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El mundo

La identidad de Inglaterra

Inglaterra rota
Inglaterra rota por las diferencias identitarias

Reino Unido sin duda se encuentra en la encrucijada. Un plan de brexit rechazado por el Parlamento, una moción de censura fallida contra Theresa May y ahora un plazo de menos de dos meses para conseguir algún tipo de acuerdo o salir a la fuerza… o plantearse un nuevo referendum para quedarse. Inglaterra se encuentra en la vorágine de esta situación, con una identidad partida en dos que debe encontrar una salida.

Si cogemos la política tradicional, el mundo se divide entre izquierda y derecha. Entre quienes quieren redistribuir la riqueza y un Estado intervencionista frente a aquellos que potenciarían la independencia y el conservadurismo en valores. En el caso de Inglaterra, a ambas corrientes les corresponden los dos principales partidos, los tories y los conservadores. Pero desde el siglo XXI, esa división izquierda/derecha ya no representa todo el espectro político, como se ve en todas partes: ahora hay otro eje adicional, el de la globalización frente a la antiglobalización.

Este eje es central a la hora de describir la identidad de cualquier país actual, pero es especialmente visible en el caso de los ingleses. Primero, porque está la cuestión del Imperio. A principios del siglo XX, Gran Bretaña era la segunda potencia mundial en la realidad, pero en la percepción de todo el mundo era la primera. Ganaron la Primera Guerra Mundial, ganaron la Segunda… y sin embargo, pese a sus victorias, el Imperio se desmembró y desapareció. La grandeza británica no se puede decir que se fuese en un momento dado, que se perdiese en una batalla trágica, sino que simplemente fue quedando de lado en un mundo acelerado para el cual ni Gran Bretaña ni Inglaterra eran ya importantes.

Así que aún hay una generación mayor que creció en el Imperio que ellos creían eterno, y que sin embargo lejos se encuentra de ese punto ahora. Una potencia de segunda fila, con cierta riqueza y bienestar pero sin la capacidad de afectar al mundo y dictar el tempo. Como el resto de Europa, vamos, pero en Inglaterra se nota más por el paso del todo a la nada. A ser el colega de Estados Unidos, nada más que el compañero del protagonista.

Y eso genera una generación resentida con un mundo que ha cambiado a peor a sus ojos, y que sueña con regresar a un tiempo que ya no volverá. Y cuando alguien grita que los culpables son otros, que si los fontaneros polacos o las instituciones europeas, entonces rápidamente se enfadan porque ese malestar con el mundo que sienten al fin tiene un enemigo sobre el que descansar. Y no ellos mismos, no los tiempos, no el siemple cambio social, que son los verdaderos responsables. Si sumamos a eso una enorme zona de Inglaterra que no está expuesta a la globalización más allá de lo que sale en la tele (como es el ámbito rural, donde la inmigración y otras cosas es muy poca), el resultado es que se genera un electorado mayor, aislado y que rechaza el mundo que está surgiendo, amparándose en el recuerdo de lo que fue. Este es el electorado que durante unas vacaciones en España se queja de que haya españoles en Benidorm.

A este electorado se le contrapone el extremo opuesto. La Inglaterra de las grandes ciudades y los inversores de bolsa, de los estudiantes que han cursado sus estancias Erasmus en Europa, etc. Esta Inglaterra, en cambio, es cosmopolita y sabe que su lugar en el mundo depende de su enganche en la globalización, en el conjunto de los países europeos, y no está anclada a la realidad de su corona obsoleta o su Parlamento. A diferencia de los aislacionistas, esta Inglaterra ha dado la espalda a un Imperio perdido y piensa en otros términos, en términos más amplios donde la historia pesa menos que el futuro.

Pero estas dos Inglaterras opuestas se encuentran enfrascadas en una lucha a muerte por el control de su destino. Porque ambas visiones contrapuestas no son compatibles, y sus choques se unen al choque izquierda/derecha. Así nos encontramos con que Jeremy Corbin, que es de izquierdas, es contrario a la UE y preferiría dejarla fuera (izquierda aislacionista) mientras que los hay en su partido que exigen un nuevo referendum (izquierda globalizadora). Y lo mismo en el resto de partidos y en la sociedad en general.

Es probable que, con el tiempo, por el peso de la pura demografía, gane eventualmente la Inglaterra globalizadora. Porque el Imperio cada vez queda más atrás y la grandeza pasada cada vez tiene más telarañas. Y porque inevitablemente, las cohortes jovenes siguen relacionándose de modo global, como las del resto del mundo. Pero en este momento, en esta encrucijada global en la que se encuentra el planeta, entre pasado y futuro, parece muy probable que ganen los aislacionistas. Ya ganaron al aprobar el Brexit y parece que están forzando una salida a lo bestia de todo Reino Unido de la UE… y eso que su permanencia en la UE fue uno de los argumentos que consiguió que Escocia no se independizase, veremos qué ocurre si realmente acaban fuera por decisión de Inglaterra.

Costán Sequeiros Bruna

Y tú, ¿qué opinas de la identidad de los ingleses?

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