Categories
Explicando tu vida

Entendiendo la Vida, la Perspectiva del Tiempo y la Memoria

Soren Kierkegaard dijo que la vida sólo puede ser entendida mirando hacia atrás, pero que se debe vivir hacia adelante. Y esta gran paradoja es probablemente uno de los elementos centrales de la forma en que vivimos.

Cada uno de nosotros construye la narrativa de su vida, la historia que se contaría de él si fuese una novela, y analiza lo que le ha ocurrido y lo que le va a ocurrir sobre esa luz. Si la visión de nuestra vida es depresiva, nuestra memoria recordará más los momentos oscuros que los bonitos; si al contrario tenemos una narración optimista, será a la inversa. Y así con cualquier tipo de narrativa que creamos que merecemos.

Obviamente, todo esto ocurre de modo subconsciente, a medida que mirando hacia atrás vamos dándole sentido a lo que hemos hecho y por qué lo hemos hecho. Tal es el poder del presente al respecto, que deformamos nuestras propias memorias para poder encajar nuestra visión actual en ellas. Así, a menudo tenemos la sensación de que “no cambiamos en el tiempo”, aún cuando en realidad hayamos cambiado mucho, simplemente porque procedemos a reinterpretar lo ocurrido con antrioridad, y a reescribirlo para que encaje con nuestra actual visión. Por eso, a menudo ocurre que con las memorias lejanas (las que más hemos modificado con el tiempo), dos personas que se encontrasen allí podrían tener imágenes y recuerdos completamente distintos de lo que cada uno hacía y por qué, simplemente porque intentan mantener la integridad de su imagen actual proyectándola hacia atrás y forzando al pasado a ajustarse en consecuencia.

Pero, ¿y el futuro? El futuro es una proyección de nuestro presente, de lo que esperamos que sea lo que venga si nosotros seguimos igual. Ahí está el habitual juego de niños de enterrar un papel con “lo que esperamos del futuro” y desenterrarlo años después para ver las diferencias existentes no sólo porque la vida tiene giros inesperados, sino porque hemos aprendido y cambiado nuestros deseos de futuro conscientemente. Así, las frases como “nunca me gustará el pescado” o “siempre me gustará el fútbol” pueden dejar de ser ciertas, porque la vida hará que cambiemos; pero en nuestras visiones de lo que va a venir siempre partimos de que seguirán siendo así porque somos incapaces de imaginar cómo serán los “yos” del futuro si son distintos a nosotros.

Por tanto, el presente, la vida en sí, es realmente una inmesa paradoja, escondida e incomprensible por encontrarse dividida entre un pasado con sentido, y un futuro cuyo sentido sólo puede ser obtenido de la proyección del pasado al futuro, cuando sabemos (unos más que otros) que el futuro será inevitablemente diferente porque habremos cambiado de maneras inesperadas.

Este continuo desajuste de pasado y futuro se debe a una continua disociación cognitiva entre lo que esperábamos y lo que realmente ha sido. Una disociación que normalmente es suficientemente suave como para que ni nos demos cuenta, pero que puede llegar a ser tan fuerte en algunos momentos que nos lleva a “dudas existenciales” o a “no saber qué hacer” y otras formas de inseguridad e indecisión.

Costán Sequeiros Bruna

Este es el comentario en el antiguo blog:

post 133

Y tú, ¿qué opinas?

Leave a Reply

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.