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Reflexiones personales

El Subsistema Económico

El más conocido por todos nosotros, y el que a menudo se confunde con el sistema mismo, todos podéis decir su nombre conmigo: el capitalismo. En efecto, el a menudo considerado como elemento central de nuestra sociedad no es más que uno de los subsistemas pilares de la misma. Pero, quizás, es el que más éxito ha tenido a la hora de volverse hegemónico en el mundo.

Igual que el subsistema político, hace unas décadas estaba enconado contra un enemigo de su mismo tamaño: el comunismo. Sin embargo, con la caída del comunismo, lo cierto es que se ha vuelto hegemónico sin oposición. A diferencia del subsistema político, el económico se ha ido progresivamente liberando de cualquier traba y, sin enemigos, el neoliberalismo le ha dado alas para dominar cada vez más esferas de la vida. Nadie lo controla ni restringe, y cada vez nos volvemos más dependientes de él.

Hasta hace no mucho el sistema económico capitalista estaba modificado, y se encontraba enormemente influeniado por el subsistema económico gracias a numerosas políticas sociales. Controles aduaneros, seguridad social, protección del empleo… políticas de corte keynesiano o incluso más fuerte mantenían el control del sistema económico dentro de unos límites tolerables, manejables, adecuados.

Sin embargo, la crisis del petróleo de los años ochenta y el mal manejo que de ella hicieron los gobiernos hizo que estos se endeudasen sin conseguir muchos resultados. Los neoliberales fueron los ganadores de esto, ya que convencieron al mundo con “teorías sólidas” (la mayor parte de ellas sin confirmar, o el tiempo ha probado que erróneas) de que el problema estaba en que el Estado modificaba el funcionamiento del mercado, impidiendo que trabajase adecuadamete.

Así que rápidamente procedieron a desmontar el Estado de Bienestar: privatizaron empresas, dirigieron más dinero para el sector privado que el público, redujeron controles aduaneros en otros países… Y dieron completa libertad a las empresas trasnacionales a hacer lo que quisieran, lo que llevó a que el trabajo de baja cualificación se marchase a países más pobres, las empresas moviesen sus sedes a paraísos fiscales para evitar impuestos, y toda suerte de otras políticas que hoy son tan comunes que ni nos paramos a pensar en ellas.

El hecho de que el Estado mismo se desviva ahora por las empresas privadas es un sin sentido. El Estado es algo público, de todos, su apoyo incondicional a las empresas privadas (particulares, de un sólo grupo de habitantes que se enriquecen de ello) va en contra del espíritu del Estado mismo. Un ejemplo: el Estado aporta dinero a las escuelas privadas y las convierte en concertadas… ¿para qué? ¿Para que la gente normal pueda ir a enseñanza -privada- de calidad? Lo lógico, en una mentalidad propia de un Estado (para todos los españoles) es que ese dinero se destine a mejorar la enseñanza pública.

Y como eso miles de ejemplos, en especial en Estados Unidos, adalid y paladín del neoliberalismo.

Personalmente, soy consciente de que es imposible recuperar el Estado de Bienestar como existía antes. Como con todo, el pasado es pasado, y ya no vuelve. Sin embargo, creo firmemente que se puede construir un nuevo Estado de Bienestar, sobre nuevas bases y formas, que retome la idea de que el Estado debe proveer y ayudar a sus ciudadanos hacia una nueva igualidad y equilibrio.

Obviamente, claro, a los ricos y poderosos esta idea no les gusta. ¿Compartir con los pobres? ¿Pagar más impuestos para que los demás puedan usar una mejor sanidad pública que ellos no van a usar porque tienen seguros privados? Y ahí, por supuesto, está el problema. Durante décadas el Estado de Bienestar se sostuvo y mejoró porque había un increíble crecimiento económico. Así que si cada año los empresarios ganaban más dinero que el anterior, no tenían problema en dedicar una parte de esas ganancias extras a impuestos, subir el sueldo de los trabajadores (que después comprarían sus productos por tener mejor sueldo), seguridad social o lo que fuese; sin embargo, con la crisis de los 80 eso cambió, y la tarta dejó de crecer. De pronto ya no estaban tan de acuerdo con eso de repartir, de aumentar los salarios o contribuir al Estado.

Y eso es precisamente lo que hay que cambiar. Ellos operan como la élite económica que son, y se han fusionado enormemente con la élite política. En la carencia de oposición de élites económicas alternativas, actúan como les place. El movimiento que debería oponérseles es el movimiento antiglobalización, pero sin embargo aún está en una forma demasiado embrionaria; los partidos políticos de izquierda real del mundo (el PSOE es más de centro que otra cosa) van en retroceso en todas partes menos en Alemania; los modelos económicos alternativos mostrados por los economistas son rápidamente descalificados, etc.

¿La solución? Concienciación social, por supuesto, como en todo. Que nos están pisando todos los sabemos, pero eso no es lo “natural”, el mundo no tiene por qué ser así. Eso es la basura que nos vende el subsistema económico. Hay que devolver poder a los mermados sindicatos y que realmente hagan su trabajo. Hay que movilizar a los empleados. Hay que hacer demandas sociales fuertes, que obliguen a los partidos en el poder a cambiar sus políticas si no quieren perder las siguientes elecciones. Y me temo que, con la crisis que tenemos encima, eso va a ser muy difícil. Pero, ¿lo dificil justifica no intentarlo?

Costán Sequeiros Bruna

Estos son los comentarios del antiguo blog:

post 42

post 42-2

Y tú, ¿qué opinas sobre la hegemonía económica?

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