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Un día más con vida

Cartel de Un Día Más con Vida
Un Día Más con Vida es una historia muy humana que cuenta un momento que es historia en movimiento.

Un Día Más con Vida es un filme de animación para adultos que narra unos pocos días en la vida de Kapuscinski, uno de los mayores reporteros de guerra del siglo XX. Esos días son, específicamente, los que precedieron a la independencia de Angola con respecto a Portugal y la sangrienta guerra civil que seguiría a la independencia durante más de 20 años. La animación sinceramente es espectacular, y el guión y la producción de la película la dotan de un tempo que no pierde el hilo pese a que en realidad hechos y escenas como tal tampoco hay tantos. Entremezclada en las escenas hay testimonios y entrevistas a algunas de las personas reales que aparecen en la historia y que narran también cómo lo vivieron ellos todo. Lo cual hace una muy interesante mezcla entre película y documental. Eso si, aunque no sale nada explícito en realidad, es una película dura, especialmente al saber que todo lo que cuenta es real.

La historia de Un Día Más con Vida es la historia de la Guerra Fría y el final del colonialismo. Antes del comienzo de la película, en 1961, el MPLA había iniciado una guerra por la independencia de Angola con respecto al Imperio Portugués. Apoyado por la Unión Soviética, el MPLA luchó durante quince años contra el Estado Novo portugués, lo cual sería una de las fuertes fuerzas de desgaste del mismo y eventualmente uno de los factores decisivos de la revolución de los claveles y el final de la dictadura portuguesa en 1974. Poco después Portugal accedería a la independencia de Angola y abandonaría el país, declarando que la fecha de la independencia sería el 11 de noviembre de 1975.

Y pocos días antes es donde arranca Un Día Más con Vida, que cuenta los eventos que van inmediatamente antes de esa fecha.

Lo que encontramos en la película es una idea muy central e importante, explayada con bastante detalle: es una película “bélica” que, como muchas otras, es un alegato contra la misma. Una y otra vez, son los más desfavorecidos los que pagan con sus vidas en las batallas y luchas que durante unos cuarenta años dividirían Angola antes y después de la independencia formal. Una guerra en la que ellos no son más que peones en el tablero más grande de la Guerra Fría, donde Angola representa una serie de intereses (diamantes, petróleo, etc.) que llevan a la intervención americana a través de uno de los bandos y el apoyo soviético (cubano en especial) en el otro. Angola se convierte así en unno de los muchos campos de batalla de la Guerra Fría, como lo fueron lugares como Vietnam o Afganistán.

Y en toda guerra, por muchos y buenos que sean los ideales implicados, la realidad es que lo que impera normalmente es la pérdida y la destrucción. La gente sueña con que la guerra lleve a la independencia y que esta sea mejor que el estar dominados por Portugal, un mundo más igualitario, donde cuidar de los niños y tener libertad. Pero esos deseos, en realidad, esas esperanzas son el combustible que usan los intereses exteriores para azuzar unas facciones contra otra para sacar tajada. A nadie de Washington o Moscú les importa la libertad de los angoleños cuando suministran armas y equipo a una u otra facción, solo importan los juegos de poder e influencia de un lado a otro del tablero que es el mundo.

Narra así, el mundo cínico que es la Guerra Fría y cómo, bajo su aparente tranquilidad, bullen numerosas guerras muy calientes. Y el punto de vista sobre esto es el de Kapuscinski, que era reportero de guerra polaco (por tanto, en esa época, bajo influencia soviética) que narró lo que vivió en su libro que se llama como la película. Esto introduce el segundo vector de interés: la opinión pública y el papel del periodismo en su conformación.

La mirada del narrador, el periodista en este caso, es central para entender el enfoque que tiene lo que se nos narra.

Uno de los temas centrales de Un Día Más con Vida es precisamente que, si nadie cuenta lo que allí ocurre, es como si no hubiese ocurrido. Como si esa gente nunca hubiese vivido, como si nada quedase. A nadie de París, Pekín o cualquier otro sitio le va a importar esa gente, si no hay alguien dispuesto a arriesgar su vida y conseguir la historia de lo que realmente está ocurriendo, dándole una cara humana al conflicto. Así que Kapuscinski, en línea con el periodismo de conflictos, se embarca en su peculiar “viaje del héroe” para conseguir una entrevista con uno de los generales del MPLA, un héroe, y al hacerlo contar la historia de lo que realmente está ocurriendo en Angola, consiguiendo que le interese a la gente de fuera.

Pero, como queda claro en los compases finales de la película, el periodista no es un cronista simplemente. El periodista, involucrado así en el conflicto, se convierte en una más de las piezas de esa historia, no en algo ajeno. Como le plantea al protagonista uno de los alumnos, la presencia del propio periodista cambia la historia. A veces de modo sutil, otras veces de modo más abierto, este dilema es una parte central de la película y el análisis que invita a hacer acerca de las guerras y el papel del periodismo en las mismas.

Por supuesto, como ocurre con las historias reales, Un Día Más con Vida no tiene respuestas a estos interrogantes que plantea. Lo que hace es contar la historia que vivió Kapuscinski y plantear estas cuestiones para que cada uno, libremente, decida cómo quiere responderlas. Un ejercicio que no vale solo para esta historia sino que, en buena medida, nos invita a pensar de modo crítico la prensa de nuestros tiempos, los medios de información que consumimos y los intereses que hay detrás de ella.

Y es que el periodismo no es ciencia, no tiene pretensión de objetividad, sino que son las crónicas subjetivas de quienes participan los eventos y los cuentan, bien de primera mano o mediante entrevistas. Y los ojos que ven y cuentan eso están condicionados por las vidas de las personas que los tienen, sus historias y sus perspectivas, no en vano la visión de Kapuscinski de las guerras viene condicionada por haber sobrevivido como polaco a la II Guerra Mundial. Y este recordatorio de la subjetividad es central, no solo en la historia (sin duda si el narrador fuese proamericano la historia sería otra) sino en el papel de la prensa siempre, haciendo que esa reflexión sobre la subjetividad y los intereses sea tan actual como el respirar mismo.

Costán Sequeiros Bruna

Y tú, ¿qué opinas de Un Día Más con Vida?

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