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Reflexiones personales

Sugestión y Poder

Muchas veces hemos discutido de cómo el poder tiene la capacidad de coaccionarte para actuar cómo él desea que lo hagas. La capacidad para forzarte a través de códigos legales, y cuerpos militares y policiales para que aceptes incluso lo que no desearías aceptar, incluso lo que no te gusta. Es la forma de actuar por antonomasia del Estado, ya que el objetivo que persigue es la generación de obediencia (incluso ciega, a poder ser) en los ciudadanos.

Pero hay otro tipo de poder, más insidioso pero no por ello menos importante, del que a menudo no nos acordamos. Cuando pensamos en Sun Tzu nos acordamos de todas las lecciones militares, y de Maquiavelo nos acordamos de todas las tretas del Príncipe para mantener su poder… y sin embargo, tanto uno como otro recuerdan que a menudo, las tretas son juegos mentales… como dice Maquiavelo, el Príncipe debe ser león, pero también zorro.

Y hay una organización que destaca especialmente en esto, aunque no es la única: la Iglesia. El poder de la religión se basa en la aceptación de las normas que se nos imponen, pero la fé católica va más allá ya que implica que todo en la tierra es castigo o prueba para lo bueno, que viene tras la muerte. Es un poder que se basa no en la capacidad de castigo físico, sino en la de castigo emocional, pero me explico.

El poder de la Iglesia (quitando la Inquisición, por supuesto) se basa en un muy elaborado chantaje emocional, en las siguientes líneas: “no, nosotros no te obligamos a nada, tú eres responsable de tu alma al fin y al cabo, pero sabes que si no haces lo que decimos vas a ir al Infierno, ¿no? Y que eso es más terrible que cualquier tormento de la tierra, ¿verdad?”

Así, el poder de la Iglesia (o de casi cualquier religión) no es coactivo, pues te deja una libertad de elección, al menos en apariencia. Lo que pasa es que si realmente tienes fé en sus enseñanzas, la elección no es real porque el precio de la trasgresión es siempre demasiado alto. Con esto lo consigue no es la obediencia, pues la obediencia se da a unas órdenes o leyes concretas, con un comienzo y un final determinados. Al contrario, lo que se consigue es la sumisión completa, la destrucción de una parte del carácter de la persona para introducirse otra que se considera mejor.

Para lograr esto, la clave está en que el castigo del Más Allá debe sentirse en el Más Acá. Eso se logra por dos mecanismos, complementarios ademas, la humillación como castigo, pues fuerza a que toda la comunidad en la que vives te mire mal y (en casos extremos) te rechacé, y por el énfasis que le dan a la personalidad humilde, que en el fondo es el somentimiento voluntario del individuo al grupo.

Así que ahí tenéis el poder de la religión, al menos de parte de ellas. Y no es precisamente pequeño. Por supuesto, he puesto el caso de la Iglesia Católica porque es el que mejor conozco, y porque probablemente ha sido la más exitosa en esto. 2000 años de éxito no es precisamente una marca pequeña… aunque quizás los judíos, pese a no estar organizados, merezcan el record… ¿y quien sabe a dónde llegarán los protestantes?

Costán Sequeiros Bruna

Estos son los comentarios del antiguo blog:

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