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Reflexiones personales

La Casta

Desde que Beppe Grillo popularizó el término en la política italiana, cada vez escuchamos más a menudo hablar de la casta. Está presente en el discurso de la mayor parte de los partidos políticos que buscan la renovación de los sistemas democráticos (desde Podemos a Syriza), con distintas aproximaciones según lo entiendan cada uno de los partidos. Pero, en todos los casos, se ha convertido en una consigna que define a aquellos que llevan demasiado en el poder y lo utilizan para perpetuarse en el mismo y defender sus intereses. Pero, ¿es esto algo nuevo?

La respuesta es que no. Por mucho que haya saltado recientemente a la arena del debate político y la discusión en los medios de comunicación, casta es un término muy antiguo que se refiere a las élites y los colectivos en sociedades de distintos niveles. El caso más claro y típico sería el del sistema tradicional de castas de la India, donde cada persona nace en una casta y permanece en la misma toda su vida, cumpliendo sus funciones y disfrutando de sus correspondientes privilegios y deberes.

En Europa, la palabra casta realmente sería más convertible, sin embargo, en élite. Lo que pasa es que el término élite tiene ciertas connotaciones positivas (la élite de deportistas son los mejores deportistas, por ejemplo) que no interesa a la hora de construir un discurso contra esas élites. Por lo cual, inevitablemente se cambia por una palabra que suene peor y cuyas connotaciones son más negativas, como es “casta”.

Sin embargo, hay una larga tradición de estudio sobre las élites. Desde Veblen, que da nombre a este blog, a Marx o Pareto, el estudio de las élites tiene mucho recorrido desde finales del siglo XIX. Y a partir de mediados del XX ha sido puesto en un contexto más moderno por autores como Foucault o Bourdieu que resaltan las posiciones de poder en los distintos campos sociales, por ejemplo.

Entonces, ¿si élite/casta no es nada nuevo, qué hace que tenga tanto peso hoy en día?  La primera respuesta es que es el resultado de una maniobra política, como indicaba arriba, por parte de quienes quieren tomar el poder. El cementerio de élites de Pareto tiene un nuevo grupo de contendientes que le quieren disputar el poder político a quienes tradicionalmente lo tenían. Con ideologías completamente diversas, partidos como el Movimiento 5 Estrellas, el Frente Nacional, o Podemos (por coger todas tradiciones muy diversas) luchan por expulsar a los partidos tradicionales (la casta) para ocupar ellos el centro y usar el poder para avanzar sus diversas agendas de reformas y cambios sociales de muy diverso signo. Pero todos quieren tomar un poder del que, hasta ahora, han estado ausentes.

Más allá de la lucha por el poder y el cambio social, el término casta resuena porque, tras mucho tiempo, vuelve a ser visible. En la Edad Media, el poder de un estamento era claramente visible, pero a partir del XVIII, con el ascenso de la igualdad y la democracia, los estamentos fueron desapareciendo. Todos éramos iguales y quienes estaban en el poder servían al interés público y común. Había errores y corrupción, sin duda, pero no eran visibles y se encontraban alejados de la vida de los ciudadanos, especialmente a medida que las ciudades crecieron y se masificaron las industrias y surgieron nuevos modelos económicos. Había más movimiento vertical ascendente y el sueño americano nos convenció a todos de que no importaba lo humildes que fueran tus orígenes, podías llegar a ser lo que quisieras.

No es sorprendente por ello que, tras las Guerras Mundiales y la prosperidad que les siguieron, la lucha de clases se desarmase ampliamente y cada vez las élites fueran menos visibles. La teoría de élites quedó como cosa del pasado y sólo pervivía en la lucha de comunistas y anarquistas contra el sistema (una minoría fácil de convertir en el “lobo” que ignoraba a menudo el hecho de que un sistema muy rígido de élites imperaba en la URSS). Es a partir de los 80 que de nuevo empieza a hablarse de estas cosas en análisis como los de Foucault o Bourdieu, pero fuera de esa escuela francesa, a las élites se las busca renombrar de modos más neutros y se disfrazan bajo términos como “desigualdad económica” o “gente de éxito”.

Pero la historia sigue avanzando y lo que hace que ahora la casta sea visible es el hecho de que, con el auge de Internet y los medios de comunicación en general, la sociedad es mucho más transparente y difícil de censurar. Estamos mejor formados que nunca, tenemos acceso a más conocimiento e información y sabemos interpretarlo. Mientras hubo bonanza económica a nadie le importaba mirar hacia otro lado y darle poco peso a la alternancia de los mismos en el poder… pero cuando las cosas se pusieron feas, las reglas del juego cambiaron.

La crisis ha politizado a la sociedad como no lo había estado desde tiempos pasados (en España, por ejemplo, desde los tiempos de la Transición) y lo hizo no a una escala local sino a una global, especialmente en los países más afectados con la crisis: Italia, Grecia, Portugal, España, etc. Una ola de politización que coincide con otras que están fluyendo en el ámbito global en el que podríamos llamar el “movimiento social pro-democracia” que recorre el mundo desde la Primavera Árabe a las denuncias de Hong-Kong o Brasil.

Si unes el crecimiento de la transparencia y el conocimiento de la sociedad, con una mayor conciencia sobre la calidad de las democracias y los sistemas de control al poder, es natural que la teoría de élites vuelva al frente de la acción política. Desde hace siglos, la historia en gran medida avanza hacia una creciente horizontalización (en la Revolución Francesa llamada igualdad, por ejemplo) entre los distintos elementos de la sociedad. La supervivencia de esa élite/casa atenta contra esa horizontalización y, lentamente, va siendo eliminada de distintos elementos de la sociedad: adiós a la nobleza, a los derechos de los hombres por encima de las mujeres, a las discriminaciones raciales…

El resultado es que una nueva faceta ha vuelto a ser visible y la sociedad se equipa para neutralizarla como si fueran glóbulos blancos atacando a un virus. ¿La casta es algo nuevo? Desde luego que no, pero ha vuelto a ser visible tras un tiempo de estar por debajo del radar.

Costán Sequeiros Bruna

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