Categories
Reflexiones personales

Lo Virtual es Real

A menudo, se tiene la sensación de que lo que ocurre en Internet no es algo suficientemente real. Los amigos online no son igual de amigos que los amigos físicos, es un terreno de juegos donde no ocurren cosas reales, donde la gente está sólo para su ocio. Sin embargo, todas estas nociones clásicas del mundo de la red de redes son falsas, como muestran cada vez más los estudios. Como bien dice Lawrence Lessig, la red es muy real.

La clave, como siempre, es qué entendemos por real. En este post, voy a tener como punto de partida que aquello real es aquello que tiene consecuencias en la sociedad en su conjunto, mientras que lo irreal es aquello que no tiene consecuencias en sí, o que las tiene muy débilmente. Desde este punto de vista, ¿es real la red?

Empecemos por la economía. Es quizás el campo donde más fácil es ver la realidad de la red: la bolsa está toda hoy en día en internet, los bancos online mueven millones de dólares, y tiendas como Amazon ya no tienen soporte físico más que en los almacenes desde donde envían sus materiales. Hay mucha gente que vive directamente de sus ganancias online, no sólo las empresas proveedoras de internet sino jugadores profesionales de poker online o de juegos de ordenador, autores de blogs con miles de seguidores, gente que trabaja desde casa, etc. Para todos ellos, la red es el soporte y el medio para transacciones económicas de las que dependen el pago de facturas, el comer cada día, y un sin fin más de asuntos cotidianos. Por no mencionar las consecuencias inmensas que la red ha tenido para conjuntos económicos completos como pueda ser la industria del cine o de las novelas. Económicamente, la red es muy real.

¿Y en política? La dimensión política de la red es más reciente que la económica, pero se está consolidando a toda velocidad. Las revueltas de la Primavera Árabe se coordinaron en cierta medida por internet, y la red está permitiendo que gente que vive en entornos controlados por el Estado como las dictaduras tenga cierto acceso a información no censurada y libre. Pero incluso los países democráticos ven cada vez más el efecto de las redes en sus democracias, y nadie negaría el impacto que tienen las filtraciones online de Snowden y Wikileaks en la política exterior americana, por ejemplo. Los programas de algunos partidos, por ejemplo IU en España, han permitido que a través del soporte online los ciudadanos tengan cierta capacidad a la hora de establecer qué puntos deben defender, dando así algunos rasgos de una democracia electrónica y más directa.

¿Pero, y la persona? Para la persona, la red cada vez es más real también. La dimensión obvia serían, por ejemplo, las webs de citas y encuentros, de donde han surgido de verdad parejas que luego se han traspasado al mundo real, pero también parejas que han surgido en otros entornos como foros y juegos online y que luego se han llevado a la realidad pese a la distancia física. Y la sociedad civil cada vez usa más el recurso a webs para difundir sus programas, hacer crecer la percepción de los problemas que tratan y sus proyectos, así como conseguir legitimidad a través de webs como Change.org.

Y podríamos seguir hablando de sistemas de defensa militares que funcionan sobre internet (que, de hecho, fue creada originalmente por el ejército americano), o el impacto de la red en los medios de comunicación o en la vida religiosa de las personas, o las consecuencias en las articulaciones de los textos legales y sistemas judiciales.

Con todo esto, a lo que voy es que la red es muy real en sus consecuencias, y el mundo contemporáneo no se puede entender sin ella. Toda la globalización y la glocalización se ve condicionada por ella, así como muchas de nuestras interacciones y formas de movernos. La red se ha ido cada vez enhebrando más con el mundo físico, creando un todo continuo donde no se puede distinguir ya la realidad de la ficción, el personaje de la persona.

Así, lo que encontramos con internet es que es una realidad mediada tecnológicamente, pero que se solapa con todas las demás dimensiones de la realidad. No es un mundo aparte donde dejamos atrás nuestro yo para ser un personaje ficticio, sino que cada vez se enlaza más con nuestro yo del mundo físico creando un continuo que nos permite explorar otras facetas de nuestra personalidad, de nuestra economía o de nuestra agenda política. Y, al ser un sistema básicamente horizontal, lo que encontramos es que es un medio excelente de empoderamiento de las personas, capacitándolas para construir un mundo y unas relaciones a su alrededor no necesariamente basadas en lo que la sociedad establece como correcto, sino en lo que esa persona y sus afines quieran.

Por supuesto, esto plantea retos y problemas. Igual que permite la expresión y creación libre de cultura underground, también permite la articulación de redes de terrorismo. E igual que admite una libertad de expresión sin censuras, también permite nuevos medios de control y vigilancia a través de nuestros rastros de datos y cookies (sin meternos ya en los servicios de espionaje directamente, como la NSA que nos mostró Snowden). Incluso desafía nuestra propia concepción del yo, al permitir disociar algunos aspectos de nuestra persona y personalidad para ser distintas personas en distintos entornos (igual que antes nos comportábamos distinto según el entorno, sólo que ahora sin un contexto que permita intentar ver las otras facetas), algo que igual que permite la libre expresión de personalidades contenidas o socialmente criticadas y oprimidas (por ejemplo la homosexualidad) permite también la construcción de elaboradas fachadas y personalidades completamente falsas, o la legitimación de personalidades potencialmente dañinas para la sociedad en su conjunto (como la pederastia o las películas snuff).

Todos estos retos y problemas, unidos a sus potencialidades, son precisamente lo que demuestra que hoy en día la red es más real que nunca, y que probablemente nunca vaya a dejar nuestras vidas sino cada vez más introducirse en ellas de nuevas y distintas formas. Que las usemos para crear identidades mejores y más sólidas y disfrutar de nuevas opciones y caminos, o por el contrario para alentar los malos usos y los problemas, es algo que depende de nosotros, no de la red. Se trata, por tanto, de aceptar que la red es real en todos los sentidos, y que de nosotros depende crear una red que nos guste, que nos ayude y nos sirva.

Costán Sequeiros Bruna

Y tú, ¿qué opinas sobre la red de redes?

Leave a Reply

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.