Categories
Reflexiones personales

El Final de la Independencia

300px-Westfaelischer_Friede_in_Muenster_(Gerard_Terborch_1648)En 1648 se firmó la Paz de Westphalia y, con ella, se construyó el orden internacional que conocemos. Por encima del humo de los campos de batalla,  los lamentos de los heridos y el recuento de los muertos, se ordenó un mundo donde cada país se concebía como un ente independiente de los demás. Cada Estado era el reflejo de la nación que vivía en él y tenía derecho a gobernarse a si mismo como considerase adecuado. Había nacido el concepto de soberanía.

Sin embargo, el mundo en el que vivimos es muy diferente de aquel. La soberanía demostró con el paso de los siglos que era una ficción política, útil pero estéril, ya que se sucedieron las injerencias de los reinos en los vecinos, las invasiones y guerras y otras formas de coacción. Pese a ello se mantuvo la ficción pues era útil, y de hecho la idea de Estados-nación soberanos todavía es una pieza fundamental del ordenamiento jurídico internacional, consagrada como parte del núcleo de la ONU.

Pero la globalización ha conseguido poner en jaque todo eso de una forma que no pudo la injerencia. Vivimos en un mundo interconectado, donde las empresas de un lado del planeta venden en los mercados del otro, donde se despliegan ejércitos a miles de kilómetros de sus hogares, donde es posible comer una hamburguesa americana en Pekín y ver películas de Bollywood en una pantalla taiwanesa mientras estamos sentados en el sofá de Ikea. La economía, la política, la sociedad, la cultura, la ciencia… todo ello y mucho más se ha globalizado y, al hacerlo, ha conectado distintos ámbitos del mundo de una esquina a otra.

La globalización, sin embargo, ha ido más allá. A medida que crecían las interconexiones los lazos que unían sitios dispares se han ido fortaleciendo y estrechando. Nace así la interdependencia, que establece que dos o más actores pasan a depender unos de otros; es fácil verlo en las cadenas de montaje empresariales, donde unas piezas se fabrican en unos países, son ensambladas en otros, diseñados en otros y comprados en otros. Muchos agentes, organismos, empresas y demás quedan así entrelazados unos con otros y, al hacerlo, se difumina la barrera entre el “nosotros” y el “ellos”.

planeta-tierra-3dSi a esto sumamos la aparición de riesgos globales en su alcance y escala (pandemias, calentamiento global, crisis económica, armas de destrucción masiva, etc.), resulta inevitable entender que el planeta Tierra, tan pequeño visto desde el espacio, se está quedando cada vez más pequeño. Y que, lo que ocurre en un extremo del planeta nos afecta a todos porque genera cadenas de efectos mariposa que recorren la red global de relaciones e interdependencias en la que estamos insertos.

El resultado es que la ficción de la soberanía se ha vuelto perjudicial a la hora de manejar los asuntos que nos atañen a todos. Surge una sociedad civil que comienza a actuar a la escala global (Green Peace, Amnistía Internacional…) y con ella la conciencia de la ciudadanía de que estamos involucrados con los demás y que no son tan diferentes a nosotros (potenciada por viajes al exterior, intercambios culturales y de estudiantes, etc.).

Si el mundo está interconectado y lo que ocurre en una esquina afecta a todos, es inevitable que surjan personas que quieren actuar sobre ello. Al hacerlo, la noción de que los Estados son soberanos e independientes se rompe, porque sus propias ciudadanías quieren actuar sobre los demás.

Y este es el mundo que está naciendo con este cambio de milenio. Un mundo donde las conexiones entre personas, instituciones, agentes, empresas… teje una red tan tupida que todos estamos embarcados juntos en nuestro pequeño barco azul y blanco. Y si no queremos hundirlo (y nosotros con él) es necesaria que las independencias vayan desapareciendo y se fortalezcan las interdependencias, se fomente la cooperación transfronteriza y los intercambios.

img4c8630102db1bEl mundo (ficticio) de los Estados independientes ha muerto, y seguir remando por una independencia burocrática (como el caso catalán o escocés, pero también los aislacionismos nacionalistas de Le Pen o el UKIP británico) lo único que consigue es crear barreras que dificultan el manejo de lo global y lo conjunto. La independencia de los países se acaba, y hay que construir nuevas estructuras que permitan organizar este nuevo conjunto que emerge, que proteja las diferencias pero que también permita crear puentes de conexión. Porque el futuro pasa por ahí, de un modo cada vez más claro.

Costán Sequeiros Bruna

Y tú, ¿qué opinas?

Leave a Reply

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.