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Los Hombres son de Marte, las Mujeres de Venus

Dicen los viejos dichos que los hombres somos de Marte, y las mujeres de Venus. Lo que este refrán quiere decir en el fondo es que, aunque parecemos similares, en el fondo somos dos cosas completamente diferentes y complementarias. Dicen que pensamos de manera completamente diferente, y que no nos podemos entender, y lo cierto es que algo hay de verdad en ello. Las investigaciones de psicología social muestran en efecto que ambos sexos organizan de diferente manera sus relaciones con los demás.

Los hombres se puede decir que en eso somos en cierta medida más superficiales. Y es que el tipo de relaciones que establecemos lo hacemos en base a la actividad, no en la persona. Me explico. Los hombres generamos amigos y compañeros de actividades: “los colegas del trabajo”, “los del equipo de futbol”, etc. Y estas relaciones a menudo son dependientes de esa actividad que se tiene en común durante mucho tiempo: se habla del trabajo, del fútbol, etc. A medida que se establece esa relación, a menudo se abren los demás temas, pero sólo después de tiempo hablando de lo establecido por el lazo común de la actividad. Por ello, a menudo tendemos a distanciarnos e incluso olvidar a amigos que tuvimos en el pasado una vez que dejamos de tener actividades en común.

Por su parte, las mujeres en cambio establecen sus relaciones sociales no en base a la actividad realizada en común sino a las cosas compartidas. Así que son más dadas a quedar simplemente a charlar, en lugar de hacer algo en concreto, y muchas de las actividades que realizan en comun tienen más de relacional que de actividad a completar. Por tanto, generan redes sociales más sólidas y tupidas que los hombres, que suelen servir como mucho mejor apoyo social pues se basa en el compartir los sentimientos, las dudas y las cosas buenas, de modo que el aconsejarse mutuamente está mucho mejor visto, y el apoyo emocional también.

Y es que, por otro lado, las relaciones de los hombres tienden a ser en ese sentido más primitivas o menos desarrolladas. Al darse menos apoyo, los hombres a menudo acaban por sentirse más solos que las mujeres cuando carecen de sus compañeras.

Difieren ambos tipos de manera de encarar la sociabilidad también en la forma en que se compite por el mejor status o posición social. Ambos sexos, obviamente, tienen su forma de luchar por la popularidad, pero en ambos casos es directo fruto de su forma de relacionarse entre si y con los demás.

Los hombres en ese sentido mantienen una cierta mentalidad “de equipo” y organizan sus competiciones de status de modo que se luche hacia el exterior, en lugar del interior. Me explico. Los hombres suelen competir como en una “cacería”: un partido de fútbol, por ejemplo, se compite contra otro equipo (un enemigo ritualizado). Así, se busca la cooperación dentro del grupo de cara a derrotar a un enemigo exterior; obviamente, el mejor en esa competición es el que mejor status tiene dentro del círculo de varones, pues sus hazañas son mayores. De ahí el “comer una, contar veinte” tan típico, debido a que aumenta la hazaña a ojos de los demás, y hace ganar status, y lo mismo con los coches, o cualquier otra cosa ajena con la que se pueda competir. Esto genera una jerarquía más o menos vertical basada en parte en la capacidad real, y en parte en la fingida.

Al contrario, las mujeres forman un circulo mucho más amplio, y más habituado a competir entre ellas. Sin embargo, los juegos que ellas juegan en este sentido son mucho más sutiles, debido a que una confrontación directa lo que haría sería romper el grupo. Los hombres ven esto como una gran hipocresía, pero lo cierto es que lo que subyace es un juego más complicado de “estar jutnos y opuestos” que los hombres no tienen. En su mundo, la competencia por el status se hace por medio de ser popular, osea, estar en el centro de la red social que ellas controlan, y ser la persona a la que las demás desean acercarse.

Obviamente, el conjunto de esta explicación es una descripción digamos de la “norma”, osea, lo que es normal. Es lo que en sociología se llama un “tipo ideal” (concepto creado por el gran Max Weber), osea que es una explicación analítica que nunca se llega a dar exactamente en la realidad. Por tanto, todo esto hay que matizarlo, porque luego cada persona es un mundo, pero ello no lo hace menos verdadero.

Costán Sequeiros Bruna

Y tú, ¿qué opinas de esta diferencia?

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