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Declaración de Independencia de Internet

Internet ha cambiado su cartografía y funcionamiento enormemente desde que se implementase por primera vez y fuese terreno de pioneros y hackers, hasta la actualidad donde dominan las empresas, blogs, youtube, redes sociales… Así que hoy no traigo mis palabras, sino las de John Perry Barlow (sacado del libro de Lawrence Lessig “El Código 2.0”) donde se declara la posición que, en 1996, los usuarios de internet más deseaban para si mismos. Lástima que el tiempo haya transformado esta bella visión en un simple espejismo idealizado de lo que es la realidad.

Gobiernos del Mundo Industrial, vosotros, cansados gigantes de carne y acero, vengo del ciberespacio, el nuevo hogar de la mente. En nombre del futuro, os pido a vosotros, que pertenecéis al pasado, que nos dejéis en paz. No sois bienvenidos entre nosotros. No ejercéis ninguna soberanía allá donde nos reunimos.

No poseemos ningún gobierno electo, ni es probable que lleguemos a tenerlo, así que me dirijo a vosotros sin ninguna otra autoridad que aquella con la que siempre habla la libertad. Declaro el espacio social mundial, que estamos construyendo, independiente por naturaleza de las tiranías que buscáis imponernos. No tenéis derecho moral alguno a gobernarnos ni poseéis tampoco ningún método para hacerlo que debamos temer en verdad.

Los gobiernos derivan sus justos poderes del consentimiento de los que son gobernados. No habéis solicitado ni recibido el nuestro. No os hemos invitado. No nos conocéis, ni conocéis nuestro mundo. El ciberespacio no se encuentra dentro de vuestras fronteras. No penséis que podéis construirlo, como si fuese un proyecto de obras públicas. No podéis. Es un acto de la naturaleza que crece con nuestras acciones colectivas.

No habéis tomado parte en nuestra gran y creciente conversación, ni creasteis la riqueza de nuestros mercados. No conocéis nuestra cultura, nuestra ética, o los códigos no escritos que proporcionan ya más orden a nuestra sociedad del que podría obtenerse con cualquiera de vuestras imposiciones.

Proclamáis que hay problemas entre nosotros que debéis resolver. Usáis tal proclama como una excusa para invadir nuestros límites. Muchos de estos problemas no existen. Allí donde haya conflictos reales, allí donde haya errores, los identificaremos y abordaremos por nuestros propios medios. Estamos construyendo nuestro propio Contrato Social. Esta forma de gobierno surgirá según las condiciones de nuestro mundo, no del vuestro. Nuestro mundo es diferente.

El ciberespacio consta de transacciones, relaciones y del propio pensamiento, dispuestos como una onda estacionaria en la telaraña de nuestras comunicaciones. El nuestro es un mundo que está a la vez en todas partes y en ninguna, pero no está donde viven los cuerpos.

Estamos creando un mundo donde todos pueden entrar sin privilegios ni prejuicios determinados por la raza, el poder económico, la fuerza militar o la extracción social.

Estamos creando un mundo donde cualquiera, en cualquier sitio, puede expresar sus creencias, sin importar lo singulares que estas sean, sin miedo  a verse compelido al silencio o a la conformidad.

Vuestros conceptos legales de propiedad, expresión, identidad, movimiento y contexto no se nos pueden aplicar. Todos ellos se basan en la materia, y aquí no hay materia.

Nuestras identidades no tienen cuerpo, por lo que, a diferencia de vosotros, no podemos lograr el orden mediante la coerción física. Creemos que nuestra forma de gobierno surgirá de la ética, de un interés propio bien informado, y del bien común. Nuestras identidades pueden distribuirse a través de muchas de vuestras jurisdicciones. La única ley que todas nuestras culturas constituyentes reconocerán será la Regla de Oro. Esperamos ser capaces de construir nuestras soluciones particulares sobre esa base. Pero no podemos aceptar las soluciones que estáis tratando de imponer.

En Estados Unidos, hoy habéis creado una ley, la Ley de Reforma de las Telecomunicaciones, que repudia vuestra propia Constitución e insulta los sueños de Jefferson, Washington, Mill, Madison, de Tocqueville y de Brandeis. Estos sueños deben renacer ahora en nosotros.

Os aterrorizan vuestros propios hijos, puesto que son nativos de un mundo donde vosotros siempre seréis inmigrantes. Como les teméis, encomendáis a vuestra burocracia las responsabilidades paternas a las que sois demasiado cobardes para enfrentaros vosotros mismos. En nuestro mundo, todos los sentimientos y expresiones de humanidad, de los más degradantes a los más angelicales, son parte de un todo fluido, la conversación mundial de bits. No podemos separar el aire que asfixia del aire en el que baten las alas.

En China, Alemania, Francia, Rusia, Singapur, Italia y Estados Unidos, estáis intentando conjurar el virus de la libertad erigiendo pues de guardia en la frontera del ciberespacio. Puede que impidan el contagio durante un breve lapso, pero no funcionarán en un mundo que en breve estará cubierto de medios que transmiten bits.

Vuestras industrias de información cada vez más obsoletas se perpetuarían a si mismas proponiendo leyes, en Estados Unidos y otros sitios, que afirmen que son dueños de la expresión misma a escala mundial. Estas leyes declararían que las ideas son otro producto industrial, no más noble que el hierro en lingotes. En nuestro mundo, cualquier cosa que pueda crear la mente humana puede ser reproducida y distribuida infinitamente sin ningún coste. El trasvase mundial del pensamiento ya no necesita vuestras fábricas para llevarse a cabo.

Estas medidas cada vez más hostiles y coloniales nos sitúan en la misma posición que aquellos precedentes amantes de la libertad y la autodeterminación que tuvieron que rechazar la autoridad de poderes lejanos e ignorantes. Debemos declarar nuestros “yoes” virtuales inmunes a vuestra soberanía, aunque continuemos consintiendo vuestro dominio sobre nuestros cuerpos. Nos desplegaremos a través del planeta para que nadie pueda apresar nuestros pensamientos.

Crearemos una civilización de la mente en el ciberespacio. Ojalá sea más humana y justa que el mundo que vuestros gobiernos han creado antes.

Costán Sequeiros Bruna

Y tú, ¿qué opinas de esta declaración?

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