La mayor parte de los avances que tradicionalmente asociamos con una construcción o profundización de la UE son aquellos vinculados a la corriente federalista, o a la de gobernanza multinivel. Así, aunque a menudo se hable de que el federalismo o la gobernanza no son las claves de Europa, o que lo importante es la defensa del Estado-nación, la verdad es que al final son ellas las que asociamos con la construcción de Europa. Es una de las lecciones que estoy aprendiendo en clase del Profesor César Díaz-Carrera. Pero esta misma construcción se puede hacer desde varias perspectivas diferentes.
Primero tendríamos la construcción de Europa desde abajo, desde sus gentes. Esta aproximación valoraría sobretodo la construcción de una identidad europea común, que llevase a que la gente pudiese crear una Constitución Europea en condiciones, y que fuera esta la que articulase la construcción institucional. Hombres de la talla de Alexandre Marc o el primer Altiero Spinelli buscaron llevar adelante esta aproximación, pero se encontraron con que la gente de Europa no estaba preparada para él, y los intentos en este sentido quedaron más o menos en nada.
El lado opuesto es el que representa la construcción de Europa en vez en un gran paso, en muchos pasos pequeños. Parten de la idea de que, armonizando cada vez más cosas en la misma, lo que se consigue es que lentamente se cree una percepción común de la gente y, con ello, una idea de Europa dentro de la población. En principio, es la aproximación que siguen hombres de la talla de Jean Monnet, y ha sido el camino que nos ha llevado hasta la situación actual. Han conseguido crear muchas cosas, pero la pregunta es ¿serán capaces de completar el camino, ahora que las cosas sencillas han sido ya terminadas y quedan las más complicadas?
La tercera alternativa es la más invisible, y es la que se da entre los niveles intermedios. No suele salir en las noticias, ni ser planeada por los grandes poderes ni movilizada por las masas. Al contrario, lo que suele ocurrir es que las administraciones, las empresas, y múltiples niveles de la sociedad comienzan a coordinarse por diversas razones, construyendo una red de interacciones que va juntando elementos dispares en un todo más coordinado. Es el camino invisible, pero importante, intermediario entre las otras dos.
Entonces, si existen estas tres vías, una de abajo a arriba, otra de arriba a abajo, y otra transversal, ¿ahora dónde estamos? Lo cierto es que en un punto peculiar. Dejando de lado los elementos claves de los periódicos (Grecia, y la crisis en general), la construcción de Europa está llegando a un punto donde requiere de más esfuerzo y voluntad. Se ha avanzado mucho de arriba a abajo, algo transversalmente, y muy poco de abajo a arriba. Hay que cambiar esto, no reduciendo la implicación institucional, pero sí aumentando la implicación de la población en el programa europeo. Y el sentimiento de Europa debe anidar en su interior. Sólo así podrá, probablemente, construirse una Unión Europea a la altura de los retos del futuro.
Costán Sequeiros Bruna
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