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Sociología

Emociones y poder

emociones 1El poder está en todos nosotros, cada uno tiene una cierta capacidad de agencia a la hora de condicionar el mundo en el que se mueve. Sin embargo, hay aquellos que tienen mucho más que otros y estos son los que tienen acceso a las distintas fuentes: dinero, el control de las instituciones, el control de la educación pública, el liderazgo de algún colectivo, un conocimiento importante, la capacidad para crear opinión pública, etc. Entre todas las fuentes principales de poder hay una que destaca en gran medida: el control de las emociones de los demás.

Las emociones de la gente tienen un poder enorme porque son irracionales, circunvalan los circuitos lógicos de los ciudadanos para hacer que estos actúen de maneras específicas. Indudablemente, no anulan por completo la razón, pero si que hacen que esta vea su lógica modificada por completo al cambiar el modo en que se entiende y analiza la situación. El cuento del Flautista de Hamelín es un buen ejemplo, ya que el flautista es capaz de conseguir que los niños lo sigan simplemente hipnotizándolos con música (que, en última instancia, como todo arte suele ser un lenguaje mayoritariamente emocional).

Así, como el flautista, todos los agentes con poder buscan introducir emociones concretas en al ciudadanía para conseguir que esta reaccione de maneras específicas. Ya lo decía Maquiavelo, que el Príncipe debe gobernar o bien a través del amor o del miedo, y que lo segundo era lo más útil a la hora de la verdad. Pero lo cierto es que el poder se ha refinado desde la época en que el italiano escribió su famosa obra y, hoy en día, el abanico de emociones que se generan y crean son muchas más que solo amor y miedo, buscándose crear interés, odio, excitación, vergüenza, indignación… todas ellas con distintas funciones al generar distintas respuestas en la ciudadanía que acepte las mismas.

emociones 2Esto se hace a través de los medios de comunicación en gran medida, sea a través de ruedas de prensa, informes públicos o campañas publicitarias. Estas son, sin embargo, el mejor ejemplo porque hace años que ya no se dedican a anunciar productos sino a crear marcas con una serie de valores asociados a ellas que buscan la identificación del consumidor con las mismas. Ya lo decía Naomi Klein en su libro No Logo. Es bueno el ejemplo de Coca-Cola, donde la mayor parte del tiempo los anuncios no se dedican a decir “bebe Coca-Cola porque sabe bien” sino cosas como “alegría” o “familia” o “gente querida”; con ello, Coca-Cola lo que busca no es que bebas la bebida porque es sabrosa, sino que directamente lo que busca es que asocies esas emociones y situaciones deseables con la bebida, de modo que esta se convierte en una especie de ser querido también e inconscientemente está presente cuando piensas en tus allegados. El resultado es que se genera una emoción en el consumidor (cariño, por ejemplo) y se la asocia a un producto.

El poder usa este mismo mecanismo para controlar y generar emociones diversas, de cara a manejar los resultados en los distintos ámbitos. Voy a poner un ejemplo de actualidad: cada vez que Rajoy dice que si no sale elegido de nuevo en las próximas elecciones, los bolivarianos desharán sus acciones y España volverá a entrar en recesión y la crisis se agravará está, precisamente, buscando generar miedo en su público. Así, asocia a las alternativas de izquierda la sensación de miedo, de peligro ante una nueva crisis y de pérdida ante otros años más de sufrimiento; con ello, lo que busca es que el electorado, asustado de que se pueda prolongar más la crisis (que, según Rajoy, ya claramente se está superando…) lo vote y pueda permanecer cuatro años más en la Moncloa.

Por supuesto, como el ejemplo de Rajoy ilustra, no todo el mundo es susceptible a los mismos mensajes, ni de la misma forma o de la misma fuente. Un votante de izquierda probablemente no acepte el discurso de miedo del Presidente del gobierno o incluso le asocie otras emociones que crea más adecuadas: vergüenza, indignación u ofensa ante su gestión política. Esto es una cuestión importante: los mensajes de cada agente buscan negociar una situación (ya lo decía Goffman), pero no implica que tengan éxito. Por mucho que el mensaje de Rajoy grite “miedo” a los cuatro vientos, cada persona al recibirlo decide qué emoción le asigna.

emociones 3Esto es una parte importante del poder que tenemos todos para resistirnos y pensar por nosotros mismos. No somos víctimas indefensas de las emociones que busquen suscitar en nosotros, sino que somos personas con capacidad crítica. Cuanto más fuerte sea esta, más invulnerables nos volvemos a los mensajes que nos quieren introducir y mayor capacidad desarrollamos para leer entre sus líneas qué emociones quieren que sintamos, pudiendo así redefinirlas como deseemos. Al hacerlo, podemos redefinir el marco que nos presentan, el discurso implícito y explícito, y darle una lectura completamente diferente que nos parezca más adecuada, usando el enmarcado a nuestro favor en vez de ser víctimas del mismo.

Por tanto, si bien el poder ha evolucionado en su gestión de las emociones desde los tiempos de Maquiavelo, usando una variedad mucho más fina y compleja de emociones, nosotros también hemos avanzado por nuestra parte. Una sociedad formada, culta, habituada a pensar por si misma es mucho más resistente a la gestión de las emociones que hacen desde el poder, que una sociedad inculta o incapaz de pensar por si misma.

Costán Sequeiros Bruna

Y tú, ¿qué opinas del poder y de las emociones que este usa?

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