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Evaluación del Gobierno de Rajoy

rajoy_8El descalabro del PP en las elecciones andaluzas no es ninguna sorpresa, habida cuenta de cómo ha sido el gobierno que el partido ha ofertado hasta el momento. Como tampoco es sorprendente que los candidatos populares en las elecciones autonómicas y locales que vienen quieran ocultar lo máximo posible sus siglas, ante el peso que cargan. Pero, ¿a qué se debe esto? A una gestión nefasta del poder por parte de Rajoy.

Pero, empecemos por el principio: el PP cuenta con una mayoría absoluta en el Congreso, lo cual implica que puede hacer lo que quiera. Esto normalmente conlleva un gobierno muy activo, capaz de sacar las iniciativas que defiende en su programa y muchas más, debido a la poca fuerza que tiene el parlamento a la hora de limitarlo o controlarlo. Sin embargo, para nada ha sido el caso, sino que el gobierno de Rajoy ha estado básicamente a la defensiva casi desde el primer día.

Rajoy ganó unas elecciones básicamente con una promesa: sacar al país de la crisis en la que nos había metido el PSOE (esa herencia de la que tanto habla) y crear empleo. La manera: recortes y más recortes (sanidad, educación, derechos… todo vale); el resultado: la crisis lleva fuerte todos estos años y, por mucho que hablen cada dos por tres de que se ven brotes verdes y que ya estamos saliendo, el paro sigue siendo astronómico. Por tanto, la promesa más importante ha sido incumplida, aunque también es cierto que en buena parte era una promesa imposible de cumplir, porque la crisis no es cosa española únicamente sino el producto de un sistema económico completamente globalizado.

10987452_346273618900651_8172483786233331361_nTras unos primeros meses caracterizados por unos recortes vigorosos y por las luchas intestinas entre Rajoy y Esperanza Aguirre, el resultado es que esta básicamente perdió y, en su particular venganza, procedió a destapar todo el caso Bárcenas, que se unió a Gurtel y otros para convertirse en la pesadilla de Rajoy. Así que, pocos meses después de comenzar a usar la tijera, Rajoy fue puesto contra la esquina del cuadrilatero de la que todavía no ha salido: se suceden las noticias de corrupción, se reducen continuamente las ruedas de prensa y apariciones en el parlamento del Presidente, se deniegan comisiones de investigación y preguntas parlamentarias… Todo el mundo puede ver que el rey está desnudo y este lo único que sabe hacer al respecto es esconderse detrás de un biombo. Las ruedas de prensa emitidas por pantalla son el mejor ejemplo de lo rocambolesco de la situación, donde Rajoy opina que la mejor acción es dejar pasar el tiempo.

Aproximación que si tuvo un relativo éxito en el caso de Cataluña, aunque más por las luchas internas de CIU (y el caso Puyol) y ERC que realmente porque sea una estrategia adecuada. Y la prueba son los inmensos problemas que tiene el PP a la hora de confeccionar listas para unas elecciones catalanas en las que saben que van a perder aún más terreno. Por tanto, aunque ha sido relativamente eficaz a la hora de neutralizar esta oleada de nacionalismo catalán, en realidad no es un éxito suyo sino un fracaso de sus oponentes.

Pero con una mayoría absoluta, uno esperaría más vigor en sus acciones. Sin embargo, muchas de ellas han pasado por un matiz ideológico tan a la derecha que ni sus votantes comparten. España es el país menos homófobo del mundo según las encuestas, y aún así el gobierno perdió meses en debates estériles en torno al derecho de los homosexuales a casarse o no y si había que reformar esa ley; es un país con una creciente percepción de la igualdad de la mujer y los derechos sociales, y sin embargo decidieron embarcarse en una cruzada para imponer unas leyes que regulasen el aborto de un modo tan estricto que incluso los países europeos protestaron y que (pese a la mayoría absoluta) finalmente tuvieron que abandonar, fastidiando a los pro-abortistas (por haberlo intentado) y a los anti-abortistas (por no haberlo conseguido); han conseguido un pacto antiterrorista que sólo apoya el PSOE (con reticencias) y que inevitablemente va a desaparecer en la próxima legislatura.

Y, por el camino, dos Ministros han caído. Tras el fracaso de la ley del aborto, Gallardón abandonó la política, incapaz de conseguir que la medida saliese adelante incluso con una mayoría absoluta. Y Ana Mato tuvo que dimitir por su implicación en Gurtel poco antes de que Rajoy defendiese en el parlamento unas medidas de regeneración democrática y anti-corrupción que no solo se quedan cortas sino que, al final, siguen sin ser tramitadas.

Pero si que ha conseguido algunas cosas: reformó la justicia para hacerla de pago, dificultando el acceso a su derecho de protección legal a los más desfavorecidos; recortó en I+D y subió las tasas de las universidades, condenando a una generación a una educación insuficiente para prosperar en la era de la información y a nuestro mayor capital en conocimiento lo obligó a emigrar buscando llevar sus aprendizajes (pagados por todos para la universidad pública) a otros países; aprobó una ley mordaza que es tan restrictiva que la mayoría de europeos consultados al respecto pensó que sería una ley propia de países autoritarios, no de España; redujo el número de camas de hospital y de fármacos cubiertos por la sanidad pública e, incluso, consiguió anotarse otro fiasco en el manejo de la breve crisis del ébola (más exageración mediática que problema social real, sin embargo). Consiguió incluso que el Tribunal de Estrasburgo cambiase la ley española, al decretar que la protección a los bancos frente al impago de los domicilios era abusiva y perjudicial para la población y que la doctrina parrot también era lesiva para los derechos de los ciudadanos. Metió mano todo lo que quiso y más en la independencia de un poder judicial donde Ruz al final se ha visto apartado de su cargo y las injerencias del gobierno han sido tales que incluso el fiscal general del Estado dimitió por los excesos cometidos (como exigir que se denunciase la convocatoria del referéndum catalán).

El resultado es que, pese a una mayoría absoluta que le suponía una carta blanca durante cuatro años, las medidas de Rajoy son escasas e insuficientes; no sólo no contenta a buena parte de sus votantes sino que ha conseguido enemistar a la mayor parte de una sociedad que, tradicionalmente, se inclina hacia la izquierda. Por el camino se ha visto señalado públicamente como casta y su espacio político se ha visto invadido por Ciudadanos, mucho más exitosos a la hora de encajar con las demandas ciudadanas. Y, mientras tanto, ya hace tiempo que el interior del PP trata de distanciarse del mismo y que vuelan los puñales porque, si el barco se hunde es importante saber quien ocupa los botes primero.

Creo que, tras estos años de gobierno, Rajoy ha conseguido ser sin duda el peor presidente de nuestra joven democracia, incluso peor que la segunda legislatura de Zapatero o Aznar y eso que ellos pusieron el listón muy alto.

Costán Sequeiros Bruna

Y tú, ¿qué opinas del gobierno de Rajoy y su gestión?

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