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Reflexiones personales

Subculturas, Ideologías, Valores y Adhesión Individual

Hace un par de semanas ya hablamos de subculturas, pero tras una interesante conversación con Diego de Haro ayer, creo que es momento de retomar el tema. Volvamos al punto de partida original: en cada tiempo y lugar, hay una cultura dominante. Esta es sutil, y se extiende por un espacio, dotándolo de sentido, limitando lo que es posible pensar o las formas en que se entienden las cosas. Es lo que Foucault llamó una episteme. En el mundo habría una serie limitada de epistemes en cada momento histórico, a menudo consideradas por muchos autores como civilizaciones, por ejemplo Huntington (por poco que me guste).

Cada una de esas epistemes se construye en una forma de entender el mundo, una cosmología. Determina los valores principales, los métodos legítimos de operar dentro de esa área, los espacios abiertos a la innovación y el cambio, etc. Cosas como el imperio de la ley, el derecho, la democracia, los derechos humanos, el respeto, etc. son valores propios de la episteme occidental/democrática/capitalista/cristiana en la que vivimos.

Esa episteme se rompe en diversas culturas, cada una de las cuales modifica parcialmente esa episteme para ajustarla a sus peculiaridades históricas e idiosincráticas específicas. Por ejemplo, si bien ni la cultura española ni la francesa muestran la menor oposición al valor del derecho, a la propiedad privada, o a la importancia del voto, ambas si muestran diferencias en aspectos como la forma de conducir la vida en sociedad, la etiqueta, lo que es deseable, la estética, etc. Así, ninguna cultura perteneciente a una episteme cuestionará los pilares fundamentales de esa episteme, pero si construirá modificaciones en lo que no se considera imprescindible, y que constituyen su particular “way of life”.

Las subculturas son el equivalente dentro de las culturas: concreciones específicas de esa cultura dominante, en aspectos concretos. Los bakalas, los nacionalistas, etc. no cuestionan valores centrales de la cultura española, como pueden ser el derecho de voto o la importancia de la igualdad. Sin embargos, unos y otros si cuestionarán y construirán sus identidades en abse a elementos colaterales: formas de rebeldía reconocidas y aceptadas, la importancia de la unidad territorial, el peso del castellano, o los estilos de música considerados como “mejores” pueden ser ejemplos de ello. Sin embargo, al ser parte de la cultura española (no en sentido estatal/país, sino cultural/identitario, por supuesto) y esta ser parte de la episteme occidental, las subculturas de España mostrarán diferencias con respecto a sus homónimos de otras partes (no es lo mismo un heavy español que uno sueco, por ejemplo), pero todas ellas no cuestionarán los preceptos básicos de la episteme global que los vincula a todos.

Al menos, esa es la base de la mayor parte de las subculturas en términos identitarios y de valores. Pero hay unas pocas, muy concretas, que no siguen esas pautas. Al contrario, se construyen en contra de ellas. Los anarquistas (los de verdad, no sólo aquellos que repiten sus eslóganes) ponen en tela de juicio una enorme parte de la episteme dominante, rechazando las estructuras de poder tradicionales, los roles, la propiedad privada, el derecho, etc. Los comunistas también, desde otro ángulo. Incluso movimientos como los hippies de los años 60, o los punk de los 80 planteaban a menudo cuestionamientos muy importantes a preceptos básicos de las ideologías y epistemes dominantes. Esto es muy importante, porque es a menudo a partir de estas culturas (no todas las culturas son de base nacional/estatal, al fin y al cabo) y subculturas que se producen los cambios en las culturas/epistemes dominantes, al verse el conflicto entre ambas resuelto a favor de las percepciones inicialmente minoritarias pero que, sin embargo, se van volviendo mayoritarias.

Dentro de este esquema “jerárquico” de las epistemes>culturas>subculturas, cada persona se mueve libremente. Normalmente, cada persona pertenecerá a una única episteme a lo largo de toda su vida, y sus enseñanzas le acompañarán desde las primeras palabras a lo largo de todas sus interacciones, y hasta su muerte; a veces hay excepciones, gente que por una u otra razón abandona su mundo conocido y se une a uno de los desconocidos que lo rodean, pero son poco frecuentes. Sin embargo, al mismo tiempo que pertenecen a esa episteme, las personas transitan con frecuencia por diferentes culturas y subculturas, perteneciendo a todas ellas en base a su identificación con ellas, y actuando conforme una u otra según el rol que quieran adoptar en cada momento. Así, en la vida política una persona puede ser nacionalista, llegar a tomar una cerveza con sus amigos y comportarse como hipster, y luego reunirse con su familia dentro de los patrones generales de la cultura española.

Todo ello no significa que la persona deje de ser una cosa u otra de cada vez, ni que unas culturas sean más importantes que otras. Al contrario, las personas son todo ello a la vez, y simplemente remarcan más el énfasis en unas cosas u otras según corresponde. Y las culturas y subculturas no son unas más importantes que otras en base al principio jerárquico de área de influencia o cantidad de miembros, sino que importan en diferente manera en base a lo fuerte que cada uno sienta la pertenencia a cada una. Puede haber gente que no se sienta española sino europea, por ejemplo, o que valore más su identidad como anarquista que como nacionalista. Sin embargo, por mucho que ponga más el énfasis en unas que en otras, todas las que siga jugarán equilibrios dentro de esa persona, permitiéndole explorar diferentes facetas de si mismo y buscar las explicaciones que mejor le interesen para cada fenómeno del mundo social en el que vive.

Así, las culturas y subculturas son un elemento central del mundo social actual, caracterizado por la construcción de una identidad personal a la carta, donde cada persona escoge los elementos que quiere para si mismo de entre un amplio menú de opciones, en lugar de tener que escoger en bloque todas las del “mismo tipo” (pensemos, por ejemplo, en la identidad total propia del cristianismo en la Edad Media).

Costán Sequeiros Bruna

Este es el comentario que había en el antiguo blog:

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