheviques se hicieron con el poder. Había nacido la Unión Soviética.

Huelga decir que hasta la muerte de Stalin, la URSS no era un lugar donde hubiera espacio para el debate. En su lugar, una nueva posición dominaba: la posición del Estado. En ella, la Unión Soviética no era parte de Europa, sino que tomando un concepto anterior de los nacionalistas, era euroasiática: a medio camino de dos mundos. Europa era parte del conglomerado con Estados Unidos, de hecho USA era su hija, y aunque no necesariamente era imprescindible el enfrentamiento con Europa, desde luego era difícil que no lo hubiese.

Por supuesto, la muerte de Stalin cambió eso, y de nuevo lentamente se abrió el espacio de diálogo. Los nacionalistas fueron los primeros en aprovechar ese espacio, y al esparcirse de nuevo sus ideas se reabrió el debate. Y con la caída de la URSS triunfaron los internacionalistas y sus visiones europeístas. Al menos durante un breve tiempo.

Y así llegamos al final del libro. ¿La actualidad? Lamentablemente, estando escrito en el 96, el libro no la cubre. Ni se adentra en ello. Pero os adelanto que una rápida investigación por internet demuestra que una vez más el debate ha mutado. El contacto con la realidad contemporánea exterior a la muerta URSS ha hecho evolucionar los paradigmas como no lo habían hecho en siglos. Ahora los paradigmas occidentales son la base para el pensamiento oriental, y en su relación surgen nuevas cosas… pero eso, eso merecería un post propio.

Costán Sequeiros Bruna

Y tú, ¿qué opinas de este libro?

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