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Reflexiones personales

La Dependencia de Naciones Unidas

La ONU, esa organización supranacional encargada de velar por la seguridad del mundo, intentar evitar las guerras y actuar de mediadores en los conflictos. Dirigida por el famoso Consejo de Seguridad, donde cinco estados tienen derecho a veto (Estados Unidos, Rusia, China, Francia e Inglaterra) por el sencillo hecho de ser los creadores de la organización tras su victoria en la Segunda Guerra Mundial. Y donde la Asamblea General tiene casi doscientos estados, muchos más de los cincuenta para los que estaba planeada inicialmente, a finales de los años 40.

La ONU ya no encaja en el mundo del presente, no porque su función no sea necesaria (ni mucho menos, probablemente nunca fue tan necesaria como ahora) sino porque obedece a una repartición de poder que ya no responde a la distribución de poder en el sistema internacional. Francia e Inglaterra, que venían de ser las naciones dominantes al final de la Segunda Guerra Mundial (que marca su declive como imperios) merecían ese poder e influencia entonces, pero ya no. Y, en cambio, otros estados quizás más importantes en el mundo moderno como Japón, Alemania, o Brasil carecen de tal poder.

Y, en cualquier caso, ese mismo derecho de veto resulta enormemente problemático en el funcionamiento de la organización. Durante la Guerra Fría, la posibilidad de veto ya hacía que la organización estuviese básicamente paralizada porque aquello que Rusia quería lo vetaba Estados Unidos y viceversa (como ya indicaban irónicamente en la versión antigua de Ultimátum a la Tierra). Y, además de eso, deslegitima la organización, pues claramente hay países de primer y segundo orden dentro de la misma.

Personalmente creo que la idea de una organización supranacional que dependa de sus estados miembros es un poco contradictoria. La única posibilidad de que una organización como esta realmente pudiese reformarse y reorganizarse de una manera efectiva sería primando a la propia ONU por encima de los estados que la componen. Tiene que ganar en independencia, de modo que los objetivos de la propia organización se pongan por encima de los intereses de los estados individuales que la componen.

Obviamente, es más fácil decir esto que hacerlo. Primero, porque la ONU no es independiente económicamente, sino que depende de las cuotas que pagan los estados miembros. Y segundo porque vivimos en un mundo de estados, donde los actores políticos principales (que no únicos) en la escena internacional son ellos y no los actores supranacionales, las empresas o las ONG. Y ningún estado está dispuesto a ceder sus propios intereses nacionales a un organismo supraestatal, especialmente cuanto más poder tienen por si mismos dentro de ese organismo, o más tengan que perder con esa cesión.

Sin embargo, no reformar la ONU probablemente tenga consecuencias nefastas para la misma. A medida que encaja menos o peor con el orden internacional que la rodea, la ONU va perdiendo su poder como organismo supranacional en beneficio de organismos regionales (como pueda ser la UE). En su misión de evitar, o luchar contra, el cambio climático ya hemos visto su éxito en la reciente conferencia de Copenhague, donde no se ha llegado a nada. Y en muchos otros objetivos también está teniendo problemas. Esto no quiere decir, en absoluto, que no funcione, porque lo hace y muy bien en muchos aspectos, pero si que en muchos otros va dejando espacio a otros organismos o formas de manejar los problemas que de otra forma le competerían a ella.

Así como la ONU es la sucesora de la Sociedad de Naciones cuando esta demostró ser incapaz de cumplir con su misión (evitar la Segunda Guerra Mundial), la ONU debe reformarse y recrearse como un fénix que renace de sus cenizas si quiere seguir siendo vigente en estos tiempos. Si no lo hace, cada vez será relegada más de la escena política internacional, dejada como secundaria, carente de importancia.

Y, sinceramente, creo que sería una gran lástima. La ONU es nuestro mejor intento de llegar a una auténtica diplomacia internacional que lleve al mundo a un futuro más pacífico. Si ella fracasa y no damos otro paso para crear una nueva en su lugar, creo que habremos dejado pasar de largo una oportunidad histórica que volverá a presentarse de nuevo. Y, con ello, dado un paso atrás en nuestro progreso conjunto como especie.

Costán Sequeiros Bruna

Este es el comentario del antiguo blog:

post 70

Y tú, ¿qué opinas de la ONU en la actualidad?

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